Rodi Muskaripa: su hermosa experiencia, en primera persona

Redacción de La Nueva.

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Por Rodi Muskaripa.

   La calle me dio la oportunidad de conocerme, de conectar con la alegría, la ganas de compartir la diversión y el juego, de conectar con las personas, de expresarme.

   Creo que la principal cosa que me enseño la calle es el estar presente al 100%, esa libertad, de improvisar, de utilizar todo lo que sucede en cada momento, de estar conectado con esa energía que nos guía internamente, ese impulso.

   Y lo mejor que tiene el arte callejero es que es popular, está disponible para todos y todas, embellece los espacios públicos, da alegría, inspiración y abre caminos.

   Hay una anécdota que siempre recuerdo porque ahí cambio toda mi historia. Fue cuando en enero de 1998 vi a Los Hermanos Boloño, un grupo de circo y teatro de calle, oriundos de Rosario. Ellos fueron los que trajeron el arte de calle por estas tierras.

   Cuando los vi, en lo que ahora es la peatonal Dorrego en Monte Hermoso me parecieron extraterrestres, eran muy payasos, informales, hacían malabares, que era la primera vez que veía eso, eran re "punkys". La conexión entre el público y ellos era mágica, pura diversión, pasaban la gorra, era todo muy nuevo y todo lo que veía me parecía buenísimo.