Imponen 24 años de prisión a Mario Omar Berth
A 24 años de cárcel fue condenado ayer Mario Omar Berth (20), al ser hallado culpable del brutal asesinato de Melina Nair Quimey Saavedra (5), en un hecho cometido hace poco más de un año en el barrio Ricchieri.
Un cerrado aplauso y el llanto desconsolado de los padrinos de la pequeña víctima, cerraron la audiencia final del debate que estuvo a cargo del Tribunal en lo Criminal Nº 3, integrado por los doctores Eduardo Alfredo d'Empaire, Raúl Guillermo López Camelo y Daniela Fabiana Castaño.
Como se informara en estas columnas, el fiscal Christian Long, de la UFIJ Nº 5, había pedido una condena de 25 años de prisión, mientras que el defensor oficial Eduardo Zalba, planteó la absolución, por falta de pruebas acerca de su responsabilidad.
Los jueces consideraron que Berth incurrió en homicidio simple, en los términos del artículo 79 del Código Penal, aunque teniendo en consideración las características del hecho, se le fijó casi el máximo de la pena que prevé la norma legal.
El primero en formular su voto fue el doctor D'Empaire, quien consideró demostrado que el 6 de septiembre de 2010, entre las 6 y las 8.30, en la vivienda de Güiraldes 531, Mario Omar Berth, quien se encontraba al cuidado de cuatro de hermanos de 5, 6, 8 y 10 años (su madre había viajado a Río Negro), hirió a la niña mediante golpes con una pala en la cabeza, dejándola malherida.
A consecuencia de las lesiones, Melina falleció once días más tarde en el Hospital Penna.
Entre las pruebas de cargo, D'Empaire citó las conclusiones de la autopsia realizada por la médica Carolina Fracaroli, quien determinó que el traumatismo encefalocraneano y la fractura de la base del cráneo, así como las lesiones en el rostro, fueron producidas por un elemento duro y con fuerza.
Concretamente, habló de un objeto "de forma laminada y sin punta aguzada" y agregó que la niña no evidenciaba lesiones en el cuello, tronco, ni miembros.
Testimonios
Durante el análisis de la prueba testimonial, los magistrados señalaron que la víctima fue encontrada por Analía Yesica Altamirano, responsable de la panadería situada enfrente de la casa de la víctima.
Esta mujer declaró que ese día, alrededor de las 8, uno de los hermanos de Melina se presentó en su comercio y al preguntarle por la niña, comenzó a llorar, contándole que se encontraba tirada en el patio de la casa, pues se había caído del techo y estaba llena de sangre.
La mujer señaló que junto a su marido Javier Passera, cruzaron hasta la vivienda y encontraron a Melina malherida, por lo que llamaron al teléfono de emergencias 911.
Posteriormente volvieron al negocio y se llevaron a los tres hermanos de la víctima, para cuidarlos.
Reprodujeron también los magistrados, el relato de Marcelo Monroy, quien se definió como "el padrino del alma" de Melina y manifestó que no estaba convencido de que la criatura se haya caído del techo.
Así fue como decidió ir a la casa junto con Altamirano, encontrando una pala con rastros de sangre, que entregó a la policía.
Dijo el hombre que Melina no pudo haber subido al techo en el lugar donde la hallaron, ya que el único sitio para hacerlo era por el frente de la casa.
También aseguró que la niña le había dicho que Berth le pegaba, circunstancia que puso en conocimiento de la madre de la pequeña, aunque ésta sostuvo que eran "mentiras de chicos".
Monroy afirmó haberle advertido a Berth que no tocara a la criatura y que éste se le rió en la cara.
Otro testimonio citado en el fallo fue el del inspector Hugo Alfredo Campetelli, de la comisaría Segunda, quien luego de tomar conocimiento de la internación de la menor, se puso en contacto con el "padrino", quien le habló sobre el hallazgo de la pala ensangrentada.
Expresó el policía que al examinar el escenario del hecho, consideró que los golpes que presentaba Melina no se compadecían con la altura desde donde supuestamente se había caído.
Agregó que con una llave que les proporcionó la señora de la panadería, entraron en la casa e incautaron una campera manchada con sangre, que se hallaba debajo de una cama, mientras que también hallaron manchas hemáticas en el baño.
Dijo Campetelli que todo eso le hizo presumir que la víctima había sido lavada, cambiada y arrojada en el piso del patio.
Por otra parte, se consignó que, de acuerdo con los análisis realizados por el bioquímico Carlos Alberto Arrúa, los cabellos hallados en la pala pertenecían a la víctima, así como las manchas de sangre detectadas en la campera y en un cuello de polar.
"No se cayó del techo"
El tribunal mencionó más adelante la declaración de Javier Gustavo Passera, quien trabaja junto a su mujer en la panadería y cobijaron a los hermanos de la víctima después del hecho.
Afirmó que el más chico era el único que hablaba del tema y afirmaba que era imposible que su hermana hubiera sufrido un accidente.
"Melina no es b..., no se cayó del techo", le dijo, para agregar que junto a los otros dos niños se "metieron debajo de la cama cuando Mario le pegaba a Melina".
A esta altura, los jueces consideraron que "las pruebas permiten descartar no sólo la hipótesis del accidente (caída del techo), sino afirmar que fue golpeada más de una vez y con la pala encontrada en el patio de la vivienda".
También rechazaron el planteo de la defensa acerca de la falta de preservación del lugar.
"No constituyen obstáculos para la conclusión a la que se arriba, pudiéndose advertir que en nada modifican el cuadro" probatorio, indicaron los magistrados.
Lo complicaron
En la parte decisiva del veredicto, los jueves valoraron los testimonios de dos personas residentes en el barrio, que habrían sido las últimas en ver con vida a Melina.
Elvira Rosana Alvarez manifestó que, alrededor de las 7.15, llevaba a sus hijos al colegio cuando vieron que el imputado estaba parado en la puerta de la casa de Güiraldes 531.
Aseguró que a sus hijos los atemorizaba la mirada de Berth.
Manifestó que siguieron caminando y, al llegar a la intersección con Terrada, encontraron a Melina, quien estaba sentada en un nicho de gas.
Dijo que la pequeña le contó que su primo la había echado afuera y, al invitarla a ir a su casa a tomar algo, se negó diciendo que Berth no la dejaba y estaba esperando a su madre.
Alvarez reconoció en el debate la campera con manchas de sangre secuestrada y que, según dijo, tenía colocada la víctima cuando la vio en la vereda.
Por su parte, Yonathan Alberto Atairo declaró que ese día iba a trabajar cuando vio a Melina cruzar la calle, descalza.
Manifestó que la pequeña le dijo que Berth la había echado y que le quería pegar.
El joven señaló que poco antes de las 8, mientras aguardaba la llega de su jefe, observó el momento en que Berth tomó a la criatura de una mano y la metió en su casa.
Otros testimonios reproducidos fueron los de Facundo Menéndez y su madre Haydée Beatriz Valle.
El primero dijo ser amigo de Berth y que la noche anterior al hecho el imputado estuvo en su casa, retirándose alrededor de las 7 de la mañana.
Manifestó que el acusado le dijo haber sido atacado por dos sujetos que quisieron robarle, por lo que resultó con lesiones en el brazo y en un pie.
Su madre entregó a la policía unas zapatillas que Berth había dejado en su casa y en las que se descubrieron manchas de sangre correspondientes a la niña.
"Tenemos que testigos ubican a Mario Omar Berth en la casa de la víctima al momento de los hechos, que refieren a Melina fuera de la casa castigada por el imputado --vistiendo una campera que fue hallada después con sangre de la niña--, y que indican también con posterioridad a esto, que es tomada de la mano por Berth e ingresada a la casa donde luego es encontrada lesionada", describió el doctor D'Empaire.
"En el mismo sentido --agregó--, un testimonio que da cuenta que Berth le pegó a Melina en esos momentos. Y una pericia que concluye que una de las zapatillas que usó Berth esa jornada, presentaba sangre de la propia víctima. Estos elementos se presentan como suficientes para afirmar con grado de certeza la participación del imputado en el hecho", agregó el magistrado, con quien coincidieron sus pares.
En virtud de ello, consideraron acreditada la responsabilidad penal del encausado en el hecho, citando como agravantes la naturaleza de la acción, el vínculo con la víctima y su indefensión, así como la conducta posterior al hecho, sentenciándolo a 24 años de cárcel.
"Lo que hizo la justicia está perfecto"
Marcelo Monroy y su mujer comenzaron a llorar y se fundieron en un abrazo luego de escuchar la condena del acusado de asesinar a su "ahijada del alma".
El hombre, quien durante el debate conmovió a todos explicando que había criado a Melina desde que tenía apenas nueve días y hasta el año medio, se mostró satisfecho con el fallo.
"Mi ahijada no está más, pero lo que hizo la justicia está perfecto", destacó.
Monroy recordó que antes del crimen le había advertido a la madre de los pequeños sobre la situación de riesgo.
"Nosotros se lo avisamos a la madre y le dijimos que los chicos estaban mal, y nadie nos dio bolilla", sostuvo, pero prefirió no opinar respecto de la ausencia de María Rosa Saavedra en la audiencia de la víspera.
Tras declarar que tanto Melina como los otros chicos "siempre amaron a su madre", explicó que, actualmente, "el más grande vive con el padre y los otros están en un hogar; creo que se los dan a la madre los fines de semana".
"Hace un año y un mes que voy todas las semanas a ver a mi ahijada al cementerio. Ahora va a descansar en paz", finalizó.
También el fiscal se mostró satisfecho
El doctor Christian Long evidenció ayer su satisfacción por el ejemplarizador fallo.
El titular de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 5, quien no estuvo presente en la lectura por encontrarse fuera de la ciudad, sostuvo que a lo largo del debate se probaron los extremos de la acusación.
"El tribunal entendió que se acreditaron los hechos a partir de las declaraciones y las pruebas que se ventilaron durante el debate", señaló Long en declaraciones telefónicas a "La Nueva Provincia".
Destacó también la labor desarrollada por los investigadores.
"Resultó muy importante la tarea de la policía que investigó el caso, así como también la profesionalidad de los peritos de la Policía Científica bahiense y de los genetistas que llevaron adelante las pruebas fuera de la ciudad", expresó.
Por último, destacó la claridad con la que expusieron los testigos.
"Es importante rescatar la valentía que demostraron en presentarse para decir todo lo que sabían y colaborar con la investigación", finalizó.