Una pista abre esperanzas en el caso de Sonia Toro
"Estoy viva, me llevan a La Rioja". Fue el mensaje escrito en la puerta del baño de damas de la estación de servicio ubicada en la ruta 38, a la altura de Villa de Soto, en el noroeste de la provincia de Córdoba.
El graffiti, que no tiene ni firma ni fecha, apareció en las últimas semanas en distintas redes sociales, ante el temor de que se relacione con un caso de trata de personas, que tendría involucrada a la bahiense Sonia Esther Toro, desaparecida hace seis años en Comodoro Rivadavia.
"Tengo la esperanza de que mi hermana está con vida", dijo Marina, hermana de la víctima, a "La Nueva Provincia".
A lo que su padre, Luis, sostuvo: "En los últimos años jamás logramos tener ningún tipo de indicio.
Sonia desapareció entre las 9.30 y las 10 del 17 de mayo de 2005, después de dejar a sus dos hijas en el colegio y dirigirse a una panadería donde había encargado una torta, para festejarle el cumpleaños a una de ellas.
"La causa se archivó, nadie fue preso y ahora, con esta mínima prueba, pretendemos reabrir los expedientes", indicó Marina.
El fiscal subrogante de Cruz del Eje, Martín Bertone, enterado del mensaje, ordenó la presencia de la policía en dicho lugar.
Cuando los uniformados comprobaron que existía, la orden del fiscal fue clara: llevar la puerta para someterla a distintas pericias, como, por caso, constatar cuándo fue escrito.
"El graffiti, según dijo una empleada de limpieza de la estación de servicio, apareció escrito hace casi un mes. Ahora hay que comprobar si es verídico o es una broma de mal gusto", señaló una fuente policial cordobesa.
"En seis años no se avanzó en nada sobre el caso de mi hermana. En Comodoro Rivadavia son fríos. Todo se archiva automáticamente. O sea, queda en la nada misma", remarcó el padre de Sonia.
A lo que Marina enfatizó que el objetivo de la familia es reabrir la causa, porque --según ella-- "mucha gente que conocía del tema no declaró, por lo que aún hay cosas que no cierran".
La desaparición.
Sonia Esther Toro partió de su casa, en Comodoro Rivadavia, en la mañana del martes 17 de mayo de 2005.
La mujer había dejado a sus dos hijas (Karen y Romina) en la Escuela Nº 711 y se despidió de ellas para cumplir con sus funciones laborales como representante de los cosméticos Mary Kay.
El coche de Sonia, un Ford Galaxy, llegó a la cantera donde el vehículo fue incendiado intencionalmente, en las afueras de Comodoro. También se quemó una casilla rodante donde, luego de distanciarse de su marido, la mujer se fue a vivir en una zona forestal de la periferia.
Con el correr de los días, los investigadores, y hasta los mismos familiares de Toro, no descartaron que Sonia haya sido arrojada en un profundo pozo petrolero de la zona.
Según reflejaron oportunamente los medios chubutenses, recién pasados más de 50 días de la desaparición, se ordenó remover la casilla incinerada, en procura de buscar otros indicios.
En el coche siniestrado aparecieron el reloj, papeles, cabellos, botones y trozos de ropa quemados y extrañas manchas en la rueda de auxilio.
Los sospechosos.
Antes de separarse, Sonia había denunciado a Nelson Haag, padre de sus hijas, por amenazas.
Entre los sospechosos apuntados en este caso también se encontraba Augusto Nowaseski --quien tuvo una relación sentimental con Sonia luego de separarse de Haag--, como el acusado más comprometido.
Cerca de la casa de Nowaseski se había hallado un bidón de nafta, combustible empleado --según peritos ignífugos-- para comenzar el siniestro.
En principio, siempre estuvieron bajo la lupa de los investigadores, pero no hubo fundamentos para imputarle causa alguna a nadie y con el paso del tiempo se fueron tejiendo diversas versiones, nunca del todo confirmadas.
Una apuntaba a que Sonia pudo ser víctima de una organizada banda de trata de blancas, que la habría trasladado al sur del país o a la localidad chilena de Punta Arenas, pero el paso del tiempo diluyó esa versión.