Bahía Blanca | Lunes, 20 de mayo

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"Mamá cree que vamos a ser como los Ginóbili"

Gloria se compenetró leyendo "El Cielo con las Manos", uno de los libros referidos a Emanuel Ginóbili. En esas páginas encontró cantidad de similitudes con su familia, la que integran Jorge, su marido, y sus hijos Martín, Juan Manuel y Agustín. Los tres nacieron en General Roca, son basquetbolistas y cronológicamente fueron mejorando el nivel. En escala con los Ginóbili, puede compararse a Martín con Leandro (por ser los mayores y, además, tiradores), a Juan Manuel con Sebastián (porque juegan de base y ambos conocieron la Liga desde adentro) y a Agustín con "Manu", porque es el mejor proyecto de los tres, como ocurrió con Emanuel.

 Gloria se compenetró leyendo "El Cielo con las Manos", uno de los libros referidos a Emanuel Ginóbili. En esas páginas encontró cantidad de similitudes con su familia, la que integran Jorge, su marido, y sus hijos Martín, Juan Manuel y Agustín.


 Los tres nacieron en General Roca, son basquetbolistas y cronológicamente fueron mejorando el nivel. En escala con los Ginóbili, puede compararse a Martín con Leandro (por ser los mayores y, además, tiradores), a Juan Manuel con Sebastián (porque juegan de base y ambos conocieron la Liga desde adentro) y a Agustín con "Manu", porque es el mejor proyecto de los tres, como ocurrió con Emanuel.


 "Mamá se cree que vamos a ser como los Ginóbili (risas). Fuimos mejorando la especie. Se leyó todo el libro de `Manu' y está apasionada con la familia", contó Juan Manuel.


 Martín tiene 29 años y juega el torneo local en Liniers; Juan Manuel, de 26, las últimas tres temporadas integró el equipo de Capo d'Orlando, que participa en la elite de Italia. Y Agustín, el benjamín de 16 años, fue reclutado este año por la Academia BQT, que funciona en Bahiense del Norte, después de ser campeón Sudamericano de Cadetes.


 --¿En qué se parecen?


 Martín: --Tenemos muchos gustos en común, pero somos de diferente personalidad.


 Juan Manuel: --Nos encanta estar juntos. Estos tres meses que tuve libre me instalé en Bahía para compartir con ellos, aunque mis padres y amigos están en Roca.


 Martín fue el primero en transitar la ruta 22, para unir Roca y Bahía.


 "Vine a estudiar (le restan cinco materias para recibirse de contador) y me vinculé a Liniers, porque Raúl Chaves era amigo de mi papá. También tuve chances de jugar en El Nacional", recordó.


 Juan, por su parte, a los 16 años se fue a jugar a Ferro, donde estuvo dos años y debutó en la Liga 1999-2000, jugando siete partidos, y uno solo en la 2000-2001.


 "En medio de muchos problemas decidí venirme a Bahía y empecé a estudiar contador", contó Juan, quien, entre la 2001-2002 y 2002-2003 completó 57 presencias en la Liga con la camiseta de Estudiantes, sufriendo el descenso al TNA.


 "Mi último año en Bahía fue especial. Terminé bastante herido tanto en lo deportivo como en el aspecto personal. Necesitaba un cambio y me fui a Italia a jugar la C-2, donde tuve la suerte de crecer. Pero en Argentina existe la facilidad de olvidarse rápido de las personas. Ahora hablan de Prigioni, cuando hace cinco años que es uno de los mejores bases de España. A Matías Lescano le pasó algo similar, porque después de ser uno de los destacados de Zaragoza, recién este año lo llamaron para la Selección", tiró.

El nene mimado




 Agustín, el benjamín, recibió varias propuestas, después de ser campeón Sudamericano de Cadetes, en Misiones. Juega de base o escolta y mide 1m98. Alentador por cierto.


 --¿De quién sacaste más?


 --Me gusta tirar como él (Martín) y como la pica Juan.


 El chiquito es la debilidad de la familia.


 "Mamá lo sigue a todos lados, es fanática de él, pero también muy crítica", comentó Martín.


 "El año pasado estuve tres días en la ruta. Aunque fue un orgullo verlo con la camiseta de la Selección", confesó Martín.


 "Cuando era chico llegaba de Buenos Aires cargado de regalos. Y ahora, cuando vuelvo de Italia, medio bolso es para él. En realidad, estoy invirtiendo", avisó Juan, entre risas.


 Con el paso del tiempo, los dos mayores fueron quedando chicos al lado de Agustín.


 "Cada vez que vuelvo, la primera semana tengo que tantear cómo hablar con él. Cambió mucho la manera de ser de los adolescentes. A veces le digo algo y me mira como diciendo: "Juan, ya soy grande...". El tema es que cuando me fui de casa, Agustín tenía seis años. Ahora, ya acepté que es un chico grande", reconoció Juan.


 Tanto Martín como Juan aseguran que Agustín es el más talentoso y mejor dotado físicamente de los tres, aunque su futuro no los perturba.


 "Creció con una pelota de básquet. Pero todavía le falta crecer", señaló Juan.


  "A principios de año tuvo varias propuestas, inclusive de Europa y se decidió por Bahía. Si le metiéramos presión, cuando surgieron esas posibilidades nos hubiésemos comportado de otra manera, pero dejamos que eligiera. De todos modos, mis viejos están sufriendo mucho su ausencia", admitió Martín.

Línea directa




 Los tres se mantienen diariamente comunicados, vía teléfono o internet. Y no son de guardarse opiniones.


 "Disfrutamos y sufrimos a la vez. Los tres somos bastante orgullosos y tenemos que buscar el momento justo para saber criticar algo del otro", reconoció Juan Manuel.


 La distancia y las diferentes obligaciones personales son obstáculos para que la familia Fabi pueda coincidir en la misma mesa. No obstante, mantienen en pie el sueño deportivo de poder jugar, algún día, los tres juntos y, obviamente, con Jorge y Gloria en primera fila de plateas...

Cada cual atiende su juego




 --Martín, ¿hasta cuándo pensás seguir jugando?


 --Mi carrera de contador público la estoy postergando por el básquet. No puedo recibirme trabajando 10 horas por día y entrenando casi otra tres a la noche.


 --Es que el básquet, a nivel local, para muchos es un trabajo más.


 --A mí me encanta. No sé qué voy a hacer el día que a las ocho de la noche tenga que ponerme a mirar televisión. Igual debo admitir que me pagan bien por jugar y que, para mí es una responsabilidad. La verdad que no sé cuántos años me quedan como basquetbolista. Aunque, calculo que el día que tenga que estar 30 minutos sentado en el banco se me van a ir las ganas de jugar.


 --Juan, ¿qué expectativas tenés para tu carrera?


 --Este año llegué a lo más alto de mi carrera. Haber jugado más de 15 minutos por partido en la A-1 y siendo titular en ocho, creo que fue, en lo personal, lo más positivo. Mi idea es mantenerme y llegar a la selección argentina.


 --¿Estás jugando de base?


 --La mayor parte del tiempo.


 --¿Te alienta a soñar con una posibilidad lo que está costando reemplazar en la Selección a bases como Montecchia y "Pepe" Sánchez?


 --Alienta, pero no estoy en el país. Tengo que demostrar el doble que los que juegan en la Liga.


 --¿Y vos Agustín, qué esperás a futuro?


 --La idea es tratar de seguir jugando en la selección argentina y la próxima temporada poder de sumarme a algún equipo de Liga, para después sí pensar en emigrar al exterior.

Reglas de convivencia




 En casa de los Fabi el reglamento de básquetbol parece estar escrito en las paredes. Todos están compenetrados con la actividad y, a pesar de que los hermanos probaron en diversos deportes, la herencia de Jorge, indirectamente influyó. Por eso, los tres son jugadores y, lo más curioso, que todos, alguna vez, también fueron árbitros.


 "En una final entre Atenas y Boca ('97-98), en el Luna Park, a mi viejo lo insultaban de los cuatro costados y a mi se me ponía la piel de gallina de alegría. Tenés que ver a tu papá en esa situación y que se la banque ¿eh? Se preparó y siempre hizo un trabajo serio, por eso, nunca me ofendió lo que le gritaran", admitió Juan Manuel.


 Jorge arbitró 13 temporadas de Liga Nacional y ahora, a los 53 años, a veces despunta el vicio a nivel local en Roca, además de cumplir funciones como instructor nacional.


 "El día que deje de jugar, voy a ver de qué manera puedo seguir vinculado al básquet. No me cuesta entrar a dirigir. Es más, mi papá siempre dice que podría ser un muy buen árbitro. Hoy no me interesa, más adelante no sé...", dijo Martín, quien, en nuestra ciudad llegó a arbitrar hasta juveniles.


 En su ciudad, Martín y Juan hacían pareja de amigos para arbitrar minibásquetbol.


 "En Buenos Aires --contó Juan-- alcancé a dirigir un partido, en cancha de Macabi, pero no me daban los horarios".


 "Yo también, de vez en cuando, me sumé a dirigir", agregó Agustín.


 La pregunta es, ¿el sueño de Jorge será ver a los tres juntos en una cancha compartiendo equipo o una terna arbitral...?

Fernando Rodríguez/"La Nueva Provincia"