Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

Una generación que soñó y se divirtió entre la efímera democracia y la peor de las dictaduras

Claudia Cesaroni, abogada y magíster en Criminología, cuenta en su reciente libro 1973-1983. Crecer en tiempos turbulentos su experiencia personal en esa época que atravesó entre sus 11 y 21 años de vida. 

Claudia Cesaroni, autora de "1973-1983. Crecer en tiempos turbulentos".

“Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Rayuela, Julio Cortázar.

Nunca resulta sencillo analizar o explicar en toda su dimensión lo vivido en nuestro país en un período tan complejo como el que abarca la década limitada por los años 1973 y 1983, desde el efímero regreso de la democracia (1973-1976), pasando por  la tenebrosa experiencia del gobierno militar iniciado en 1976 y que terminó con el regreso democrático en 1983.

Claudia Cesaroni (Quilmes, 1962), abogada y magíster en Criminología, cuenta en su reciente libro 1973-1983 Crecer en tiempos turbulentos, Editorial Paidos, su experiencia personal en esa época que atravesó entre sus 11 y 21 años de vida. 

Lo hace a través de sus recuerdos, de sus detallados diarios personales, de su experiencia como militante política, mostrando cómo a pesar del clima político enrarecido, del miedo y la incertidumbre, del terrorismo de Estado, hubo una generación que realizó su vida dentro de los parámetros normales, que supo divertirse, viajar, tener deseos, enamorarse, hacerse de amigos, soñar un futuro, leer y ver cine, atravesar crisis familiares y, en algunos casos, difundir sus ideas. 

No es una mirada que ignore lo que ocurría en el país, pero deja en claro que “no todo fue tierra yerma”. En entrevista exclusiva con La Nueva. habla sobre el libro –el décimo de su autoría--, sus sensaciones y cómo en esa época se formó, señala, “su mejor versión como persona”.  

***

“Se habla poco de quienes pasamos nuestra adolescencia durante esos años: no fuimos parte de la generación de los 70 y llegamos mayores de edad a 1983. A veces se nos llama la generación perdida. Yo creo que no lo somos, que se recuperó la democracia, también, desde las múltiples expresiones vitales de las que fuimos protagonistas”. Claudia Cesaroni

--¿Cómo definiría este libro, que es un repaso de un período tan delicado del país pero también una suerte de autobiografía?

--Intenta ser un recorrido personal y colectivo por una etapa histórica muy importante. La década 1973-1983 comienza con un retorno breve de la democracia y el golpe de estado en Chile que derroca (y mata) a Salvador Allende.  Son dos momentos de mucha trascendencia para América latina y para la Argentina. Yo tenía entonces 11 años  y empezaba a tener cierta noción  de lo que luego será mi decisión de militar políticamente, actividad que atraviesa el libro sobre todo a partir de la segunda mitad.

--Ha publicado varios libros. ¿Este es distinto como propuesta?

--No es el primero basado en cuestiones personales. Ya lo hice con Brigadista, que cuenta mi experiencia de la Brigada de café del partido comunista que viajó a Nicaragua en 1985. Un poco el sistema es el mismo: partir de lo personal y luego hacerlo colectivo con testimonios de muchos compañeros. La centralidad de este nuevo libro tiene que ver con mi diario personal pero también hay testimonios de compañeros y de otro libro muy personal como es el de mis nonos paternos que vienen de Italia huyendo del fascismo y dejan su historia de amor y política.

--¿Cómo se gestó esta idea de mostrar cómo, en medio de la dictadura militar, también hubo sueños, amores, proyectos?

--Empezó de una manera curiosa cuando una investigadora que preparaba un artículo sobre las revistas literarias de la época del Proceso me entrevistó por Etcétera, que dirigí en el colegio normal de Quilmes. Allí hablo de aquel momento histórico entre 1977 y 1979. Terminada la nota, ella me dice que mi relato no resulta ni agobiante ni triste ni pesado, sino que escuchó alegría, un tono positivo. Me quedé con esa idea, porque estaba hablando de un momento  donde hicimos campamentos, la revista, hubo amores, militancia, lectura, cine. No todo era tierra yerma –esta fue mi primera idea de título para el libro--  y por eso se me ocurrió contar ese espíritu: las cosas que pasaron en mi pasaje de la infancia a la adolescencia, de los 11 a los 21 años.

--Más allá de sus diarios personales, ¿Qué otras fuentes utilizó para recrear la época con tantos detalles?

--Reuní testimonios compañeros de escuela, familiares, amigas, militantes, libros, mis diarios que escribo desde mis 12 años y una agenda donde guardo todo, anoto cosas por hacer, junto papeles, entradas, cartas de amor, postales.

Militar, cantar y soñar

“Para mi cumpleaños número trece me regalan un disco de un grupo para mi desconocido: Sui Géneris. Se llama Vida (…). Amo ese disco, lo escucho día y noche, me aprendo las letras, las canto con mis amigas, sobre todo Natalio Ruiz y Mariel y el capitán”. Claudia Cesaroni.

***

--Hay una vida propia de su edad, pero también empieza la militancia política. ¿Cómo fue esa vivencia?

--Trato de reflejar, primero, que nadie imaginaba lo que venía con el golpe del 76. Empiezo a militar en la juventud comunista a mis 15 años y esa tarea es protagonista del libro. Ser militante significaba trasmitir una línea política --que después nos dimos cuenta que era incorrecta o que no era lo suficientemente oportuna--, y que repetíamos, aun con dudas, confiando en una disciplina partidaria imprescindible y en la sabiduría del partido. Creo que cuando alguien decide  estar en una organización política puede dar su debate, pero tiene que hacer lo que se impone como disciplina y cuando no está de acuerdo se va, que es lo que yo hice años después. 

--¿Estaban al tanto de lo que estaba sucediendo en materia de secuestros, torturas y un terrorismo de estado brutal?

--Estaban el conocimiento y el desconocimiento, lo que era trasmitido por los medios de comunicación y la información que recibíamos del partido. Para nosotros militar implicaba organizar a los estudiantes, publicar una revista escolar, construir espacios en los barrios, reclamar por los derechos de los vecinos, impulsar movilizaciones gremiales y por la paz, buscar a los desaparecidos. Todo eso lo reivindico y valoro como parte de esa militancia.

--Había además un interés constante por hechos que ocurrían en otras partes del mundo.

--Claro, esa es la impronta de la formación comunista como internacionalista, sentirse hermano de las luchas que existen en cualquier lugar del mundo, como Nicaragua en 1979 o Palestina hoy. Ese es un interés que lamentablemente no está hoy lo suficientemente presente en las discusiones de los jóvenes, como en muchos planos hemos retrocedido muchísimo. 

--¿Tenía miedo cuando militaba en plena dictadura?

--Fui militante desde 1978 y tuve miedo muchas veces, veía con pánico el paso de los Ford Falcon y yo andaba con mi revista por la calle y era secuestrada gente conocida. Pero el miedo nunca me paralizó. 

--En su libro señala algunas similitudes entre decisiones tomadas por el gobierno de Jorge Rafael Videla y el actual de Javier Milei.

--No comparo los gobiernos, pero sí destaco, y no tengo dudas, que el proyecto económico de José Alfredo Martínez de Hoz (Ministro de economía 1976-1983) es el mismo que busca imponer este gobierno. Que además está reduciendo el espacio democrático y construye enemigos en los zurdos, kirchneristas ó los que ponen carteles de Evita. Es clara la similitud en esos planos.

La fiesta de todos

“Al fin llegamos al obelisco, saltamos, gritamos, nos desahogamos cada una y cada uno por los motivos que prefiera, además del futbolero, y fuimos felices”. Claudia Cesaroni, 1973-1983 Crecer en tiempos turbulentos.

***

--A dos años del golpe militar se jugó el Mundial de fútbol. ¿La gente estaba al tanto de lo que estaba ocurriendo con los secuestrados?

--Algunos sabían parcialmente, otro elegían no saber. Mucha gente cuando veía una detención en la calle hacía lo mismo que ahora cuando la policía entra pateando la puerta de una casa: piensa que van a buscar a un delincuente. Hoy tampoco se reacciona --no comparo las motivaciones-- porque la gente común duda en intervenir o no, sea por miedo o por no meterse en un lío, por lo que sea. Si entran golpeando la puerta de tu vecino y gritando la policía, te quedás adentro. Creo que mucha gente salió a festejar el mundial, yo incluida, porque era parte de ir a la calle, de gritar y ser felices, otros porque les importaba el fútbol y algunos sabían que había una situación complicada, con gente detenida que no se sabía dónde estaba pero a la vez entendían que era justo festejar este triunfo.

--¿Sigue siendo la izquierda una propuesta política viable y válida?

--Creo que las ideas por las que yo milité y las que fui conservando están vigentes. Son acompañadas en algunos momentos históricos y en otros no. Nada está del todo dado, al punto que nadie podía creer que una idea del siglo XIX iba a ser triunfante y sin embargo se impone en este momento en el país. Yo creo que se debe seguir dando batalla por una sociedad más justa, igualitaria, respetuosa de las necesidades y los derechos de las personas.

Lo inexplicable de una tortura

Claudia Cesaroni fue directora de la Oficina para América latina de la Asociación para la prevención de la tortura y es integrante del Consejo Consultivo del Mecanismo Local de Prevención de la Tortura en CABA. De allí la consulta sobre cómo se puede entender o explicar el irracional y brutal uso de la tortura hecho por los militares entre 1976 y 1983.

“No sé si puedo dar una respuesta. Entender como el pueblo alemán toleró o normalizó esa práctica en la Segunda Guerra Mundial o como hoy el estado de Israel comete un genocidio sin que provoque un escándalo en el mundo. Creo que lo que define estas situaciones es la construcción de un enemigo tan despreciable que es posible destruirlos, quemarlos vivos, bombardearlos o cortarlos en pedazos sin que eso genere demasiada oposición de parte de una sociedad que construye la idea de que “algo habrán hecho y por algo será”.

"Eso sucedió en 1973-83 y ocurre en la actualidad con episodios de violencia estatal en las calles, cuando se mata por la espalda a alguien que quiso robar un celular o se acepta el linchamiento de un pibe que roba una campera”.

Cosas sueltas

Ejemplo. “Las Madres de la Plaza de Mayo son mi vara, emblema y ejemplo. Creo que ha habido un ensañamiento brutal y una falta de respeto a las Madres y a las Abuelas que para mí siguen siendo una vara ética y un movimiento político que sigue enseñando”.

Lectura. “La carta abierta a la junta militar que publicó Rodolfo Walsh en 1977 es el mejor documento político de los últimos 50 años. Mientras fui docente lo utilicé para explicar la dictadura cívico militar de 1976 y trazar paralelos en su momento con el macrismo y lo mismo haría ahora. Debería ser material de lectura obligatorio, para discutirla, no solo por su contenido sino por lo brillante, envidiable, maravillosa y certera pluma de Walsh. Nada describe mejor lo que fue la dictadura que esa carta”.

En primera persona. “No me defino como escritora sino como alguien que escribe. He trabajado y estudiado periodismo. Esa es mi práctica: aprendo a escribir escribiendo, eso intento”.

Tiempo. “Soy disciplinada para escribir. Cuando encuentro un tema  que me apasiona necesito disponer de mucho tiempo, días enteros en los cuales escribo, leo, miro películas, hago entrevistas y pienso. Para eso necesito que no sea interrumpido. Los días enteros de trabajo son los que me rinden”.