Bahía Blanca | Lunes, 13 de mayo

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Obras en construcción: las redes respondieron y la prevención tuvo sus frutos

Por ordenanza, los edificios deben estar envueltos con una red para cumplir determinadas condiciones en cuanto a su calidad y colocación para evitar eventuales caídas de objetos.

Una escenografía reciente en la ciudad. / Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva
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Las tragedias debieran dejar siempre una enseñanza, un alerta, un despertar de los sentidos a la ejecución de determinadas obras o a la implementación de cuidados para que, en caso de repetirse circunstancias similares, las consecuencias no sean las mismas.

La referencia es a la prevención y a la actitud de tomar recaudos a partir de un hecho, que se pudo haber evitado, y anticiparse a futuras consecuencias indeseadas.

El temporal del pasado sábado 16 en nuestra ciudad mostró, al menos, una medida preventiva que tuvo resultado positivo y que disminuyó los daños que podría haber generado de haberse mantenido las condiciones anteriores.

El caso se verificó en las obras en construcción, sobretodo en edificios en altura, las cuales se multiplican en toda la ciudad en distintas etapas de ejecución y que conforman un elemento de riesgo, tanto para los trabajadores como para los ocasionales caminantes, debido a la cantidad de elementos sueltos que suele haber en sus pisos.

En noviembre del año 2020, el Concejo Deliberante local sancionó una ordenanza buscando mejorar las condiciones de seguridad de estas obras.

Lo hizo a partir del fatal accidente sufrido en noviembre de 2019 por Mónica Haring (57), quien resultó impactada por una madera que cayó de un edificio en calle Gorriti al 100.

En el caso de la construcción, cualquier intervención preventiva jamás debe ser pensada como un gasto que se debe evitar.

En 2013 había sucedido algo similar, cuando un tirante salió despedido de un piso —en altura— de calle Brandsen y San Martín e impactó en la cabeza de un ciclista.

En ese contexto hubo un trabajo conjunto de funcionarios, colegios, empresas constructoras y profesionales de la construcción para mejorar la seguridad asumiendo “que el trabajo en altura trae aparejado riesgos de caída de objetos”.

Las condiciones climáticas locales —donde el viento es protagonista permanente— aumenta claramente esas posibilidades.

Luego de un período corto de trabajo se adecuó y actualizó la normativa existente, estableciendo la obligatoriedad de colocar vallas, pantallas de protección, pantallas móviles y protecciones por pisos.

A partir de entonces, los edificios en altura deben estar envueltos con una red, cumpliendo determinadas condiciones en cuanto a su calidad y colocación, de modo de cubrir “todas las posibles trayectorias de caídas con una resistencia adecuada a las cargas a soportar”.

La lectura

El ingeniero Ariel Arias, titular de la empresa Benedictino, coincidió en señalar el buen funcionamiento de ese sistema.

“Siempre queda algo arriba de las losas: maderas, recortes de chapa, un casco, una herramienta. Con el temporal no vimos que haya caído algo. Funcionaron muy bien las redes; incluso, con un viento que en algunos casos torció parte de las pantallas”.

En similares términos se manifestó el ingeniero Pablo Ascolani, directivo del Colegio de Ingenieros.

“He visto algunos edificios donde se desacomodó un poco esa protección, pero así y todo trabajó muy bien. Nosotros no tuvimos denuncias de que hayan caído materiales a la calle o en casa de vecinos. Incluso, con ráfagas donde un material suelto podía haber superado cualquier obstáculo. Eso no pasó”.

“Sin dudas, las redes han ayudado muchísimo. De no haber estado hubiese habido, seguramente, una importante caída de elementos, con todo el riesgo que eso implica”, señala el ingeniero Horacio Fioritti, especialista en Seguridad e Higiene.

Por último, el ingeniero Daniel Galak —de la firma Galak- Wassserman— reconoce que “gracias a las redes las consecuencias no fueron peores”, más allá de que se trató de un fenómeno inusitado capaz de superar cualquier protección. “Las consecuencias podrían haber sido mucho peor”, aseveró.

La moraleja es que toda intervención preventiva jamás debe ser pensada como un gasto que se debe evitar, sino que, claramente, se trata de una inversión a favor de la salud pública.

En el caso de la construcción se trató de una adecuación simple, una modalidad que ya tenía un uso probado en otras ciudades y a través de una normativa que se cumple con adecuada regularidad.