Plaza Tambor de Tacuarí: un espacio mítico que está perdiendo sus árboles
Hace dos años que robaron la bomba y la cañería de riego del paseo. Desde entonces no se ha logrado que el municipio reponga el sistema sustraído.
Por Mario Minervino / [email protected]
No es correcto decirlo. Por decoro quizás. Pero sé que no se va a molestar: Isabel Trujillo tiene 81 años y sus ojos se llenan de lágrimas mientras repasa los distintos logros que fue obteniendo para un sector del barrio Noroeste que todos han sentido nombrar y que quizás pocos conocen.
Es el alma mater de la plaza Tambor de Tacuarí, ubicada en calle Chaco al 1200, inaugurada hace 33 años, y de todo un complejo que incluye biblioteca, vivero y salas de actos.
Ella es la responsable de haber incentivado a los chicos a trazar esa plaza, cuidarla y mantenerla. Un paseo que es parte de esa obra que no deja de crecer a pocos metros del lugar para uso de toda la comunidad.
Isabel usa sombrero. Y lo decora con flores. Camina el lugar, siempre acompañada por Rosamel, su hijo. Lo camina y lo disfruta, recuerda cuando era nada y de nadie, imagina las obras que vienen, sueña con espacios a construir, no deja de hacer.
Muestra orgullosa el vivero, la biblioteca, las salas de lectura, la cocina. Y todos esos ambientes impregnados por El Principito, uno de los libros más editados en la historia de la literatura y cuyos descendientes de su autor, Antoine de Saint Exupéry, se han encargado de colaborar con este lugar, en una comunión que se extiende hasta hoy.
Dentro de la biblioteca, sobre una mesa, está la reproducción a escala de un Laté 25, el avión que piloteaba Saint Exupéry entre nuestra ciudad y Comodoro Rivadavia mientras fue director de la Aeroposta Argentina, entre 1929 y 1931.
El avión, una maravilla, una obra de arte, estaba sobre el techo de la biblioteca, casi a modo de veleta, pero los mismos vientos que en cada vuelo lo desafiaban en la Patagonia fueron los encargados de arrancarlo de ese lugar original.
Pero más allá de sus logros Isabel tiene hoy una pena. La misma que tendría cualquier persona que ve como una parte de su trabajo sufre por la falta de respuestas de quienes debieran asumir esa responsabilidad.
La plaza, ese lugar
La plaza del Tambor de Tacuarí es un hermoso lugar. Con árboles añosos y juegos y bancos. Cuenta como espacio verde de calidad. Pero desde hace un par de años ha sufrido un acto que la afecta de manera notable: se quedó sin riego.
Hace dos años, 735 días contaría el Principito, que le robaron la bomba que sacaba agua de una perforación.
“Primero se llevaron la tapa que cubría la bomba. Hice la denuncia porque era evidente que después venían por la bomba. Nadie hizo nada y a los pocos días se la robaron”, recordó Isabel.
Pero no sólo eso. También los delincuentes se ocuparon de quitar la cañería de riego que recorría el paseo. Desde entonces la plaza es una plaza sin agua. Fatal para muchos de los árboles plantados con tanto amor y dedicación.
“Contamos ya 13 árboles secos por falta de riego. No hay modo de salvarlos”, agregó.
Isabel lleva dos años moviendo cielo y tierra para que la municipalidad le reponga la bomba y la instalación.
“He visto a todos, le he escrito al Intendente, hablé con los delegados, con concejales. Dos años sin una respuesta para poder volver a disponer de riego”.
Mientras lamenta esa situación –que le resulta además inexplicable—se entusiasma nuevamente con la nueva obra del lugar: el asteroide, una construcción que utilizarán los abuelos del barrio para juntarse, charlar, jugar al tejo.
Quizás un día, ocupada en otros menesteres, escuche una voz preguntando donde hay que colocar la nueva bomba y las cañerías. Entonces le parecerá un sueño, como el día que le preguntaron donde quería que pusieran los picos para el gas en la biblioteca y la cocina.
Para Isabel y los chicos la plaza es importante. Porque entre ambos se han domesticado y, se sabe, uno es responsable para siempre de aquello que ha domesticado.