Bahía Blanca | Martes, 11 de noviembre

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Precios bovinos en alza: ¿es una cuestión de posicionamiento estratégico?

Más allá de argumentos propios para ingresar en el mercado, no son pocas las señales que se suman para seguir activando un sector clave del campo. El informe es del Rosgan.

Se está observando un cambio estructural en la dinámica de producción. / Fotos: Rodrigo García y Emmanuel Briane-La Nueva.

“La creciente incertidumbre que generan estos procesos en el contexto de una economía aún percibida como altamente vulnerable, podría explicar parte de la revalorización que está mostrando la hacienda, en particular el precio de la invernada”.

Para María Julia Aiassa, analista del Rosgan, el fenómeno es una práctica recurrente dentro del sector, ya que a partir de 2019, cuando la hacienda, especialmente el ternero de invernada, comenzó a ser demandada con mayor intensidad como un activo de refugio de valor ante contextos de alta incertidumbre política (y por ende cambiaria).

“Actualmente, si bien los fundamentos propios del mercado ganadero resultan sumamente atractivos para ingresar al negocio, en las últimas semanas ha comenzado a percibirse el accionar de otros factores que también estarían impulsando el dinamismo del mercado”, amplió.

También que en no pocos remates se ha observado una convalidación de valores excepcionales para, prácticamente, todas las categorías dentro de este segmento de hacienda. En el caso de los terneros —tanto machos como hembras— los valores promedio registraron subas de entre un 5 % y un 8 % respecto del mes anterior.

El índice de referencia para el ternero Rosgan alcanzó los $ 4.537 por kilo, lo que representa un incremento del 8,1 % frente a los valores observados en septiembre y del 47,9 % en lo que va del año.

Asimismo, al analizar la serie histórica desde enero de 2010, medida en pesos constantes ajustados por inflación (IPIM), el valor actual del ternero se ubica un 40 % por encima del promedio de los últimos 15 años, siendo el tercer valor más alto, solo por detrás de los máximos registrados en diciembre de 2015 y diciembre de 2021, dos períodos marcados por una fuerte inestabilidad política y cambiaria.

“Sin dudas, detrás de las subas registradas durante estos meses de septiembre y octubre existe un componente estacional que explica gran parte de esta tendencia alcista en los precios”, dijo.

“La propia dinámica de salida de los terneros de los campos genera momentos de mayor concentración de oferta, con efecto bajista sobre los precios, y otros en los que la oferta comienza a escasear, lo que tiende a impulsar los valores al alza”, sostuvo.

Aiassa citó el caso de los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre, cuando los precios de la invernada suelen ubicarse entre 2 y hasta 7 puntos porcentuales por encima del promedio general anual. “No obstante, esta curva de comportamiento estacional de precios no solo resulta interesante para comprender la dinámica habitual que suelen tener los valores de determinados bienes, en este caso, el ternero de invernada, sino que también permite proyectar, en base a dicha estacionalidad, el nivel de precios que debería registrar este activo según lo que se ha marcado en cada uno de estos períodos”, señaló.

“Si bien no se trata de una proyección estricta, ofrece una referencia útil para evaluar cuán alineados se encuentran los valores actuales con su propio patrón estacional”, comentó en el último informe del Rosgan.

En este caso, dado que el primer trimestre del año presenta un índice de estacionalidad promedio muy cercano a 1, se toma dicho período como base de proyección. En 2025, los valores registrados en ese trimestre medidos en pesos constantes promediaron $ 3.680 por kilo.

“Por lo tanto, ajustando según su estacionalidad esperada, los precios de referencia para octubre deberían situarse aproximadamente un 4 % por encima de ese promedio; es decir, en torno a $ 3.838 por kilo. Sin embargo, el mercado está convalidando valores que promedian los $ 4.537 por kilo y esto representa una prima del 18 % respecto de lo que correspondería en base al comportamiento estacional histórico”, explicó.

“Claro está que quien convalida esta prima en los valores para la reposición sostiene, por un lado, una expectativa de suba en el tipo de cambio, lo que lo lleva a refugiarse en este tipo de activos. Si bien no se espera un desenlace tan disruptivo como el registrado en 2023, lo cierto es que el mercado está incorporando, en mayor o menor medida, cierto nivel de previsión al respecto”, añadió.

“Por otro lado, y a diferencia de otros momentos en los cuales el ternero fue fuertemente demandado como refugio de valor, atrayendo incluso inversiones provenientes de sectores ajenos a la ganadería, el contexto actual presenta fundamentos mucho más sólidos, no solo para resguardar valor, sino para posicionarse estratégicamente en hacienda”, aseguró.

“En definitiva, quien convalida los valores actuales del ternero lo hace plenamente consciente del valor que está generando cada kilo de carne que este animal aportará, en un escenario donde esta mercadería resultará escasa frente a una demanda creciente y dispuesta a sostener precios firmes durante, al menos, los próximos dos a tres ciclos”, concluyó Aiassa.

La hora del balance

En otro tramo del informe del Rosgan se indicó que, cerrado el tercer trimestre del año, la oferta de animales con destino a faena parece marcar un primer cambio de tendencia. Sin embargo, aún no es posible determinar si efectivamente se está ante un cambio estructural que anticipe un principio de retención o si, en realidad, se trata solo de un repliegue transitorio provocado por la alta volatilidad que ha adquirido el mercado en las últimas semanas y —en este contexto— por la incertidumbre propia de un escenario preelectoral.

Lo cierto es que los datos anticipados por el ritmo de traslado de animales a plantas —se sostuvo— ya han sido confirmados oficialmente, registrándose una faena de 1.169.120 cabezas en todo el mes.

Si bien en números absolutos esta cifra representa prácticamente la misma cantidad de animales faenados en agosto, al llevarla a una base diaria —ajustada por la cantidad de días hábiles computables en cada período mensual— se observa una caída significativa: 8,3 % en relación con el mes previo y 7,7 % respecto de lo registrado un año atrás.

En efecto, se trata de la baja interanual más pronunciada en más de un año que, por su magnitud, bien podría estar indicando el inicio de un cambio de tendencia, aunque aún resultaría prematuro dar por válida esta afirmación.

Paralelamente, al analizar la actividad de los feedlots durante el último mes también se percibe cierta desaceleración en la oferta. A este 1 de octubre, los datos informados por Senasa confirman existencias por un total de 1.915.612 vacunos. Se trata de un 3 % menos que lo reportado el mes pasado, siendo este el tercer mes consecutivo en fase de vaciado.

En concreto, durante el último mes, los corrales recibieron un total de 337.100 vacunos, al tiempo que registraron egresos por 442.442 animales. Esto refleja un Índice de Reposición de 0,76, un cociente muy similar al registrado en agosto.

Sin embargo, lejos de consolidar la tendencia al vaciado —donde el nivel de egresos suele intensificarse o bien los ingresos disminuir más pronunciadamente—, septiembre mostró una ligera retracción tanto en ingresos como en egresos, lo que podría leerse como una señal de impasse en medio de este proceso.

Este año, la dinámica natural de llenado y vaciado de los corrales muestra un adelantamiento —se precisó— de aproximadamente un mes, al compararla no solo con la curva del año pasado, sino también con su comportamiento histórico. En concreto, si efectivamente los campos están alojando una mayor cantidad de animales en sistemas de recría pastoril, este bien podría convertirse en un canal de suministro para los feedlots que les permita extender su período de plena actividad (proveyendo una oferta más sostenida durante los próximos meses).

Si este fuera el caso, más allá del momento coyuntural que pudo haber afectado la actividad de septiembre —y que aún podría estar condicionando octubre—, se estaría comenzando a observar un cambio estructural en la dinámica de producción.

Si bien no se espera un desenlace tan disruptivo como el registrado en el año 2023, el mercado está incorporando cierto nivel de previsión.

Este cambio no solo estabilizaría, al menos parcialmente, las curvas de oferta, sino que, además —y fundamentalmente— permitiría avanzar hacia una producción de animales más pesados de manera mucho más eficiente y sostenible en el tiempo.

Aunque aún incipiente, un primer indicador que respalda esta hipótesis puede observarse en los últimos datos publicados de faena y producción, los cuales muestran que, aun con una ligera retracción en la faena, es posible sostener —e incluso incrementar— la oferta total de carne disponible en el mercado.