Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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La masacre de Hamas: el silencio que cayó sobre nosotros

La embajada de Israel mostró un video de 43 minutos para concientizar sobre el horror del ataque de la organización terrorista, el 7 de octubre, en Gaza. La Nueva fue testigo.

El silencio aplastó la sala de proyección en la Embajada de Israel en Buenos Aires. Y entonces funcionarios, líderes sociales, artistas y periodistas salieron de los escombros de la barbarie que pasó delante de sus ojos a lo largo de los 43 minutos que duró el crudísimo video con que la cancillería de Israel le está contando al mundo el horror que vivieron la mañana de 7 de octubre,, cuando terroristas de Hamas lanzaron la peor matanza de judíos desde el Holocausto.

“La idea de mostrar esto es para que se sepa que existió, que entraron hasta las casas”. Así lo explicó a los asistentes el embajador en la Argentina Eyal Sela. El diplomático estuvo acompañado del Agregado de Defensa israelí, Coronel Amit Guy. Ambos fijaron las condiciones del evento. Por respeto a las víctimas, estaba prohibido filmar, tomar fotografías o grabar las escenas que se proyectaron en dos pantallas ante unas cien personas.

Por supuesto, nadie lo hizo. La pantalla mostró una sucesión de esos hechos inusuales (por fortuna) que son capaces de hundir la avidez periodística, la sensación de que se está frente al horror puro, a la negación de la humanidad. ¿Para que multiplicar esas imágenes? Bastan las palabras.

"... entraron hasta las casas"

Dos niños, filmados desde la cámara de seguridad de su propia casa, lloran desconsolados en el idioma universal en el que lloran los niños desconsolados la muerte de su padre. Hace unos instantes, el padre se había arrojado sobre ellos para protegerlos. Murió por la granada que un Yihadista les arrojó desde dos o tres metros. Ahora el Yihadista y su fusil están con los niños en la sala. El terrorista abre la heladera, los chicos, de unos 10 y 8, lloran por su padre y piden a gritos y mocos por su madre. El Yihadista les dice que "Ala es Grande".  El hermano mayor le pregunta llorando y en pánico al menor si puede ver "con ese ojo". El más chico le dice que no. Tiene la cara llena de sangre y el ojo estallado. El Yihadista repite "Ala es Grande" y toma jugo de la heladera.  Afuera otro terrorista patea el cadáver del padre. "Muere perro"

"Lo que más me duele es ver cómo festejan (los asesinatos)”; dijo también el embajador. Es que para Hamas cada muerte de un judío, hombre, mujer, niño o niña, es una fiesta "por estatuto". En el acta de fundación dice textualmente "El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes no luchen contra los judíos y les den muerte. Entonces los judíos se esconderán detrás de las rocas y los árboles, y estos últimos gritarán: 'Oh musulmán, un judío se esconde detrás de mí, ven a matarlo'". El 7 de octubre hicieron esto unas 1.200 veces.

Una mujer, que da la sensación de ser muy joven, se esconde bajo unos almohadones en una salita de un jardin de infantes. Es un gesto desesperado e inútil. Apenas alcanza a ocultar su cabeza, el resto de su cuerpo la expone. Entra un terrorista y le dispara. "Oh musulmán...". La imagen es de la cámara de seguridad del establecimiento.  En otro sitio, varios jóvenes corren espantados. Son filmados por la bodycam de un terrorista. Uno de los jóvenes cae por las balas allá adelante. Parece un estacionamiento. Acá, una muchacha  se ha ocultado debajo de un auto. También vanamente, también su cuerpo lo expone. Un terrorista lo descubre y la mata a la pasada. "Oh musulmán". Otros terroristas disparan contra las puertas de los baños químicos dispuestos para el recital que se estaba desarrollando cuando el ataque. "Oh musulman" En otro sitio varios jóvenes que habían asistido a el recital se filman con sus celulares, escondidos, abrazados, apretados, susurrando el pánico. Oyen explosiones, se tapan los oídos, lloran.  Todos son asesinados. "Oh musulman, un judío de esconde..". "Ala es Grande".

En Gaza miles suben a sus redes sociales los festejos en las calles, mientras los secuestrados son expuestos como trofeos de caza y los cadáveres mutilados.

Por la radio, un jefe de Hamas piden decapitaciones. No es tan fácil decapitar a una persona. Se requieren varios golpes con una asada, el cuello resiste. "Muere Perro", se oye todo el tiempo. Al final, también se festeja.

Esa mañana, Hamas asesinó, torturó, decapitó a 1.200 personas y secuestró a 240. Fue el mayor ataque terrorista antisemita de la historia. Al mundo lo alcanzaron estos 43 minutos de horror, los 43 minutos que desataron entre los invitados al 701 de la Avenida de Mayo, donde funciona la embajada de Israel, el silencio más pesado y doloroso que este cronista haya oído alguna vez.

Afuera, con el tránsito cortado, una manifestación con tambores y redoblantes agitaba banderas de Palestina.

“Cada uno que no condena esto, premia a Hamas", había dicho un rato antes el embajador Eyal Sela.