Bahía Blanca | Martes, 19 de marzo

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Las ventas de garaje, una postal que se impone en los barrios de Bahía

Es cada vez más común encontrarse con una exhibición peculiar de una serie de artículos usados, ubicados en las fachadas de las casas o en las propias veredas.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

   Por la crisis económica que atraviesa nuestro país, la venta de ropa usada y de todo aquello que sume a juntar algunos pesos extras mueven a personas de diferentes edades para satisfacer necesidades.

   El persistente e indetenible proceso inflacionario impulsó nuevas modalidades que apuntan al mismo objetivo: ‘rebuscársela'. 

   Un ejemplo es el de las ya clásicas ferias de garaje y, ahora también, quienes compran ropa en las ferias y luego la revenden para ganar, aunque más no sea, una pequeña diferencia.

   En los últimos años se han incrementado las ventas de garaje, eventos que se realizan generalmente los fines de semana y que atraen a bastante público, ya que su finalidad es la transacción de bienes particulares en lugares residenciales.

   En Bahía son una realidad in crescendo, con puntos de venta “casi” fijos en distintos barrios del macrocentro y la periferia.

   En el transitar por las calles bahienses, cada vez se hace más común encontrarse con una exhibición peculiar de una serie de artículos usados, ubicados en las fachadas de las casas o puestos en exhibición sobre las mismas veredas.

   Aunque las ventas de garaje no son nada nuevo, ni mucho menos algo autóctono, se ha vuelto curioso el número de personas que se están viendo obligadas a desprenderse de sus pertenencias para garantizar una fuente de ingresos alterna que le permita paliar la situación de precariedad.

   Entre los propietarios se encuentran quienes venden ropa usada (y los más variados objetos, como muebles o electrodomésticos) con un objetivo particular, como abonar una escapada de fin de semana o hasta la fiesta de egresados. 

   Pero la realidad nos demuestra que la mayoría de quienes emprenden este tipo de negocios sólo piensan en juntar dinero extra para pagar impuestos o gastos de tarjeta.

   En la actualidad, los feriantes no solo venden ropa sino que también la compran para revender.

   ¿Cómo puede ser valorada una prenda y cómo se fijan los precios? Hay que tener en cuenta que son cosas de segunda y la ropa a diferencia de otros bienes, no se cotiza con el tiempo, sino por el contrario pierde valor.

   Sin embargo, la filosofía de las personas que emprenden este tipo de transacciones se basa más que todo en el estado actual de la prenda, es decir, en sus cualidades físicas. 

   Es, entre otras cosas, una invitación a dejar a un lado las tendencias efímeras y valorar más la ropa, o lo que fuera puesto a la venta, por su estado más que por su marca.

   Por eso, en la mayoría de los cosas, se fijan los precios teniendo en cuenta estos factores: qué precio tiene nuevo en el mercado, el estado en el que se encuentra y qué tan especial es.

   Hay también una cuestión ecológica de por medio. Cuando se adquieren estas prendas u objetos, se extiende su ciclo de uso, evitando más contaminación y consumo de los recursos y energía que implica la producción de nuevos productos. 

   Y claramente siempre será más barato adquirir algo necesario de este modo que comprarlo a estrenar. 

Algunos ejemplos

   “Me pasa bastante seguido que vienen a venderme bolsones con ropa, o también prendas sueltas, que compro y luego vuelvo a vender. Me ayuda a darle variedad y continuidad a mi venta de garaje”, contó Elsa, que aprovechó un espacio vacío de su vivienda en el barrio Pedro Pico para generar su fuente de ingreso individual. 

   Y agregó: “abro solamente los sábados y lo hago porque necesito el dinero, ya que con la jubilación no me alcanza. Pero también es algo que disfruto hacer, por el contacto con la gente”.

   “Lo que más vendo son remeras, pero también zapatillas, vestidos y pantalones. La economía golpea fuerte el bolsillo de todos y no queda otra que rebuscarnos para llegar a fin de mes”, cerró.

   Brenda tiene 18 años y hace feria junto a su madre en el garaje de su casa, en el barrio Almafuerte.

   “Siempre algo se vende. Exponemos lo que creemos que ya no es necesario en nuestra casa. Y todo lo recaudado es para mí fiesta de egresados que será en diciembre. En definitiva, lo único que arriesgamos es algo de tiempo libre”, dijo.

   A menos de 20 cuadras del centro bahiense, en el barrio Pacífico, las amigas Candela y Carla comenzaron su feria hace poco, con el objetivo de abaratar los costos de un viaje que ansían concretar.

   “Empezamos con ropa que ya no usamos y nos fue bastante bien así que rápido conseguimos ropa de nuestros hermanos y nuestros papás para poder seguir. No tenemos gastos para hacerlo, sólo nuestro tiempo. Y la idea es poder viajar con la plata que juntemos”, dijeron casi a coro.

   En el garaje de Jorge, en Tiro Federal, se puede encontrar literalmente de todo. Desde una tuerca hasta electrodomésticos.

   “Quién iba a creer hace cinco años que la ropa usada se iba a vender. Antes no era rentable porque a la gente que se le rompía un ventilador o cualquier cosa de su casa, compraba uno nuevo. Ahora son pocos los que tienen esa posibilidad”, dijo.

   Lo que comenzó siendo un pasatiempo, terminó siendo una alternativa de ingreso y de supervivencia.

   “Este año esto tuvo más auge porque la gente se vio en la necesidad de buscar cosas más baratas debido a que los costos se fueron para arriba”.

   En la feria casera de Jorgelina, en el barrio San Roque, abundan los juguetes para niños, artículos para bebé y incluso una escalera de madera.

   “Yo creo que las ventas de garaje son muy buena opción, tanto para quienes las hacen, como para quienes compran en ellas. Traen beneficios para los organizadores porque uno siempre tiene algo de ropa guardada que ya no usás, algo que ya no te queda bien, cosas así, que antes no se podían vender en otro tipo de eventos, y las ventas de garaje te dan ahora la oportunidad de que sacas un dinerito y con él te podés comprar otra cosa que precisás”, destacó.

   Precisamente, muchas personas se han lanzado a la realización de estas ventas porque es algo que se puede hacer desde su propia casa, en horarios libres, y sin demasiada inversión. 

La tecnología, a favor

   Cuando se acerca el fin de semana muchos estados de Whatsapp invitan a las tan ansiadas ventas de garaje, que ya no sólo anuncian sus fechas a través de las redes sociales, sino que han incursionado en la creación de grupos en redes, como Facebook o Instagram, donde los organizadores publican sus productos, las personas pueden reservarlos, asistir al lugar donde se realice la venta con su prenda garantizada y, una vez allí, efectuar el pago.

   “Surgió de la mano de la moda circular. Por la crisis y la inflación, el mercado de lo usado suma cada vez más seguidores. La diferencia es que aquellas viejas y conocidas ventas de hoy se reinventaron: se hacen en vivo en las redes sociales”, manifestó Fernando, uno de los que organiza ventas en su casa y que las promociona por las redes sociales más utilizadas.

   Antonela, que creó el espacio “Vuelta a lo vintage” para darle una segunda chance a la ropa usada, cuenta que hace dos años creó una tienda on line pero luego la cerró porque tenía costos altos y debía subir bastante los precios de las prendas. 

   “Empezamos a implementar la venta por redes y la verdad que nos funciona muy bien. A diferencia de la tienda on line, en los vivos hay un canal de comunicación directa, donde la clienta puede tener una conversación con la persona que está del otro lado, la puede asesorar”, sostiene.

   Los primeros clientes que tuvo fueron sus amigos y allegados. Luego, fue pasando de boca en boca y ahora ven sus vivos una buena cantidad de personas que ella no conoce. 

   “¿Cómo hago para mantener a mis seguidores conectados? Hago un regalo entre los que compran ropa, pongo su nombre en un papel y hago un sorteo. El que me contesta “estoy”, se lleva su premio. Aparte de tener mi ganancia, saco de ahí para comprar más ropa y seguir vendiendo”, detalló.

   Yamila contó que se le ocurrió una feria americana en la pandemia. 

   “Primero empecé a publicar a través de Instagram ropa mía y de mi familia que ya no usábamos. Como vi que vendía bien empezamos a hacer vivos en Facebook. Es fundamental hacer una buena campaña y que los vivos se viralicen. Lo complicado es que la venta es de palabra y a veces no pasan a retirar las prendas”, manifestó. 

   “Comunidad Trueque” es una app que propone crear una comunidad para el intercambio de bienes. 

   Es la primera plataforma para facilitar el intercambio de bienes y servicios mediante el canje o pago en especies. Cuenta con un marketplace en el que se ofrece a los miembros de la comunidad aquello que se quiere canjear.

   La app también permite la interacción entre sus miembros. El emprendedor combinó tecnologías y redes de cooperación para la creación de categorías y catálogos de publicaciones que ofrecen los usuarios en sus perfiles. 

   Con esto, busca potenciar y aumentar las probabilidades de concretar operaciones con usuarios del mismo rubro.

   La app busca incrementar el "consumo colaborativo", que trae beneficios no solo económicos, sino también ambientales. La única condición es que los objetos ofrecidos deben estar en buen estado.

   Se puede acceder a categorías como Indumentaria, Juguetes, Libros, Celulares, Muebles, Rodados, Electrodomésticos, Instrumentos musicales, Marroquinería, Tecnología, Computación, Reparaciones y Oficios, entre otras.

   En términos prácticos, los beneficios son numerosos. La familia puede obtener ingresos, es una ocupación más noble para las personas que no pueden salir de casa y, además, es una posibilidad de emprendimiento que puede perfeccionarse y crecer.

   En definitiva, obtener ingresos extras, ocupar el tiempo, renovar espacios de las casas y hasta recolectar fondos para determinadas causas, sobresalen entre los beneficios que tienen estas ventas de garaje que ya son una postal cotidiana en nuestra ciudad.