Carmelo Patti en Bahía: un sinónimo de buen vino y maestría artesanal
Antes del boom de la industria, se convirtió en uno de los primeros nombres de relevancia de nuestro país. Cuáles son sus secretos y por qué cree que, pese a la expansión del sector, se está viviendo "una debacle".
Jefe de Noticias de La Nueva. Analista político y conductor del programa de actualidad "Allica y Prieta a las 12" que se emite por La Nueva Play. Ha hecho coberturas políticas en el país y en el extranjero.
Cuando la industria vitivinícola argentina todavía no producía la variedad y calidad de etiquetas que hoy abunda en las vinerías, Carmelo Patti montó su bodega en 1989 y comenzó a trabajar en un producto que desde entonces se convirtió en una marca de buen sabor asegurado.
En Mendoza, provincia a la que llegó con sus padres desde Italia cuando apenas tenía un año, aprendió los secretos de la uva y, luego de trabajar de sommelier para distintas bodegas, invirtió en su propio modelo cuya esencia se mantiene todavía hoy, con algunos detalles fascinantes.
Por ejemplo, Carmelo (75 años) trabaja sin empleados: una vez recibida la cosecha, toda la elaboración sigue pasando por sus manos, hasta el detalle de pegar él mismo, una por una, las etiquetas de cada botella. "Tenía un empleado, pero era medio mañoso y ya no está más", contó en diálogo con La Nueva. en un reciente paso por Bahía Blanca, invitado por Regionales San Juan.
Risueño, abierto a la charla, opinó que pese al boom de los últimos años la industria nacional del vino se encuentra "en una debacle".
"Es por la situación económica del país, no porque las bodegas trabajen mal. Simplemente el contexto las lleva a cambiar el ritmo de trabajo y no le dan tiempo a cada botella. Eso no es bueno. Muchos se ocupan más de la cantidad que de la calidad".
Los vinos Carmelo Patti tienen sólo cuatro variedades de tinto (malbec, cabernet franc, cabernet sauvignon y un blend) y la producción se limita a unas 84 mil botellas por año, mientras que hay bodegas más grandes que de una sola de sus variedades elaboran 4 millones de botellas anuales.
Esa escala define el perfil de este productor ítalo-argentino, para quien la calidad es todo.
--¿Qué es lo más importante en un proyecto vinculado con el vino?
--No sólo con el vino. Lo más importante de un proyecto es darle continuidad y respetarlo. El producto que hoy se lleva el consumidor no puede ser diferente mañana. Hoy los cortoplacistas aparecen de la noche a la mañana. Sacan un vino, se quieren hacer ricos con precios exagerados y, con tal de aumentar la producción, no siempre respetan los tiempos de maduración. En parte esto es la explicación de que alguien, por ejemplo, elige una etiqueta que le gusta durante un tiempo y después se da cuenta con el paso de los meses o de un par de años que el sabor ya no es el mismo. Y ojo también con los precios porque no siempre definen la calidad.
--¿Cómo se "aprende" de vino siendo sólo un consumidor?
--Comparando. Si usted no compara, no va a aprender nunca. Debo ser el único que trata de enseñar esas cosas. Lo primero a tener en cuenta es que no existe "el mejor vino". Imagine: nosotros venimos a esta vinoteca y nos mareamos en dos minutos por la cantidad de rótulos que hay. Entonces vaya comparando, no hace falta ser experto de nada. ¿Le gustó una etiqueta? Bueno, compre esa línea, del más económico subiendo hacia el más alto y ahí irá viendo las diferencias.
--¿Cuál es la mejor forma de tomar uno de sus vinos? Por ejemplo, si compro un Carmelo Patti malbec 2018.
--Lo ideal es que lo guarde hasta 2027 o 2028. Vea, yo estudio los vinos y lo mejor es darle ese tiempo, unos 10 años. Si es posible, tomarlo en invierno y, algo muy importante, le saca el corcho 24 horas antes y lo deja en un lugar fresco. Si llega a ser en una heladera porque es época de calor, no debe tener nada cerca que contamine el aroma. Si no puede usar la heladera, le pone debajo un platito con agua y hielo. Y, si no puede esperar 24 horas, lo pone mínimo 2 horas en un decanter.
--¿Y qué pasa con esos vinos antiguos a los cuales es más difícil sacarle el corcho sin que se rompa?
--Tengo una anécdota muy linda. Hace un par de años, en un restaurante de Palermo había una pareja jovencita enseñando el tema de los corchos y veo que se les rompe. Imagínese que yo voy a un restaurante esta noche, le pido un vino antiguo y usted me va a sacar el corcho y lo rompe. ¿Qué hace con esa botella? Entonces les dije que miren y aprenda bien. Primero, no lo quieran sacar rápido, vayan despacito. Si el vino es joven, el corcho sale rápido porque no se pega. En cambio, con uno de más años que tiene el corcho muy firme no hay que tironear. Usted toma un encendedor y le calienta toda la parte donde está el corcho, hasta que en un momento se empieza a soltar. Lo va probando metiendo la punta del sacacorcho entre el corcho y el borde de la botella, hasta que se afloja y sale fácil. Es un detalle que algunos colegas desconocen y yo me enojo, porque al consumidor hay que cuidarlo y enseñarle.
--Ya que no saca al mercado vinos jóvenes, ¿tiene alguna forma especial de guardar las botellas?
--Con el pico para abajo, dentro de unas unas cajas especiales para que entren 16. En Argentina no hay cultura de guarda, pero al vino hay que darle tiempo. Si el corcho está perfecto, un vino lo puede guardar 30 o 40 años y siempre va a mejorar.
--¿Por qué nunca quiso expandir su bodega y ampliar su producción, aprovechando el buen nombre de la marca?
--Así está perfecto, no quiero más. Si fuera ambicioso podría hacer 500.000 botellas, pero cometería un grave error. No hay que ser ambicioso en la vida, lo más importante es el respeto al consumidor y del consumidor.
--¿Y hasta cuándo piensa seguir?
--Hasta que dé el cuero. Nosotros hacemos todo en familia, los que vayan a Mendoza y nos puedan visitar en la bodega lo van a ver. Somos los únicos que no cobramos la visita ni la degustación ni obligamos a comprar. Eso no lo hago para vender sino para que la gente vea lo que es la creación.
La bodega Carmelo Patti, ícono del rubro, se encuentra en Luján de Cuyo, provincia de Mendoza. Sus creaciones se puede conseguir en diferentes vinerías de Bahía Blanca y todo el país.