Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Ganadería: ¿por qué la primavera sellará el destino de los próximos dos años?

“Esta estación de condición seca no es igual a un invierno seco. Aquí se definirá el partido, tanto de corto como de mediano y largo plazo”, explicó María Julia Aiassa, del Rosgan.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   Para la ganadería, el factor climático plantea --por estos días-- los principales interrogantes para el negocio en la Argentina.

   La pregunta es: ¿Podrán los campos sostener los programas productivos trazados a mediano plazo, logrando una mayor retención de vientres y las invernadas más largas?

   La realidad indica que la situación es crítica para varios sectores de nuestro país.

   “Venimos de uno de los agostos más secos de la última década”, sostuvo María Julia Aiassa, analista de Big River Consultora, del Rosgan Mercado Ganadero.

   “A excepción de sectores del sur de la provincia de Buenos Aires y el extremo noreste de la Mesopotamia, el resto del país atraviesa una de las sequías más fuertes de los últimos años, ante las posibilidades de ausencia de lluvias durante la primavera”, agregó.

   “Está claro que, para la ganadería, una primavera seca no es lo mismo que un invierno seco. En primavera se define el partido, tanto de corto como de mediano y largo plazo”, afirmó.

María Julia Aiassa, analista del Rosgan.

   Así entonces, el panorama plantea un condicionante para el devenir productivo de los próximos dos años.

   “El mes de septiembre será clave para realizar los ajustes de carga que demanden los campos que, en caso de generalizase, podrían derivar en un ingreso anticipado de oferta”, contó Aiassa.

   También que, en forma paralela, comienza a configurarse la potencial oferta de terneros que ingresará en la zafra 2022.

“Este año hemos registrado una muy buena extracción de terneros. Son casi 15 millones marcados al 31 de diciembre de 2019, sobre un total de 23 millones de vacas”, detalló.

   “Pensar tan sólo en una caída de 2 puntos promedio en las preñeces de este año, trasladables al destete 2022, podría llegar a impactar, a igual cantidad de vacas en servicio, en unos 450.000 terneros menos que faltarán en la oferta total de carne de ese año”, calculó.

   También dijo Aiassa que, en el corto plazo, los campos que están reteniendo por más tiempo sus invernadas, tratando de ganar más kilos y reacomodar la relación de venta final, en caso de transitar una primavera seca podrían verse forzados a liberar hacienda menos terminada.

   “Y, al mismo tiempo, en pleno pico de oferta, algo que esta estrategia precisamente ofrecía evitar”, aseguró.

   Respecto del mediano plazo, señaló que se juegan variables de alto impacto para los ciclos venideros.

  En esta actividad, a partir del mes de septiembre que se inicia este martes, se ingresa a la temporada de servicios.

  “La condición corporal en la que llegan las vacas resulta determinante para lograr buenas tasas de preñez”, dijo.

   “Como primera adecuación, muy probablemente, veamos retrasar estos servicios a la espera de mejores condiciones”, agregó.

Gráficos: Servicio Meteorológico Nacional.

   Insistió Aiassa que, en algunos casos, este retraso podría no ser suficiente, lo que obligaría a reducir la carga de animales por hectárea para no sobreexigir los potreros y así permitir una recuperación más rápida.

   “Esta situación determinaría, al igual que en el caso de la salida anticipada de la invernada, un efecto de corto plazo sobre la oferta de vacas, siempre refiriéndonos a situaciones zonales en función de la recuperación que pueda darse, o no, con la llegada de la primavera”, aseveró.

   “Pero si asumimos que este escenario de cierta liquidación temporal de vientres por seca no llegue a concretarse o, al menos, resulta limitado a zonas muy puntuales, la situación actual ya está condicionando a un retraso en la temporada de servicios y, muy probablemente, termine afectando los índices de preñez”, comentó.

   “Esto es, precisamente, lo que llamamos efecto de mediano y largo plazo dado que, por estos meses, se configura gran parte del partido que nos tocará definir en los próximos dos años”, resumió.

Pariciones y destetes

   Las preñeces logradas durante esta primavera determinarán las pariciones de 2021 y los destetes de terneros de 2022.

   “Todos recordamos la seca de 2008 y de 2009, una de las más severas de las últimas décadas, donde la falta de agua condicionó gran parte del invierno de 2008 y se acrecentó durante la primavera y el verano siguiente”, afirmó.

   Aiassa relató que, en aquel entonces, y casi en forma análoga a lo que se está viendo, hoy, en algunas zonas ganaderas tanto del centro-oeste como del norte del país, las vacas salieron de un invierno muy duro, e ingresaron a la temporada de servicios con muy bajo estado corporal.

   Estas condiciones determinaron fuertes caídas en las tasas de preñez de ese año y posterior destete de terneros.

“La condición corporal en la que llegan las vacas a septiembre es clave para lograr buenas tasas de preñez”, dijo Aiassa.

   De acuerdo a los datos de vacunación a marzo del año 2010, el porcentaje de marcación de terneros había caído al 51 %, desde el 55 % y 60 % registrados durante los dos ciclos previos.

   “Habíamos perdido más de 1,5 millones de terneros en tan sólo un año, producto no solamente del bajo nivel de servicios, sino también de un aumento en la mortandad de terneros y de vacas por una malnutrición posparto”, explicó.

   Asimismo que, posteriormente, se atravesaron otros dos episodios de sequías muy severas: uno durante el ciclo 2011/12 y el otro, más reciente, durante 2017/18.

   “En ambos casos, el mayor déficit comenzó a registrarse a partir de diciembre del primer año, acrecentándose luego durante el verano”, dijo.

   La afección también se extendió hacia el inicio de otoño, lo que condicionó fuertemente las implantaciones de pasturas y, por ende, la oferta forrajera del invierno.

   Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido durante el ciclo 2008/09, el impacto se dio sobre el final de la temporada de servicios, con vacas llegando con buen estado corporal.

   “La situación permitió transitar esos períodos sin grandes caídas en los niveles de preñez”, sostuvo.

   Esto se vio reflejado luego en buenos índices de marcación. Fue en torno al 62 a 63 %, tanto en 2013 (correspondiente a los servicios 2011) como en 2019, producto de los servicios de la primavera de 2017.

   No obstante, el impacto de la menor oferta forrajera durante la primera parte del año se tradujo en un aumento de la faena, en general, de hacienda más liviana.

   “Esto es un efecto de corrección de corto plazo, que libera los campos transitoriamente, pero sin llegar a afectar variables fundamentales del ciclo ganadero”, expresó Aiassa.

El contexto

   Aiassa recordó que el sector ganadero ha demostrado su resiliencia, al adaptarse rápidamente a las restricciones impuestas por la pandemia.

   También que importantes trasformaciones, a nivel comercial, lo llevaron a transitar un año con muy buenos resultados.

   A su vez, que en medio de un contexto macroeconómico de elevada incertidumbre, ofreció solidez a un mercado carente de alternativas seguras y líquidas.

  “Bajo este escenario, el sector comienza a dejar atrás ciclos de muy malos resultados para la cría, con precios retrasados y tasas literalmente prohibitivas para la actividad productiva, y empieza a dar las primeras señales de un cambio de tendencia en el ciclo ganadero”, definió.

   “En los análisis de los datos de faena, destacamos un quiebre en las altas tasas de liquidación de hembras, lo que permite proyectar el inicio de una fase más equilibrada por posible tendencia a la retención”, agregó.

   “A su vez, en parte obligado por la coyuntura comercial, pero también con un claro objetivo de aumentar los pesos de faena, el invernador ha comenzado a alargar las recrías a campo, apuntando a sacar animales más pesados”, dijo.

   “Sin dudas, se trata de otro giro muy benigno para el ciclo ganadero”, admitió Aiassa.