Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Los cubanitos, un símbolo de la identidad bahiense que se sigue afirmando

Miles de personas los eligen para acompañar sus paseos. Un amante de esta golosina publicó un mapa con los carritos que hay en la ciudad y otro, excandidato a intendente, asegura que puede ser clave en la creación de una identidad gastronómica local. ¿Es cierto que nacieron en Bahía?

Fotos: Jano Rueda-La Nueva.

Valentina Manfrin / vmanfrin@lanueva.com

   La primavera es la época dorada de los cubanitos. Basta con una tarde soleada de 20 grados para ver los espacios verdes de Bahía Blanca repletos de personas que salen a tomar mates acompañados de esta golosina.

   Con precios que rondan entre los 30 y 50 pesos, el tan característico cucurucho cilíndrico relleno de dulce de leche hoy tiene cada vez más versiones: además de bañados en chocolate, los hay cubiertos con frutos secos, rellenos con crema de avellanas, maní, limón, banana, oreo, helado… y la lista sigue.

   El cubanito, cual “pero” al final de la oración, es parte de la identidad bahiense. Como suele ocurrir con las comidas, existen diferentes versiones que explican su origen, y varias de ellas lo radican en Bahía Blanca.

   “Yo creo que es algo re típico de acá y creo que la gente lo cree propio, también” dice Sol, atendiendo un puesto de cubanitos en la zona del barrio Palihue.

   Pero además de ser reconocidos por los bahienses, cuenta que también lo son desde afuera: “Hay algo que es muy loco, que me ha sorprendido: mucha gente que viene de paso, de viaje, frenan acá, se llevan los cubanitos y siguen viajando”, cuenta.  

   Emiliano, que vende cubanitos en un carro del Paseo de la Mujer, recuerda: “Una vez que estaba en el parque, vino una chica de Buenos Aires, donde los cubanitos casi no existen, y dijo: ‘entré al parque y en 500 metros me crucé 10 carros’, así que impacta un poco al que viene de afuera”.

   “Ahora está el tema de que en el parque no puede haber más carros, porque está directamente explotado y tenés que buscar otra alternativa, digamos” añade el joven, cuyo padre es dueño de 5 carritos en la ciudad.

El mapa cubanitero: ¿dónde encontramos a los carritos?

   Desde un blog de gastronomía bahiense, elpancito.ar, tuvieron la idea de crear el mapa cubanitero, donde reúnen a todos los puestos de venta de cubanitos: “Bahía merece tener mapeadas todas las opciones que existen para conseguir la golosina más local que existe”, escribe Diego García.

   Se trata de un mapa colaborativo, donde los usuarios pueden cargar el carrito que falta a través de un formulario. Tuvo una gran repercusión: “A los que teníamos se nos sumaron unos cuantos puntos más que la gente nos fue comentando”, contó en diálogo con La Nueva. Además, el mapa obtuvo un reconocimiento de la oficina de turismo de la Municipalidad.

Un rubro con enorme potencial

   El economista y candidato a intendente en 2019, Leonardo Valente, se define como un “apasionado de los cubanitos” y opina que en Bahía “no tenemos una identidad gastronómica propia como la que hay en otras ciudades, que significa un atractivo turístico, y bien el cubanito puede ser la punta de lanza de la búsqueda de la identidad”.

   “Yo no sé cuántas cosas más hay que nos representen como el cubanito”, añade. “Hay que incorporarlos al patrimonio cultural de la ciudad. Eso puede implicar el desarrollo de eventos, estimular también el crecimiento de la golosina en variedades, en innovación” y reconoce como positivo que el municipio haya contenido en su momento a los carritos en cuanto a lo regulatorio y bromatológico.

   Valente piensa esa innovación “tanto en variedades de gustos como también en cómo hacer para que se puedan preservar mejor, porque una de las características que tiene el cubanito es que es perecedero”. Además, reconoce que “va a tener que haber cubanitos veganos, cubanitos sin tacc…”.

   Diego García también ve un gran potencial en esta golosina: “Estaría bueno explorar para que pueda entrar en otros momentos de la comida, no solo en el parque, sino que también esté presente en una merienda o un postre”.

¿Cómo aparecieron en Bahía?

   La gran pregunta es si, efectivamente, esta delicia nació en nuestra ciudad. En la década de 1950, el chileno Octavio Fuentes llegó Bahía Blanca sin un trabajo estable y fue a partir de los comentarios de su amigo Ramón Abadal, quien ya vendía cubanitos en otros puntos del país, que decidió apostar por la comercialización de esta golosina que no existía aquí.

   Comenzó a vender cubanitos caminando por las calles de Bahía y, ante la gran demanda, rápidamente incorporó un carrito pequeño que le facilitaba el recorrido por las escuelas.

   Ese carrito tenía dos calcomanías de vaquitas a los costados y de ahí nació el nombre que más tarde llevaría su fábrica.

   Los paladares bahienses le dieron una recibida tan cálida al novedoso producto que, poco a poco, lo adoptaron como parte constitutiva de la gastronomía local.

   A pesar de no haber sido inventados en Bahía, los cubanitos encontraron en la ciudad una popularización que en 70 años creció sin cesar, a diferencia de aquellos lugares donde fueron reemplazados por las golosinas que se venden en los kioscos.

Buen ritmo de ventas

   A pesar de la cantidad de oferta, los cubaniteros hoy están vendiendo más que nunca. Los bahienses siguen eligiendo compartir sus momentos con una golosina que, de acuerdo con Valente, “es casi como una extensión de los valores del mate”.

   En 5 minutos se presentaron 6 clientes en el carrito que atiende Sol. Dice que la primavera es la mejor época, “desde agosto viene levantando un montón, hay cada vez más fila”, y que con los días de calor del verano las ventas bajan.

   “Acá se trabaja si está lindo el día”, comenta Emiliano.

   El año pasado, con las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19, "fue bastante complicado para muchos porque estuvieron largo tiempo sin trabajar, hasta que dijeron ‘bueno, lo necesitamos’ y sin tener un permiso salieron igual, porque tenían familias que mantener”, agrega.

   Sol, por su parte, reconoce que, más allá de haber estado mucho tiempo sin abrir en 2020, “la pandemia después ayudó, porque la gente podía salir a pasear y aprovechaba a pasar por el carrito. Entonces, para cuando volvimos en junio o julio había gente y para septiembre remontó un montón”.

   Mates, charlas, aire libre, cubanitos: así son las tardes de miles de bahienses, que eligen esta época para disfrutar de esta golosina que tanto significado tiene en la ciudad.