Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Por Vaca Muerta se podría sumar un 6% anual de gas y un 7% de petróleo hasta 2030

La secretaría de Energía de la Nación hizo una proyección en gas y petróleo hasta 2030 bajo ciertas condiciones. El informe oficial estima que por los recursos no convencionales, a fin de año, la balanza energética argentina mostrará un superávit luego de 11 años.

   De la mano de Vaca Muerta Argentina podría incrementar hasta 2030 la producción de gas un 6% anual acumulado y un 7% en petróleo. 

   Esos son los números que maneja la secretaría de Energía de Nación en un escenario donde se eliminen los cuellos de botella, se respeten las reglas, se estabilice la macroeconomía y se levante la intervención de mercado que instauró la administración de Mauricio Macri.

   El subsecretario de Planeamiento Energético de Nación, Luciano Caratori, fue el encargado de compartir las proyecciones, que están vinculadas estrictamente al futuro de la formación.

   Para el segmento del gas proyectan varios escenarios. El primero es el de un crecimiento del 2,4% anual acumulado hasta que se termine el primer tramo del gasoducto de Vaca Muerta. Para lograr un mayor crecimiento, además de eliminar los cuellos de botella en las redes de transporte, señalan que se requiere generar nueva demanda y sobre todo lograr netbacks que sean sostenibles para la exportación de GNL.

   Para el período entre 2019 y 2030 -con el primer tramo del gasoducto que aún no se licitó- el gobierno proyecta una potencialidad de crecimiento en la producción que parte desde 4% hasta el 6% anual acumulado. Un escenario principalmente apuntalado por los recursos no convencionales.

   “Esperábamos que, con la recuperación de la actividad, también se incremente la demanda y en consecuencia la producción para abastecerla”, indicó Caratori.

   El otro beneficio directo es reducir las importaciones de gas en los períodos de mayor consumo al igual que como sucedió en los períodos de verano.

   El escenario de la producción de petróleo es distinto y no está sujeto a las mismas restricciones infranqueables que tiene el gas natural. Esta fue la razón por la que las compañías que operan en Vaca Muerta con portfolios robustos comenzaron a apostar a sus desarrollos de crudo. 

   Sin embargo, esa seguridad se quebró con el Decreto 566/19 que congeló los combustibles y el precio del barril.

   De igual manera la proyección de Nación es bastante alentadora. 

   En un escenario de precios medios, estiman un crecimiento del 5,2% anual acumulado entre 2019 y 2030. 

   Y en un contexto de precios altos, proyectan un crecimiento en el mismo período del 7% anual acumulado. Ambos escenarios anclados a un incremento en la producción de petróleo no convencional.

   “Si tenemos en cuenta que venimos cayendo desde 1998 hasta esta parte a un ritmo de 2,7% acumulado estamos hablando de un crecimiento y un cambio de tendencia notable”, precisó Caratori.

Sin mayor refinación

   Como no se evalúan ampliaciones sostenidas en la capacidad de refinación, y la actual ya está casi saturada, todo lo que se produzca por encima de los 495.000 o 500.000 barriles tendrá como destino la exportación.

   Este escenario en consecuencia va a aportar divisas y una mejora en la balanza comercial. Con la actividad que prevén desde Nación, Argentina cerraría el 2019 con un pequeño superávit y para el año que viene “debería crecer notablemente” en función de las estimaciones.

   Estas proyecciones que comparten desde la Secretaría de Energía son similares a las que manejan las operadoras de Vaca Muerta. Sin embargo, ni el octubre de pura campaña fue suficiente para que algún candidato diera un mensaje claro de cómo se planean cumplir con estas estimaciones.

Balance energético

   Según las proyecciones de Nación, Argentina terminará el año con un superávit en la balanza energética del 0,03% y de esta manera cortará con 11 años consecutivos de tener un balance negativo. Esto se desprende de la diferencia entre lo que se importó y lo que se exportó en materia de energía.

   Desde el año 1989 hasta 2010 Argentina tuvo un balance energético superavitario, pero desde ese año hasta la fecha, el país se mantuvo por debajo del cero, lo que significa que se reemplazaron las exportaciones por las importaciones.