Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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¿Por qué el bicho torito puede poner en riesgo la siembra fina récord que se espera en la zona?

Especialmente en el sur del SOB, desde 2017 se han incrementado los reportes de daños en los cultivos de invierno, así como en pasturas perennes. En vísperas de la siembra, la clave es la detección temprana.

El bicho torito o bicho candado. / Fotos: Prensa INTA Ascasubi.

Guillermo D. Rueda
grueda@lanueva.com

   No han sido menores los daños que se han producido —en los últimos años— en los campos del sur del sudoeste bonaerense (especialmente en el área de secano de Villarino) por la presencia de Diloboderus abderus Sturm, más conocido como bicho torito o bicho candado.

   “En la campaña pasada (2018/2019) esta incidencia se manifestó a través de un incremento en la frecuencia, por el número de lotes afectados, e intensidad, por la gravedad del daño causado”, dijo Juan Ignacio Vanzolini, del grupo de trabajo de Recursos Naturales del INTA Hilario Ascasubi, quien ha trabajado junto a productores del secano del área de influencia del organismo. 

Juan Ignacio Vanzolini, del INTA Ascasubi.

   “La presencia de las larvas no solo redujo el estand de plantas, sino que también afectó su distribución. Esto trajo como consecuencia la madurez despareja del cultivo, mayor incidencia de malezas y mermas en el rendimiento”, agregó. 

   En monitoreos realizados en lotes de producción de Villarino durante la última campaña, se encontraron poblaciones con una densidad de 5 a 30 larvas/m-2.

   “Estos niveles de ataque provocaron una disminución del 30 al 60 % en el estand de plantas, en lotes de trigo bajo siembra directa o labranza cero (L0) y en lotes de primer año bajo labranza convencional”, explicó.

Lote de trigo, de la campaña 2018/2019, afectado por el bicho torito en Villarino.

   El dato no es menor, considerando que existe una intención de siembra fina (más allá del retraso de la cosecha gruesa), especialmente trigo, superior a la última campaña. En el país se espera un crecimiento del 2,8 % para llegar a las 6,4 millones de hectáreas, en tanto que en nuestra región se aguarda un porcentaje semejante para una superficie a ocupar de alrededor de 2,3 M/H.

   De allí que en la planificación de la siembra de un cultivo anual, o de una pastura perenne, se deben tener en cuenta una serie factores clave. 

   “Poseen relevancia en la determinación de las condiciones iniciales aspectos como el manejo realizado, en cuanto a rotación, cultivo antecesor y demás; la disponibilidad de agua en el perfil; la calidad física, es decir, estructura del suelo, presencia o no de alguna capa compactada y química del suelo, por el nivel de fertilidad”, dijo Luciano Zubiaga, del mismo equipo investigador de Recursos Naturales del INTA Ascasubi.

Luciano Zubiaga, del INTA Ascasubi.

   “Así se podrá planear el manejo a realizar en el cultivo, determinando la especie y la variedad a sembrar, la densidad de siembra a utilizar, la necesidad de aplicar fertilizante, la época de siembra y demás”, dijo.

   “Sin embargo, un factor clave en la planificación de los últimos años es la detección temprana de insectos perjudiciales que habitan el suelo y que pasan desapercibidos por su desarrollo subterráneo”, afirmó. 

   Zubiaga también sostuvo que, generalmente, suelen ser descubiertos a través del daño que causan, cuando ya es tarde para efectuar un control eficiente.

   El bicho torito o bicho candado (Diloboderus abderus Sturm.) pertenece al grupo del llamado complejo de gusanos blancos, que incluye varios géneros de la familia de los Escarabeidos.

   Son considerados como los más perjudiciales para cultivos de invierno como trigo, centeno, cebada, avena, triticale, arveja y lenteja; siembras tempranas de cultivos de verano, como sorgo y maíz; pasturas perennes, como agropiro alargado; y especies espontáneas, como cebadilla y raigrás. El ciclo de vida consiste en una generación anual, pasando por los estados de huevo, larva (tres estadios), prepupa, pupa y adulto, el único en que se desarrolla sobre la superficie, siendo el resto subterráneo.

   El estadio larval es la etapa perjudicial, la cual se encuentra activa desde febrero-marzo hasta fines de octubre o principios de noviembre.

   Si bien este insecto se alimenta de diversas especies, el trigo es el cultivo predilecto, no solo en los sistemas agrícolas del secano de los partidos de Villarino y de Patagones, sino en todo el sudoeste bonaerense. 

   Los daños en el cultivo de trigo suelen ser graves por la coincidencia entre su estado más susceptible y el estadio más perjudicial de la larva.

   Inicialmente, las larvas pequeñas se alimentan de restos vegetales (rastrojos) o materia orgánica en descomposición y luego, por raíces de gramíneas. 

   También consumen semillas, tallos y hojas. La actividad de las larvas durante el invierno, coincidente con el macollaje del trigo, disminuye debido a las bajas temperaturas dominantes, que las obligan a profundizarse en el perfil del suelo.

   “El manejo integrado es una estrategia que tiene como finalidad evitar que los insectos causen daño a las plantas cultivadas, con el objetivo de resultados económicos y ecológicamente aceptables, valiéndose de la aplicación de conocimientos básicos sobre los insectos y la planta y de la utilización de diferentes estrategias de control”, comentó Vanzolini.

Porción de suelo con una galería o bioporo formado por larvas de bicho torito.

   “A partir de esto, la primera recomendación a tener en cuenta es detectar la presencia del bicho torito. El requisito es el monitoreo frecuente; es decir, recorrer los lotes. Es prioridad revisar, preferentemente, aquellos lotes donde hubo daños, sobre todo el último año”, agregó.

   “Numerosos trabajos muestran las consecuencias del control químico en post-emergencia del cultivo para reducir la población de larvas, produciendo una mortalidad parcial que, en general, no supera el 50 % de control. A su vez, suelen utilizarse dosis muy elevadas, las cuales impactan en forma negativa a los enemigos naturales del bicho torito”, aseguró. 

   “Por eso no se recomiendan este tipo de aplicaciones, ya que lo único que se puede hacer es adicionarle un costo inútil a las pérdidas y teniendo en cuenta, además, los limitados márgenes de los cultivos en el semiárido austral pampeano”, aseveró.