Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

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Perros protectores de ganado, una opción que se impone en la zona

No tienen casi relación con el ser humano, sino que su verdadera relación es con los animales que deben cuidar. Su uso evita el empleo de otras alternativas que atentan contra la fauna autóctona.

 

Fotos: Gentileza Juan Antenao

 

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   El uso de perros protectores de ganado es una alternativa que se viene empleando a nivel mundial desde hace siglos, y que parece haber encontrado –por fin- el visto bueno de los productores de nuestra región, aunque más no sea en forma incipiente.

   Por ahora, las experiencias no son más que un puñado en toda la zona, pero han sido lo suficientemente buenas como para que, incluso, se haya instalado un criadero de estos animales. Su efectividad es tal, que hasta la Provincia ha comenzado a promover su utilización, a través de la ley Ovina.

   Los precios no son especialmente bajos, ya que cada ejemplar puede costar entre 700 y 1.000 dólares; pero considerando las pérdidas potenciales por causa de predadores y las multas por cazar estos animales –normalmente son pumas y zorros, especies protegidas en nuestra provincia-, la cuenta parece cerrar muy bien. La mayoría de los chacareros que los usan, se muestra conforme.

   Por supuesto, no todas las razas sirven para esta tarea, aunque no hay distinción del sexo para el trabajo: hasta parece que la mejor combinación para el cuidado de una manada de ovejas es una pareja macho/hembra, por la forma en que se complementan ante una potencial amenaza.

   No son mascotas ni compañía; de hecho, no se los cría para que obedezcan a sus amos, sino para que la verdadera relación la tengan con el animal a proteger. Tampoco representan un peligro para el ganado: genéticamente tienen aumentado su costado de protección y no de acecho.

   Apenas nacidos, se los acostumbra a coexistir con la especie que van a resguardar y así será para toda su vida: si protegen ovejas, nunca podrán cuidar chivos, aves o lo que sea; y si se los trata de obligar, buscarán regresar con la especie de impronta.

   Pese al tipo de vida que llevan, cuasi salvaje, los esfuerzos que deben hacer para acompañar y cuidar los animales a su cargo, o recorrer grandes distancias en forma diaria, normalmente viven varios años. Tal vez en nuestra región parezca extraño, pero en determinados lugares de la Patagonia o la pre cordillera, los lotes son gigantescos y las condiciones no son justamente las ideales.

   En nuestro país, las razas que mejor se adaptan a estas necesidades son el Gran Pirineo (también conocido como perro de montaña de los Pirineos), el Mastín del Pirineo, el Kuvasz y el Maremmano-Abruzzesse (o Pastor de Maremma), todas con un instinto de protección muy desarrollado.

   “Estos animales protegen a su majada como pares, marcando el territorio en el que se mueven, y muchas veces caminan más que aquellos a quienes cuidan; además, cuando sienten algún posible disturbio o un predador acercándose, emiten ladridos direccionales, interponiéndose entre la amenaza y aquellos a quienes protegen”, comentó Sabrina Martínez, licenciada en Biología, becaria del Conicet y estudiante de posgrado UNS.

   Al tener más desarrollado ese instinto de protección, por el que ahuyenta (y no mata) a los predadores, se terminan convirtiendo en una opción casi lógica. Además, su uso evita el empleo de otras herramientas más invasivas o letales, como armas, trampas o venenos que, además, son ilegales.

   “Por supuesto, un perro de una raza determinada no va a servir para cuidar ovejas solo por dejarlo en el campo. Requieren cuidados respecto de la alimentación (como contar con comederos de autoconsumo) y que no se aquerencien ni tengan relación estrecha con el ser humano, sino más bien con las ovejas o los animales que cuiden. Aunque responde a las órdenes, no es una mascota; colabora con el trabajo”, indicó.

   Aquí aparece la responsabilidad de los criadores. Cada uno de estos animales debe contar con una trazabilidad clara: es decir, ser hijos de perros con instinto protector desarrollado y tenerlo ellos también, algo que no siempre ocurre. Además, una vez entregados en el campo, debe haber un seguimiento durante el primer tiempo, ayudando al productor con ciertos comportamientos y corrigiéndolos en etapas tempranas.

   “El fin de esta herramienta de manejo es posibilitar la coexistencia entre los predadores autóctonos y el ganado, sobre todo en nuestra provincia. En la medida que los procedimientos puedan estar acreditados éticamente, que no haya maltrato y pueda haber trazabilidad del procedimiento, en general el tema es aceptable desde el punto de vista del proteccionismo”, acotó Emma Casanave, directora del Inbiosur y profesora titular de la UNS.

   Una vez comprobada su efectividad, no sería descabellado suponer que la presencia de estos perros también podría servir ante otras especies predadoras de la región, como el chancho jabalí o los perros cimarrones.

   “Los productores están preocupados por encontrar soluciones a largo plazo para esta problemática. Quieren hallar herramientas más eficaces que la caza: saben que matar pumas no conduce a nada”, remarcó Estela Luengos Vidal, profesora UNS e investigadora del Conicet.

 

Investigaciones en el sur de la provincia

 

   Para dar una certeza científica a estas afirmaciones, desde el Instituto de Ciencias Biológicas y Biomédicas del Sur (Inbiosur, dependiente del Conicet y la Universidad Nacional del Sur) se viene experimentando con estos perros en la chacra experimental del ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense, en Patagones, observando su comportamiento y el modo que tienen de cuidar al ganado.

   El concepto es claro: estos perros sirven para ahuyentar otros animales y se ha observado una disminución en la cantidad de predadores en general. Entonces, se busca cuantificar ese efecto.

   Por ahora, y mientras el aislamiento por pandemia no permita hacer más, la experiencia se ha limitado a utilizar cámaras trampa y la toma de datos del comportamiento del perro en la majada. También se han capturado algunos ejemplares de zorro gris, a quienes se les colocó un collar emisor de una señal VHF para conocer su área de acción, comparándola con la zona por la que se mueven el perro –también cuenta con un collar GPS- y las ovejas.

   Además, actualmente se está intentando organizar un grupo técnico para realizar recomendaciones respecto del uso de estos perros; lo mismo que con los criadores que cumplen con ciertas características de impronta, entrega y responsabilidad. Los principales actores conformaron también una fanpage en Facebook (Protectores en la Patagonia), para difundir su utilización en la zona.

   “Estamos tratando de tener medidas objetivas sobre el uso de estos animales, más allá de que los productores los están adquiriendo porque hay un cierto grado de conformidad”, reconoció Mauro Lucherini, investigador de Conicet.

   En Patagones, sin ir más lejos, ya hay una veintena de estos perros trabajando en el distrito; también hay otros en los territorios de Villarino, Puan, Coronel Pringles y Coronel Dorrego.

   “Esto tiene que ver con un cambio que se está dando en el manejo de la ganadería, donde hasta hace un tiempo había una presencia mucho mayor del hombre en el campo y que hoy se va perdiendo. Esto hace que se utilicen herramientas que antes no eran tan necesarias. Ahí entran estos perros”, afirmó.

   A esto se suma la reaparición del puma en el territorio patagónico, que había casi desaparecido debido a la caza y en los últimos tiempos ha vuelto a ganar territorio. Muchos chacareros, contó, no habían visto uno de estos animales hasta ahora.

   “En Patagones hay dos áreas ecológicas bien marcadas –explicó Juan Antenao, responsable de la Chacra Experimental Patagones, dependiente del ministerio de Desarrollo Agrario-. Una de ellas está hacia el oeste, en el límite con Río Negro, donde las explotaciones ganaderas ovinas sufren ataques de pumas por ser una zona de monte;  hay otra, hacia el mar, donde en los últimos años hubo muchos ataques de jabalíes”.No todos los perros sirven para esta tarea: hay determinadas razas que cuentan con un instinto protector más desarrollado.

 

De qué se trata

 

Protectores en la Patagonia es un grupo de profesionales pertenecientes a diferentes instituciones, que buscan promover el uso responsable de perros protectores de ganado en Argentina y, particularmente, en la Patagonia.

La idea es que estas instituciones aporten su experiencia para acompañar a los productores en el desafío de mitigar la depredación empleando prácticas amigables con la biodiversidad.

En la página se puede encontrar información técnica, hacer consultas, recibir notificaciones sobre jornadas de capacitación y, principalmente, se espera que sirva para que los productores puedan transmitir sus propias experiencias.

Es una iniciativa conjunta del INTA, el Grupo de Investigaciones en Biología de la Conservación, el Programa Patagonia de Aves Argentinas y del Grupo de Ecología Comportamental de Mamíferos .

 

En números

 

Entre 2015 y 2017, más de cuatro de cada diez establecimientos rurales de los distritos de Villarino y Patagones informaron casos de depredación de su ganado por parte de pumas; ese número es aún mayor cuando se le suman las muertes de ovejas comúnmente atribuidas al zorro gris en esa misma zona.

Los chanchos jabalíes también hacen mucho daño, aunque su presencia es difícil de constatar debido a los pocos rastros que dejan luego de los ataques.

El daño por ataque se da mayormente en majadas de ovejas, con pérdidas cuantificadas que alcanzan en promedio el 7% del número total de animales; en el caso del ganado vacuno, este porcentaje no alcanza al 1%.