Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Plaza Tambor de Tacuarí: piden ayuda para evitar que los árboles mueran de sed

Robaron la segunda bomba de agua en tres años y ya no hay quién atienda los pedidos de riego. Isabel Trujillo, vecina que impulsó y protege este lugar, ubicado en Chaco al 1200, ya no sabe a quién recurrir para salvar a las especies plantadas con tanto amor.

Ejemplares plantados en esta plaza que nació hace 33 años están sin riego desde 2019. Fotos: Emmanuel Briane- La Nueva.

   Anahí González Pau
   agonzalez@lanueva.com

   “Está todo seco. Una cosa es contarlo y otra es verlo. Algunos árboles tienen una sola ramita que está pidiendo agua porque están muriendo”.

   Isabel Trujillo está desesperada. Es la vecina que más ha hecho por este espacio verde que cumplió 33 años el 14 de octubre pasado y no quiere ser quien vea morir de pie a los árboles que aún resisten, ajenos a los motivos de la desidia y el abandono.

   El relato es desgarrador porque se percibe la impotencia de una mujer fuerte y luchadora que agotó todas las instancias y canales institucionales para evitar que estos seres vivos sigan sufriendo y aunque continúa sin lograrlo, no baja los brazos. 

   “Cuando uno tiene sed va corriendo a la canilla. Los pájaros, los perros, los gatos, van a un charco, pero los árboles tienen los pies clavados en la tierra ¡No se pueden mover! ¡Entonces, mueren de sed, desesperados!”, dijo Trujillo, muy afectada.

   “En estos días de calor, digo: ¡Qué tristeza morir de sed, Dios mío! ¡Qué horrible debe ser para ellos, que son seres vivos!”, expresó con angustia.


Sin agua. Ya murieron varios ejemplares, y a este ritmo más están en camino.

   Se resiste a pensar que Tambor de Tacuarí (ubicada en Chaco al 1200) sea una plaza destinada a desaparecer sólo porque no cuenta con padrinazgos políticos ni banderas partidarias en su fundación. Solo por haber nacido por el ímpetu de la comunidad, por su iniciativa y or ser parte de una obra mayor que ha crecido al amparo de muchas buenas voluntades.

   El complejo, en inmediaciones de la plaza cuenta con biblioteca, vivero y salas de actos, y alberga más proyectos para beneficio de los chicos del barrio.

   La historia de esta sequía data de abril de 2019, cuando Trujillo denunció en la comisaría el robo de la bomba de agua de la plaza. Es decir que, el  verano 19-20, sin bomba, no se pudo regar nada. Entonces, los árboles se empezaron a secar.

   Llegó el 20-21 y la vecina seguía pidiendo, pidiendo y pidiendo agua.

   Finalmente, luego de hacer pública esta situación en los medios de comunicación, obtuvo una respuesta.

   El intendente Héctor Gay le aseguró que la bomba estaba comprada y solo restaba colocarla. De común acuerdo evitaron instalarla en invierno del 2021, para evitar el riesgo de que sufriera el mismo destino que la anterior bomba. Creyeron que en invierno estaría más expuesta a los hurtos.


La bomba de agua no duró nada. Se desconoce quiénes se la apropiaron.

   Pero estas precauciones no fueron suficientes. Aunque la bomba se colocó a principios de diciembre, pocos días después, la robaron. Ni siquiera alcanzaron a usarla para regar el espacio en los primeros días porque le faltaba la cañería de riego y el agua no circulaba.

   ¿El resultado? Los árboles siguen sin tomar agua. La vecina, sigue pidiendo ayuda. No se resigna, simplemente, a verlos morir.

   ¿Qué se puede hacer mientras tanto? Una solución, para paliar momentáneamente la sequía, y salvar a los árboles, podría ser el riego a través de camiones o a mano, con agua de red, contratando alguna persona que lo haga pero, hasta el momento, si bien el delegado planteó este tipo de propuestas, las opciones no se hicieron efectivas. 


Isabel y su hijo Rosamel, en una foto de archivo de La Nueva. Por cuestiones sanitarias no fue posible tomar una imagen actual.

   Isabel no se da por vencida pero, por ahora, solo puede ver, con mucho dolor, que mientras ella sigue golpeando puertas, los ejemplares están cada vez más mustios. Y cada día es una cuenta regresiva hacia un destino que podría evitarse.