Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Pérez D'Elías: La caricatura como arte y opinión

La caricatura es una técnica que muchos pueden dominar, pero también es un arte al que muy pocos tienen acceso. Poquísimos. Uno de ellos fue Osvaldo Pérez D'Elías, de cuya muerte, ocurrida en España, se cumplió el pasado mes el primer aniversario. Fue colaborador insustituible de "La Nueva Provincia", en particular de "Ideas/Imágenes", durante muchos años. Incluso cuando ya se había instalado en Madrid.

  La caricatura es una técnica que muchos pueden dominar, pero también es un arte al que muy pocos tienen acceso. Poquísimos. Uno de ellos fue Osvaldo Pérez D'Elías, de cuya muerte, ocurrida en España, se cumplió el pasado mes el primer aniversario.


 Fue colaborador insustituible de "La Nueva Provincia", en particular de "Ideas/Imágenes", durante muchos años. Incluso cuando ya se había instalado en Madrid.


 La caricatura en sus manos no se redujo a una deformación humorística hacia lo grotesco, sino que apunta a un descubrimiento esencial de la persona. Y también al relato, y hasta a la síntesis de una vida congelada en un gesto, en una expresión definidora. El trazo de la simple línea negra, desplegada por sus manos, es capaz de abarcar una identidad personal. Porque, además, sus dibujos forman parte de una composición sumamente elaborada y expresiva.


 Curiosamente, su estilo es muy distinto al del caricaturista argentino que más admiraba: Sabat. Se plasma a través de trazos firmes y contundentes.


 Egresado de la Escuela Panamericana de Arte, comenzó abordando el dibujo animado; pero su contacto con Carlos Garaycochea permitió que aflorara y se valorara su talento de caricaturista, cuyos primeros destellos quedaron registrados en revistas como "Rico Tipo", "Goles", "Antena", "El gráfico" y "Satiricón", entre otras.


 Sus primeras ilustraciones para "La Nueva Provincia" aparecieron en diversas secciones consagradas, en general, a personajes del momento. Pero cuando con la dirección de Federico Massot se incorporó al diario el suplemento "Ideas/Imágenes", Perez D'Elías pasó a ser el ilustrador semanal de la tapa de cada publicación.


 Recuerdo que la primera caricatura presentó, con sumo respeto y apuntando a su angelical sonrisa, al Papa Juan Pablo II. A partir de allí comenzó a recorrer un universo de personajes históricos de todo el mundo, especialmente filósofos, escritores y artistas.


 Cuando ya vivía en Madrid le pasábamos por teléfono la idea de lo que queríamos significar y él descubría de inmediato el gesto y la actitud exacta que iban a definir su dibujo. El producto era siempre algo que distaba de constituirse en una figura muda. Por el contrario, adquiría significado textual. Decía cosas. Hablaba.


 En España fue contratado por el "ABC" que, prácticamente, lo convirtió en un colaborador cotidiano. Y hasta en ocasión de importantes actividades políticas, elecciones por caso, se utilizaron dos hojas para mostrar la expresiva imagen de los candidatos de todas las regiones, reflejada por el genio de Pérez D'Elías.


 No obstante, al principio pasó en Madrid una etapa de soledad que recién pudo superar cuando viajaron para instalarse allí su esposa Rina y su hijo Matías.


 Inicialmente residieron en un departamento céntrico. Luego se trasladaron al madrileño barrio de Vallecas. Pero a pesar de cuanto había encontrado en España nunca pudo vencer la nostalgia de su Buenos Aires querido.


 No exageraríamos si lo consideráramos el caricaturista argentino por excelencia.


 Otra demostración de ello es que el prestigioso "ABC", tras la muerte de Pérez D'Elías, no incorporó caricaturistas a su plantel. Sin embargo, en las recientes páginas consagradas a las elecciones regionales españolas repitió seis de las que realizara tiempo atrás el artista argentino.


 En febrero del pasado año Pérez D'Elías sufrió dificultades de movilidad en sus piernas por problemas de circulación. Su situación se agravó hasta derivar en una trombosis. Un acelerado deterioro físico le produjo la muerte el 13 de febrero del pasado año. Había nacido el 24 de agosto de 1943.


 Su esposa y su hijo permanecen en Madrid. Su patrimonio artístico --cientos y cientos de caricaturas-- aguarda el rescate definitivo que pueda perpetuar su obra.

Rubén Benítez/"La Nueva Provincia"

Cómo llegó a nuestras páginas






 Nunca había tenido un contacto con Osvaldo Pérez D'Elías. Ni siquiera telefónico. En suma, no nos conocíamos. Pero me había llamado la atención la enorme calidad de sus caricaturas, publicadas por la revista "Temas", de Petroquímica General Mosconi.


 Juan Pablo II, Discépolo, Yupanqui, Einstein, Landriscina, Fangio, Milstein, Gardel, Joaquín V. González, Manzi, Carlos Pellegrini fueron algunos de los personajes reproducidos por la extraordinaria precisión de su pluma.


 Eran las postrimerías de la década del '70. El diario estaba a la búsqueda de un caricaturista. Rápidamente, se me ocurrió proponer su nombre. Autorizado, hice el contacto a través del colega Carlos Albano, jefe de Redacción de aquella revista.


 De esa manera se produjo el enlace que permitiría a "La Nueva Provincia" incorporar un notable aporte de distinción, reflejado en incontables trabajos con figuras del arte, la política, la cultura, el deporte. Diversas columnas del diario --incluyendo la primera página-- se engalanaron con los dibujos de Osvaldo.


 Tras un primer encuentro en su taller de Buenos Aires, surgió un vínculo amistoso que se extendió aun durante su vida en España. Poco tiempo después de trabajar con nosotros, y atento a los gustos futbolísticos que nos separaban, me obsequió un dibujo en que me reflejó junto a la vieja Olivetti, acompañado, como se lo ordenó su sangre xeneize, por una gallinita.


 Nos vimos por última vez en un café de Madrid, hace unos años, cuando ya se destacaba como ilustrador en el "ABC". Osvaldo impuso un estilo, al que adhirieron luego no pocos dibujantes argentinos.

Norman Fernández/"La Nueva Provincia"