Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Ferrowhite: el museo como herramienta para conocer la historia

Funciona en el predio de la usina General San Martín, uno de los lugares más emblemáticos de Ingeniero White.

   Ubicado en el predio de la usina General San Martín, Ferrowhite atesora herramientas salvadas por un grupo de ferroviarios durante las privatizaciones de la última década del siglo pasado.

   Más de 5000 objetos del ferrocarril y el puerto son el punto de partida para intentar comprender cómo se organizaban los talleres en los que esas herramientas eran utilizadas, cómo eran el orden y los conflictos de la sociedad a la que servían, y qué tal resultan, en comparación, las cosas hoy.

   “Ferrowhite se define como un museo taller. No sólo porque ocupa el edificio que fuera taller de mantenimiento de la usina castillo, sino porque pretende funcionar como un lugar en el que las cosas, además de ser exhibidas, se fabrican”, señaló Nicolás Testoni, su actual director. 

   Y no de cualquier manera. 

   “Ferrowhite produce lo que muchas veces no es rentable, pero sí a menudo imprescindible, implicando en esa producción a un mecánico de locomotoras con una Licenciada en Historia, a un pintor con un estibador, a un rector universitario con la peluquera del barrio”, agregó.  

   Libros y bolsas para las compras, balsas y videos, teatro y cajas para herramientas… Quizás en cada cosa que genera, esta institución inquieta pone a prueba relaciones, nuevas formas de entender y practicar la vida en común a partir de revisar las jerarquías consagradas a la hora de contar el pasado, de analizar la coyuntura o de imaginar el porvenir del puerto y la ciudad.  

   A lo largo de los últimos 16 años, Ferrowhite funcionó alternativamente como carpintería, salón de baile, panadería, peluquería, sala de conciertos, corsódromo, taller de serigrafía, fábrica de baldosas, herrería, gabinete de costura, tanguería, balneario contaminado, escenario teatral, café bacán, e incluso, como un museo. 

   “Un museo taller se define entonces menos por lo que es que por los modos de hacer que se inventa. Es decir: por lo que es capaz de aprender junto a propios y extraños”, explicó Testoni. 

   Este año el plan era plantar una huerta en el predio de la institución. La cuarentena suspendió la iniciativa. Pero, por suerte, no sólo los virus mutan. También lo hacen las ideas. 

   “Fue así que, junto a los integrantes de su taller Prende, el museo se puso en marcha para hacer quinta en alrededor de 40 patios de Ingeniero White y Bahía Blanca. Ximena y Adriana hicieron contacto con el INTA; Emily enseñó a hacer el compostaje que prepara junto a su hijo Teo; Graciela y Yesi dieron una mano con el reparto de las semillas; y Caro con Naza, Juli y Melody grabaron un video para enseñar a todos a sembrar”, contó. 

   La pandemia cerró las puertas del museo, pero el museo aprendió a meterse por debajo de la puerta de sus vecinos. Se convirtió en un sobre con semillas. Ahora Ferrowhite crece en tarros, macetas y canteros, intentando entender, a través de su tráfico hormiga, cómo cambian el trabajo, la vida en casa, las formas de colaborar y de cuidarnos en este tiempo lleno de desafíos.

   La otra gran novedad de este 2020, fue la pavimentación y parquización del camino de acceso al museo. 

   Esta obra crucial, que remedia problemas de circulación y potencia el desarrollo conjunto del predio de la usina General San Martín, fue realizada por el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca en acuerdo con el municipio de nuestra ciudad. 

   Cabe recordar que Ferrowhite forma parte de la Secretaría de Cultura y Educación del Municipio de Bahía Blanca.