Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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"Payallamadas" en acción: risas que sanan emociones y curan el alma

La cuarentena les cortó las visitas que realizaban a Bahía Blanca, pero desde Tres Arroyos, la compañía Había una Vez se las ingenió para no dejar a los pequeños pacientes oncológicos del Penna y del Italiano sin su cuota de cuentos, magia y aventuras.

El payaso "Dientito" y su hijo Tomás, de 8 años, en plena "payallamada".

Laura Gregorietti

lgregorietti@lanueva.com

 

   "Un día sin reír es un día perdido".

       Charles Chaplin (1889-1977)

 

***

   Cuenta la historia que un grupo de payasos viajaba todos los meses desde Tres Arroyos a Bahía Blanca para regalarles juegos, risas, magia y divertidas historias a los chicos enfermos con cáncer de los hospitales Penna e Italiano.

   Dicen quienes los conocen que dan todo a cambio de una sonrisa. Que la cuarentena no les truncó su objetivo solidario y que ahora siguen cantando y bailando para los chicos, pero por video llamada.

   Desde que comenzó el aislamiento ya han concretado más de 70 "payallamadas". Y atentos chicos, que van por más..

   Gerardo Christensen, de 43 años y casado con Marilina, es tapicero y restaurador de sillones antiguos, pero vive la mayor parte del tiempo con el overol naranja de "Dientito", el payaso bombero. Además, es actor y director teatral.

   "Hace 14 años que soy payaso y 15, actor. Por esos años junto a Juan Fernández formamos la compañía teatral Detonados, que hoy se dedica más a los espectáculos. La agrupación Había una Vez, en cambio, nació casi por casualidad, de forma especial, en las tardes que nos juntábamos en algún comedor o sociedad de fomento con la intención de brindar un espacio de alegría para los más chicos", contó.

   Luego de 2 años de formación como payaso y clown, Gerardo creó una nueva Compañía llamada Colorín Colorado en la ciudad de Necochea, a donde también viajaba para presentarse una vez por mes con su grupo.

   "La Compañía Había Una Vez, que cumple 6 años, tiene 21 integrantes, de los cuales 18 forman parte de las Payallamadas que nacieron oficialmente y de manera casual, en medio de un show en vivo. Allí, la mamá de Joaquín -paciente hoy recuperado de General Cerri- nos pidió que le hiciéramos una video llamada con su hijo. Fue una de las primeras pruebas en vivo que hicimos, siempre gracias al Club de los Peladitos que nos brindan los datos de los chicos que quieren participar".

   Las "payallamadas" no son improvisadas, tienen su preparación y un protocolo: se distribuyen por edades, por chicos con necesidades especiales y con dos payasos por comunicación, aunque cada uno desde su casa, tal cual el período de cuarentena lo requiere. Además, siempre suman a alguien del Club de los Peladitos, ya que son los que pasan mayor parte del tiempo con ellos en los hospitales, agasajándolos y atendiendo sus necesidades.

   "Se hace un microshow con adivinanzas, magia, canciones, cuentos y títeres. Cada payaso tiene distintas herramientas para poder hacer el festejo por video llamada que, dependiendo del estado de ánimo de la familia y del niño, puede ser de 15 minutos o una hora, sin importar el lugar. Nos ha tocado también llamar a chicos de Villa La Angostura, Río Negro, Monte Hermoso, Río Gallegos, Santa Fe, San Juan, Buenos Aires y Tucumán".

   Meses atrás, dos veces por año, la Compañía hacía las valijas y se instalaban en Buenos Aires. Una vez allí, recorrían 5 hospitales: Argerich, Gutiérrez, Español, Eva Perón de Merlo y el Clínicas. A su vuelta, divididos en dos grupos, recalaban en el Penna y en el Italiano de nuestra ciudad. Ahora la "rotación" se realiza de manera virtual.

   "La sensación de hacer una payallamada no se puede describir con palabras, es muy emocionante, vivimos momentos muy lindos como ver a Joaquín recuperado, que lo conocimos el año pasado peladito y en abril nos llamó para contarnos que ya tenía pelo, que no tomaba más pastillas y que estaba curado. Ahí es donde el alma de payaso se te quiebra de la emoción y se te hace un nudo en la garganta de la felicidad, porque saber que le ganó a esa enfermedad y que vos estuviste a su lado y que fuiste parte de uno de los momentos de felicidad que tuvo, no tiene precio", destacó emocionado.

   Si bien cuenta que las mayorías de las situaciones las tienen cubiertas y saben de qué manera actuar, dos por tres se les presenta algún desafío.

   "Días atrás un papá solicitó al Club de los Peladitos una payallamada para su hija Martina de 7 años, que a los 5, por un tumor cerebral, perdió la visión en ambos ojos. Y como siempre decimos que somos payasos 'todo terreno' y que nos adaptamos a las circunstancias que nos plantean, nos organizamos de manera tal que al frente del grupo se puso la payasa Rosita -que es maestra jardinera- y aceptamos ese desafío maravilloso, en donde tuvimos a una familia reunida frente a la pantalla que participó de todos los chistes junto a la nena y de forma muy natural".

   Gerardo hace una pausa y reflexiona. Dice que gracias a estos chicos aprendió a vivir de otra manera.

   "Cuando empecé a viajar a los hospitales me di cuenta cuáles eran los verdaderos problemas y no se asemejaban en nada a los que yo tenía. Acá no importa si te chocaron el auto o si perdiste algo, los dramas verdaderos radican en la chance de vivir un día más. Aprendés a valorar la vida de otra manera y a fijarte en lo que realmente importa. Todo lo que das vuelve de una manera que nos llena el alma porque sabemos que en esos minutos de alegría ellos se olvidaron un poco de los dolores y de la palabra enfermedad".

En familia

   La cámara se prende y "Dientito" acomoda su casco. A su lado, se instalan su hija Pilar de 5 años y su hijo Tomás, de 8. Cada uno lleva su disfraz de payaso y su mejor sonrisa.

   "Mis hijos me acompañan siempre que ellos deseen en las payallamadas. Yo veo que cuando mis hijos son parte del show muchos de los chicos y chicas se ven reflejados en las cosas que ellos hacen, les cambia la mirada y me cuentan que luego ellos juegan a ser nosotros. En la Compañía les damos la chance de participar siempre a nuestros hijos para que ellos se vayan formando en un ámbito solidario, donde se pueda tratar al otro con empatía y de brindar nuestro tiempo al que lo necesita".

   La Compañía Había una Vez autogestiona sus viajes de manera personal, haciendo rifas o sacando de su propio bolsillo dinero para viajar. No reciben subsidios de ningún tipo ni obtienen ganancia alguna con sus presentaciones.

   Más allá de reconocer que ser un payaso de hospital (antes les decían 'payamédicos') les cambió la vida, Gerardo asegura que muchas veces se enfrentan con la realidad de esta cruel enfermedad.

   "Nos ha pasado preguntar por algún pacientito y que nos digan que falleció. Nos reconforta escuchar a los padres contándonos que las risas de sus hijos quedaron grabadas en la última payallamada que hicimos y eso, sin dudas, nos da más fuerzas para seguir adelante", concluyó.