Losetas para una cubierta que es una maravilla
La cubierta del estadio Osvaldo Casanova del club Estudiantes es una obra de ingeniería que todavía maravilla e impacta por su diseño y resolución estructural
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 64 años, en enero de 1959, avanzaba la colocación de las losetas que conformaban la cubierta del estadio de básquet del club Estudiantes de nuestra ciudad.
Ubicado en Santa Fe 51, las tribunas rodenado el campo de juego fueron construidas en 1939, según un proyecto del arquitecto Manuel Mayer Méndez. Su cancha de polvo de ladrillo y su impactante iluminación lo convirtieron en el más moderno y avanzado de Sudamérica. "Es como la cancha de River en miniatura", comentó la revista El Gráfico.
Pero el hecho de ser una cancha a cielo abierto conspiraba contra el juego, en una ciudad donde los vientos marcan presencia constante. Por eso en 1958 la dirigencia alba concretó la construcción de la cubierta, aceptando una singular propuesta de los ingenieros Néstor Distéfano y Ricardo Arrigoni, y el arquitecto Pedro Doiny Cabré. "Techaremos el club --explicó Emilio Lobato, presidente de la entidad-- mediante una bóveda elíptica, con un modernísimo procedimiento de losa ovoide, sin vigas ni hierros a la vista".
Se trata de una cubierta colgante, con cables de acero separados 50 centímetros unos de otros, anclados en dos arcos de hormigón, uno en cada extremo del estadio. Mientras se colocaban los cables, en el piso de la cancha se construían las losetas de 50 cm por 1 metros y 6 cm de espesor, con un par de ganchos en sus bordes laterales. Colocados tablones sobre la malla, los obreros comenzaron a enganchar las losetas a los cables, comenzando por el centro y avanzando hacia los extremos. Cuando las 4 mil piezas fueron colocadas, la estructura tomó la forma de una “silla de montar”.
Luego se llenaron las juntas con mortero y, por último, se colocó un recubrimiento asfáltico. En marzo de 1959, la obra estaba terminada. Curiosamente el primer uso del estadio cubierto no fue un partido de básquet sino un muy concurrido y colorido baile de carnaval.