Bahía Blanca | Lunes, 18 de agosto

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La historia perdida

La silenciosa pero persistente batalla de la que diéramos cuenta hace once años, a orillas del río Sauce Grande, llegó a su fin con la desaparición de la pulpería del Paso del Mayor. Sus gruesas paredes terminaron sucumbiendo al paso de los años y al peso del olvido, justo donde se unen los partidos de Coronel Pringles, Bahía Blanca, Coronel Rosales y Coronel Dorrego.

ADRIAN LUCIANI
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 La silenciosa pero persistente batalla de la que diéramos cuenta hace once años, a orillas del río Sauce Grande, llegó a su fin con la desaparición de la pulpería del Paso del Mayor.


 Sus gruesas paredes terminaron sucumbiendo al paso de los años y al peso del olvido, justo donde se unen los partidos de Coronel Pringles, Bahía Blanca, Coronel Rosales y Coronel Dorrego.


 Con la pulpería se fue un testigo privilegiado de la segunda mitad del siglo XIX en pleno territorio indio, donde la soberanía de hecho aún se dirimía con sables y lanzas.


 El inmueble formó parte de la Colonia Inglesa del Sauce Grande, sirviendo como lugar de descanso para los viajeros; incluso, también funcionó como una suerte de centro comercial para los mismos aborígenes que se acercaban para canjear plumas y pieles por mercaderías y licores.


 Si bien algunos memoriosos coinciden en evocarla como "La Pulpería de Laporte", otros argumentan que dicha denominación bien pudo ser una deformación del apellido de los primeros propietarios de ese fértil valle (familia "de la Parte"), como sostiene el agrimensor Miguel Angel Tous.


 Otras versiones aseguran que se trató de la pulpería del Paso del Mayor, en alusión al propietario de las tierras, el mayor Iturria.


 Cuando la conocimos, y a diferencia de otros exponentes de nuestra historia, aún conservaba íntegramente un arco de medio punto coronando el portal de acceso, allí donde los clientes se guarecían en los días de lluvia, mientras disfrutaban del tan ansiado ocio reparador, en compañía de alguna bebida espirituosa.


 Las botellas y los patacones iban y venían a través de una robusta reja, todavía intacta, que comunicaba ese recibidor con el resto de las amplias dependencias, donde seguramente vivía el pulpero con su familia.


 Todo el inmueble brindaba la apariencia de una fortaleza inexpugnable, con paredes de ladrillo de 60 centímetros de espesor, rejas y aberturas de madera maciza.


 Vecinos de Bajo Hondo aseguran que la construcción se remontaría a 1870 y que, por sus características, habría cumplido la función de fuerte, incluso que habría contado con un pequeño cañón, aunque esto fue descartado por los especialistas de la Universidad Nacional del Sur.


 En 1884, la llegada del ferrocarril significó un golpe mortal para la posta de Paso Mayor, cuando los "caballos" de acero reemplazaron a las pesadas carretas y carruajes.


 El establecimiento alcanzó a funcionar como pulpería hasta fines de la primera década de este siglo, para luego albergar un almacén de ramos generales que, tras algunos vaivenes, cerró definitivamente sus puertas en los años 30.


 Hace unos 10 años, el solar donde sobrevivía la pulpería del Paso del Mayor fue cedido por su propietario a la Municipalidad de Coronel Rosales, con el objeto de convertirlo en referencia histórica y espacio recreativo.


 Su final fue el mismo que el de tantos otros testimonios de nuestro pasado regional, donde la falta de recursos económicos, en un país que debe atender otras prioridades, constituye el principal impedimento para salvarlos.


 Hoy ni siquiera sus pesadas rejas perduran en el lugar y todo hace pensar en que fueron víctima de saqueos, situación esta que, a todas luces, también habla de cierta desidia oficial.


Valioso testimonio







 Su vinculación con la Colonia Inglesa del Sauce Grande, instalada, en 1868, habría quedado demostrada por el testimonio de Violet Jessop, la camarera bahiense del "Titanic" que fuera descubierto, en julio pasado, por Mariano Buren, periodista de este diario.


 "La casa parecía emerger de un mar de alfalfa y los vecinos más cercanos estaban a varias millas de distancia. La única otra construcción a la vista es un `bolichi' (sic), una pequeña taberna y almacén atendidos por doña Rosa y su padre, don Guillermo", señaló Jessop en sus memorias.


 ¿Se tratará acaso de la misma pulpería? Todo parece indicar que sí.