Calle Thompson: casas chorizos apareadas, un edificio de diseño y mucho por descubrir
Casas que asoman, otras que se esconden, balcones, ornamentos, rejas: la riqueza de cada cuadra en una calle.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Es una (mala) costumbre conocer a las calles a partir de un nombre a secas, sin referencias alguna de a quien evoca. En el caso de “Thompson”, destino que se quiebra gracias a una placa colocada sobre una fachada, en la esquina de esa calle con la avenida Colón, la cual da cuenta que la arteria rinde homenaje al coronel de Marina Martín Jacobo Thompson (1777-1819), primer capitán de puertos del Río de La Plata.
Más allá de sus sobrados méritos patrióticos, su apellido está además muy ligado a su esposa, María Josépha Petrona de Todos los Santos Sánchez, una de las más activas y destacadas mujeres de la Revolución de Mayo, popularmente conocida como Mariquita Sánchez de Thompson. En la vivienda familiar de Mariquita y de Martín Jacobo se cantó por primera vez el Himno Nacional.
La calle, ese libro
“A lo largo de una cuadra los diferentes edificios hablan distintos idiomas de tiempo, de épocas económicas, de modas, y permiten ver, con en sus estratos la tierra, los cataclismos que ha sufrido”. Ezequiel Martínez Estrada
La práctica de caminar se ha vuelto un tanto más habitual en estos tiempos, convencidos muchos del beneficio que significa para la salud. Esa costumbre es además una oportunidad para mirar lo que por habitualidad y rutina no se mira o reconoce.
Aristóteles, filósofo griego, aprovechaba las caminatas con sus discípulos para hablar y pensar. Por eso se los llamó peripatéticos, del latín “el que pasea”. Otro filósofo, Friedrich Nietzsche, fue también un “pensador errante”, convencido que caminar era la mejor manera de activar el pensamiento. “Solo tienen valor las ideas que llegan a la cabeza caminando. Escribo menos con la mano que con el pie”, aseguró.
Caminar es también la posibilidad de leer ese libro escrito en piedra que es la arquitectura, descubrir su arte, el misterio de un patio, un frente generoso, una decoración escondida. “Las ciudades son libros que se leen con los pies”, escribió el músico uruguayo Quintín cabrera.
La casa de patios
“Se prestan pedacitos/preciados del paisaje,/esquinas y detalles,/a veces un cartel./De mañana se visten/de pan y ruidos nuevos,/de sol al mediodía,/por las tardes café./Su corazón enseñan/tan solo por las noches”. Las ciudades son libros
Inspiradas en las casas romanas –ordenadas las habitaciones alrededor de un patio— por estas tierras se las conoce como casas chorizo, o casa de patios, o casa de los tanos. Vivienda típica de fines del siglo XIX, se resolvían todas con la misma consigna: una tira de habitaciones recostadas sobre una de las medianeras, la cocina cerrando esa línea y una galería exterior protegiendo el pasillo que conectaba cada espacio.
Por decenas se las pueden encontrar en la ciudad. Thompson no es la excepción. Con algunas particularidades, como la de encontrar dos de estas viviendas apareadas, compartiendo medianeras.
Las hay adecuadas a los nuevos tiempos, otras mantienen la belleza de sus galerías sostenidos con modestas columnas de hierro y definidos sus accesos con puertas vidriadas. Ninguna casa chorizo está en el inventario patrimonial local, pero son, por lejos, bienes de altísimo valor arquitectónico, cultural e histórico, el que se entiende con el corazón antes que con el intelecto.
Art decó y un balcón al cielo
Otro estilo común, el art decó, propio de los años 30, sinónimo de glamour y modernidad, de líneas geométricas y decoración abstracta.
En este caso la singularidad de una esquina resuelta en este diseño con la particularidad de ser una casa “preparadas para altos”, pensada con la esperanza de una segunda planta para la cual se deja preparado el balcón, el cual en muchos casos quedó como parte de una sala que jamás existió.
Y también asoman las casa náuticas, con sus curvas en esquina, dispuestas a partir.
Un edificio de firma y diseño
La década del 50 se consolidó del gran cambio edilicio de la ciudad con la irrupción de los edificios en altura, alentado además esa tipología por Ley de propiedad horizontal. A mediados de 1955 comenzó la construcción de este magnífico ejemplo en Thompson y O’Higgins, según un emprendimiento de la firma Francisco Luisoni e hijos, resuelto con un atractivo diseño de entrantes y salientes y la terminación curva de la esquina. Un excelente ejemplo donde el diseño fue protagonista y que no siempre fue prioridad a la hora de resolver esta tipología.
“Locales en la planta baja, cuatro departamentos por piso, todos a la calle, garantizado el ingreso de luz Solar y buena ventilación”, se indicaba.
En la esquina opuesta un modelo de la línea denominada Delta, el VIII, que se impone con una propuesta, que se multiplicó por toda la ciudad, cuya arquitectura responde a otros criterios de diseño y comercialización.
Ladrillo y símil piedra, la combinación
Gratifica una vivienda que ha cumplido casi un siglo y mantiene sus características originales, en referencia en particular a su fachada, la que conforma el paisaje urbano. Es el caso de este chalé de estilo Tudor, estética que se impuso en Inglaterra durante el reinado de esa dinastía, en su momento sinónimo de prestigio y de buen pasar económico.
Techo a dos aguas con marcada pendiente, arcos ojivales, tramas de madera, aberturas labradas, paneles de cristal decorados, son algunos de sus elementos distintivos. No siempre están todos los componentes, pero se detecta su espíritu. Como en este ejemplo, de arcos góticos, apuntados, el remate almenado típico de los castillos medievales, la puerta de madera y su herrería. Y el gran detalle de la terminación combinada de ladrillo visto y revoque símil piedra, dos tonos y texturas diferentes, una contraposición en armonía donde cada una potencia al otro. Muchas veces, en otros modelos locales, se ha pintado todo el frente de un único tono, una intervención desacertada desde el punto de vista patrimonial, una pérdida de la belleza de este contrapunto.
Las casas antiguas
“Todo —la medianía de las casas,/las modestas balaustradas y llamadores,/tal vez una esperanza de niña en los balcones—/entró en mi vano corazón/con limpidez de lágrima”. Jorge Luis Borges.
Queda después el descubrimiento de los frentes con detalles del renacimiento italiano, los ornamentos, decoraciones, flores y capiteles clásicos. Están ahí, sólo hay que encontrarlos y disfrutarlos. Aparecen en los remates las balaustradas, las que con tanta poesía describió Jorges Luis Borges: “Quiero la calle mansa, con las balaustraditas repartiéndose el cielo”.
Final
Un detalle de colección, en Thompson y en cualquier cuadra de la ciudad, lo conforma las rejas de los balcones, herrería artística, y las puertas, con sus maravillosos herrajes –presentes y ausentes--manijas y sus buzones.
Todos detalles que aparecen cuando se camina como un flâneur, aquel paseante que vagaba por las calles de París sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que le salían al paso. O simplemente alguien que quiebra el frenético ritmo de cada día, que asume que no necesariamente el tiempo es dinero y que disfrutar de la ciudad y de su arquitectura es un pasatiempo interesante.