Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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La comunidad sirio-libanesa en Villa Mitre

La inmigración sirio libanesa se lleva a cabo a fines del siglo pasado y comienzos del presente en la ciudad de Bahía Blanca y su zona de influencia. El espacio se caracteriza por ser de una gran multiplicidad étnica y religiosa que determina a una sociedad sin preconceptos raciales o religiosos y que se ha mantenido en el tiempo con un gran espíritu de trabajo y prosperidad.

Ilda María Ferrera (*) y María Belén Nieto (**)
Especial para "La Nueva Provincia"





 La inmigración sirio libanesa se lleva a cabo a fines del siglo pasado y comienzos del presente en la ciudad de Bahía Blanca y su zona de influencia.


 El espacio se caracteriza por ser de una gran multiplicidad étnica y religiosa que determina a una sociedad sin preconceptos raciales o religiosos y que se ha mantenido en el tiempo con un gran espíritu de trabajo y prosperidad.


 Nuestra hipótesis de trabajo se sustenta en que la comunidad sirio-libanesa en la región de Bahía Blanca y la franja E-O hasta Chile se ha desarrollado ampliamente sin sufrir de actitudes racistas o discriminatorias, en un multipluralismo de ideas y acciones.


 Metodológicamente se procedió a la recolección de datos censales nacionales y municipales de los partidos o departamentos de las provincias de Buenos Aires, La Pampa,
Río Negro y Neuquén; consulta en las Actas de la Sociedad Ortodoxa de Beneficencia, de la Unión Siria de Bahía Blanca, de Neuquén, Choele-Choel, Pedro Luro, Ing. Jacobacci.
La ciudad de Bahía Blanca, por su parte, ha contado siempre con un barrio que se ha conformado a partir de la inmigración siria y libanesa como Villa Mitre.




 Su estudio como área urbana ha sido también uno de los pasos metodológicos seguidos. Consultar las guías telefónicas
y entrevistarse con los ancianos brindaron datos de mucho interés, especialmente relacionados con sus lugares natales y las causas de su emigración. En la urbanización de Villa Mitre se señalaron las casas que han pertenecido y aún se encuentran en manos de las familias de los antepasados inmigrantes.



 El objetivo del presente trabajo es profundizar sobre las raíces del pueblo sirio y libanés, la singularidad de su asentamiento en el barrio de Villa Mitre y su distribución en el área.


 Las motivaciones que guiaron la investigación están sustentadas por los siguientes interrogantes:


 * ¿Cuáles fueron las causas que motivaron un desplazamiento tan grande desde las pequeñas aldeas
vecinas a Homs hasta los confines de Argentina?



 * ¿Se integraron efectivamente a la modalidad del país y de los otros grupos étnicos con los que convivían?


 * ¿Se expandieron hasta la Cordillera de los Andes por iniciativa propia o buscando las condiciones de libertad
civil y religiosa de las que no gozaban en su país?

La singular pampa surera





 El desarrollo de la inmigración en la región del suroeste de la provincia de Buenos Aires tuvo como centro a la ciudad de Bahía Blanca que presenta una fachada hacia el Océano Atlántico a través del puerto de Ingeniero White y hacia el oeste desértico e inhóspito que culmina con elevaciones andinas. Esta se llevó a cabo con posterioridad a la Conquista del Desierto ocurrida entre los años 1879-1882 y los territorios conquistados son ocupados por milicianos que se establecen en aislados fortines, por agricultores y ganaderos de frontera, por el gaucho y por el indio que se movilizan entre el poblado y la toldería. Esta pampa surera se extiende entre las tierras bajas y anegadizas de la depresión del Salado por el norte y el mar al este y sur. El
suroeste se confunde con la pampa medanosa y seca hacia la cual se proyecta en transición viendo disminuir las precipitaciones hacia el oeste donde la humedad del clima Atlántico se va desvaneciendo hacia la aridez de la estepa. La región bahiense cuyo sitio se encuentra a los 38º 52' de latitud sur y 62º 04' de longitud oeste se especializa en la
producción agrícola ganadera y el comercio de productos de exportación relacionados con las tareas del campo.
El espectáculo de la repetida monotonía de la pampa surera muestra un paisaje original con ribetes agrestes y duros que recuerdan la geografía de Siria y Líbano posibilitando
una adaptación rápida y segura. Los recién llegados se ajustaron rápidamente a la nueva sociedad que los recibía; la multiplicidad de orígenes étnicos, de modos de vida,
vestimentas y lenguajes hizo que las nuevas espacialidades presentaran una clara singularidad producto de la interrelación barrial. Siendo los sirio y libaneses el grupo
que ostentaba el tercer lugar después de españoles e italianos fue muy frecuente la
constitución de núcleos familiares a partir de casamientos entre grupos diversos pero con un rasgo cultural común: el concepto religioso.









 Los modos de vida y las costumbres, dentro de la simplicidad y la modestia de sus participantes, estaban regidos por el afán de convivencia dentro de una paz duradera, sin persecuciones políticas y sin resentimientos
religiosos. La ilusión estaba centrada en el trabajo diario que proveía la alimentación para la familia y la posibilidad de ahorrar algún dinero para afrontar malas épocas.



 Así, tanto la ciudad que crecía a un ritmo vertiginoso como el campo que recibía importante cantidad de mano de obra joven se presentaban óptimos para la incursión de los recién llegados. Con el correr del tiempo sus similares formas de vida, su inserción en la comunidad y el respeto que demostraron hacia el suelo y el estado que los había cobijado, coadyuvó para que fueran integrados sin dificultades en la región sur de la provincia de Buenos Aires. El celo hacia su grupo familiar y la protección que el
padre de familia ejercía sobre ellos fue muy aceptado por vecinos y amigos. La comunión hacia el catolicismo hizo el resto.

El barrio y su marginalidad
La fecha tentativa de fundación de la villa se remonta al 3 de junio de 1906 cuando el martillero Pronsato remata las tierras en 60 meses sin intereses, que aprovechan los asalariados y pequeños comerciantes para obtener su propiedad privada. Sus quintas tenían 513 x 520 metros cada una
con subdivisión en 16 manzanas, algunas de forma irregular frente al arroyo. La construcción de sus viviendas se lleva a
cabo con buenos materiales, de dimensiones amplias y grandes espacios con centros de manzana donde se mantiene el huerto con sabor mediterráneo y medio oriental que brinda los frutos de consumo ancestral. Las mismas se hicieron para uso familiar no encontrándose vestigios de conventillos o
espacios compartidos. Sus fachadas se pegan al ras de la vereda, sin jardines al frente y con paredes de considerable altura, sobrias y austeras. Las medianeras se construían
de tunas y tamariscos como cercos vivos para luego hacerlos de material. El elemento arbóreo en las calles está casi ausente y solo en la Plaza Villa Mitre encontramos un buen
número de plantas exóticas que le dan una fisonomía muy particular; la comunidad no parece necesitar el árbol como compañero de vida.











 Muchas y variadas actividades se van a llevar a cabo en el nuevo núcleo suburbano y van a caracterizar su permanencia en el espacio. Si bien es cierto que el crecimiento de la ciudad se evidencia regionalmente, el impacto local es de tal magnitud que diariamente se aprecia la apertura de barracas
de lana, fábricas de materias primas, casas consignatarias de cereales y de carnes u hornos de ladrillos. El ferrocarril y el puerto representaron en su conjunto un poderoso atractivo de mano de obra y la afluencia regional se transformó en el detonante de un crecimiento demográfico significativo.



 Un gran porcentaje de inmigrantes sirios y libaneses que se establecieron en la villa en forma permanente se ocupó en labores que los requerían fuera de la misma; los menos
abrieron establecimientos comerciales muchos de los cuales aún hoy continúan en actividad. Sirios y libaneses suman a la
fecha más de tres millones de personas en el país, registrándose en el primer censo de 1895 tres inmigrantes en el partido de Bahía Blanca y el primero de ellos se localiza en 1906 fecha a partir de la cual se encuentran numerosas familias. Los primeros en arribar proceden de Homs y de las aldeas cercanas como Barchín, siendo su actividad nativa la
agrícola ganadera pero aquí se emplean en las más diversas ramas de actividades como obreros del ferrocarril, peones de campo o changarines en el puerto. La mayoría se dedica al comercio ambulante y los que llegan con un menguado capital como el grupo libanés se establecen con distintos negocios.
Los ambulantes eran los encargados de llevar los productos citadinos a la zona rural, caminando por regiones frías y ventosas, descansando en aquellos campos que les permitían el acceso y exponiéndose a los atracos y asesinatos. Muchos desaparecieron y nunca se encontró su rastro en una región
propicia en su desolación y vastedad.







 Las creencias religiosas de los inmigrantes facilitaron su incorporación a la Iglesia Católica lo que permitió su mejor asimilación al medio social; solamente en su oralidad
se evidenciaban las disimilitudes. La moda gaucha de bombachas, sombrero, rastra y el caballo con su carreta fueron aceptados por el extranjero que recorrió los caminos
tortuosos del norte, sur y el desértico oeste.




 El turco fue una calificación genérica ya que el pasaporte con el cual entraban al país era otorgado por el gobierno turco; su aspecto corpulento, tez cetrina, ojos y cabellos negros y una bondad muy especial caracterizaron a este grupo de hombres y mujeres que se incorporó al suelo patrio con la voluntad de vivir en paz. Los casamientos entre sirio y
libaneses con gringas y gallegas tuvieron su inicio en un principio religioso que superaba costumbres y lenguas distintas. El grupo musulmán nunca contó con una mezquita
pero tenían radicado en la ciudad a una persona que oficiaba de Sheik para llevar a cabo los rezos del Corán y el ritual islámico en las ceremonias de fallecimientos.

Una región en transición






 Hacia el oeste una serie de factores físicos le han conferido singularidades como la isohieta de 600 mm, con fuertes variaciones térmicas, con vientos de mucha intensidad
que se agudizan hacia el poniente. Las precipitaciones disminuyen y aparece el universo de la jarilla, algarrobo, molle y piquillín, todas de baja estatura, duras y resistentes. Tanto hacia el Noroeste, Oeste y Sureste los caminos tradicionales o rastrilladas se dirigen hacia los oasis en mitad del desierto. Estos lugares han coincidido
con la desembocadura de un río en el mar, el lecho abandonado de un río cordillerano o una región de confluencia de arroyos hacia el único curso como es el caso de Confluencia en el Valle del Río Negro.




 La línea sur abarca el norte de la provincia de Río Negro y Neuquén, siendo los contrafuertes cordilleranos andinos y los oasis los marcos adecuados para los asentamientos permanentes como Carmen de Patagones, Viedma, Pedro Luro, Cardenal Cagliero y sobre lo que es hoy la ruta 23, Valcheta, Maquinchao, Ing. Jacobacci y los alrededores de San Carlos de Bariloche.


 Sus espacios se organizaron entre el Bajo de los Menucos y la Meseta de Somuncurá, desolados y salinos, con pocos centros urbanos salvo algunos ranchos aislados con familias indígenas.


 Siguiendo el curso de los ríos Colorado y Negro se encuentran asentamientos en Choele Choel, Gral. Roca, Neuquén, Cutral Có, Zapala y en toda la región cordillerana.


 La dura y áspera geografía norpatagónica se asemeja mucho a las soñadas tierras de Siria o de Líbano. La semejanza con el espacio atávico hace que las familias se establezcan con carácter permanente. Por el noroeste las localizaciones de General Acha, Caranchos y Colonia 25 de Mayo fueron promisorias para el desarrollo del comercio itinerante
de los sirios y libaneses. Un amplio espacio desértico fue cubierto pos las carretas que surcaban salares y lagunas como Salina. Colorada Grande, Laguna. La Dulce, La Amarga, Salitral Lavalle y el curso intermitente del Chadileuvú o Salado y el curso permanente del río Colorado. En sus bajos protegidos donde se establecía el fortín, el casco de una estancia o la posibilidad de un almacén de ramos generales se aquerenciaba el inmigrante, solo o con toda la familia.



 Distintas instituciones étnicas surgen como consecuencia de esta expansión: la Sociedad Siria Ortodoxa de Beneficencia, fundada en 1908, el Centro Social Sirio-Libanés de 1967 que se fusionan y forman La Sociedad Cultural Sirio-Libanesa con vastos programas de salud, culturales y de protección. Para el año 1997 cuenta con 220 socios de los cuales 198 son activos y el resto vitalicios; solamente de 119 se pueden establecer los datos de sus profesiones y actividades. Las actividades culturales, deportivas y recreativas han sido importantes para los sirios y libaneses,
luchando por el bien común.



 La Sala de Primeros Auxilios, la Biblioteca Popular, el Club, la Sociedad de Fomento y Cultura y la Iglesia de Villa Mitre los han contado como socios fundadores. La multietnicidad de esta porción urbana de la ciudad de Bahía Blanca se ha caracterizado por el ejercicio cotidiano de la libertad individual y grupal, gozando sus ciudadanos
de una muy particular forma de expresión que se traduce en un vivir tranquilo, ordenado y respetuoso de las singularidades
del prójimo.

Conclusiones






 Las comunidades sirio libanesas que se establecen a fines del siglo XIX y comienzos del XX en la ciudad de Bahía
Blanca, específicamente en el barrio de Villa Mitre y su área de influencia provienen de espacios muy similares al medio receptor pero con inmensas probabilidades de bienes materiales, con libre elección de modalidad de trabajo y con amplias posibilidades de convivencia de paz y libertad.



 La expresión religiosa igual a la desarrollada por los grupos españoles e italianos vecinos contribuyó a una perfecta coexistencia social e integración territorial. La barriada de Villa Mitre, a través del estudio de los
asentamientos étnicos, se presenta como un sector que no ha expulsado a sus primitivos pobladores sino que ha sostenido a gran parte de sus descendientes en un plano de perfecta armonía y convivencia. El norte patagónico desde Bahía Blanca hacia la cordillera se encuentra jalonada de urbanizaciones que cuentan con un nutrido grupo de inmigrantes sirio libaneses que han conformado sus hogares dentro de una sociedad multiétnica a la cual brindan todo su apoyo y cooperación en los distintos planos de la comunidad.

* Profesora titular del Depto de Geografía y Turismo de la UNS.
** Profesora y licenciada en Geografía. Docente de la UNS.