Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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¿Somos realmente libres?          

                     

      “Nos creemos libres pero nos están explotando intencionadamente hasta el colapso”.

      La frase me pegó en el pecho. Tenía pensado escribir algo sobre hasta dónde somos libres los que vivimos en países supuestamente en democracia, en los que supuestamente tenemos la posibilidad de elegir a nuestros gobernantes, nuestro trabajo o el colegio de nuestros hijos.

    Entonces pasó frente a mis ojos una entrevista, en el diario “El País” de España, al filósofo coreano Byung-Chul Han.

    Y hablando él, para qué lo iba a hacer yo.

     “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede y si no se triunfa, es culpa suya. Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado.

    “Es la alienación de uno mismo, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.

   “El hombre ya no es soberano de sí mismo sino que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba.

   “Necesitamos una carta digital que recupere la dignidad humana y pensar en una renta básica para las profesiones que devorarán las nuevas tecnologías.

   “Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así sólo se enlaza con lo igual; la comunicación global y de los likes sólo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!

    “Ser observado hoy es un aspecto central de ser en el mundo.

    “Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos seamos iguales; el neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas.

    “Vivimos en una época de conformismo radical: la universidad tiene clientes y sólo crea trabajadores, no forma espiritualmente.

   “Es necesaria una revolución en el uso del tiempo. La aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja”.

   Para ir pensando ¿no?