Bahía Blanca | Lunes, 29 de septiembre

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Debate público en tiempos de "Plata dulce"

Hacia fines de la década del 70 los argentinos vivimos una bonanza económica --luego se demostró que resultó ficticia-- que se conoció como el "milagro argentino". Fue cuando nuestro peso valía mucho con relación al de países limítrofes, se hablaba de "plata dulce", prevalecía la "sabiduría" de la especulación y el "deme dos". Una realidad que derivó en la "patria financiera" y en una grave crisis económica, social y política.




 Hacia fines de la década del 70 los argentinos vivimos una bonanza económica --luego se demostró que resultó ficticia-- que se conoció como el "milagro argentino". Fue cuando nuestro peso valía mucho con relación al de países limítrofes, se hablaba de "plata dulce", prevalecía la "sabiduría" de la especulación y el "deme dos". Una realidad que derivó en la "patria financiera" y en una grave crisis económica, social y política.


 Retomando la capacidad de autocrítica que se pudo observar en las mejores películas testimoniales de otros tiempos, el cine argentino se animó a recrear algunos aspectos de ese período.


 El filme que golpeó más fuerte se tituló justamente Plata dulce (1982) y fue dirigido por Fernando Ayala, sobre una idea de Héctor Olivera. El guión lo escribieron Jorge Goldenberg y Oscar Viale. Los personajes fueron interpretados por Federico Luppi, Julio de Grazia, Gianni Lunadei, Alberto Segado, Nora Cullen y Marina Skell.

Testimonio y tragicomedia.






 El momento histórico elegido por los autores para dar inicio a la historia fue el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978, cuando la idolatría por el dinero había alcanzado contornos inusitados y los argentinos hablaban cotidianamente de plazos fijos, dólares y viajes al exterior.


 Amalgamando con equilibrio el testimonio con la tragicomedia y la sátira costumbrista, Ayala situó en ese contexto histórico a sus personajes protagónicos: Bonifatti (Luppi) y Molinuevo (De Grazia), concuñados y dueños de una pequeña fábrica de botiquines.


 Molinuevo representa al hombre simple, honesto, que se resiste al cambio. Bonifatti, en cambio, opta por la "nueva Argentina". La llave mágica se la alcanza un compañero del servicio militar, convertido en jerarca de las finanzas, que lo invita a participar de sus negocios.


 Con la asistencia de un "licenciado", tan hábil como circunspecto, Bonifatti ingresa en ese mundo nuevo, que lo tienta y obnubila, empujándolo a soñar con un futuro brillante, a través de un presente de ejecutivo novato, pleno de satisfacciones materiales.


 Observado críticamente, Bonifatti reúne muchas de las condiciones del idiota útil que, sin percatarse del papel de rostro visible de la especulación que le fue adjudicado por dos empresarios con fines muy concretos, concluye destrozado, víctima de las circunstancias que lo desbordaron.


 El contrapunto entre la familia del novísimo rico, que de la noche a la mañana pasa del barrio a la casa con piscina, y la familia del "laburante" que queda prácticamente en la calle, es de lo mejor de esta película.


Frente a frente.







 En 1982, "La Nueva Provincia" realizó varios debates públicos sobre diversas cuestiones, moderados por Salvador Fernández. El sábado 18 de septiembre el tema convocante fue esta película, que a partir de su estreno se convirtió en un resonante éxito de taquilla, tanto en nuestro país como en Uruguay. También en Bahía Blanca.


 El debate se realizó en el cine Victoria. El panel estuvo integrado por el director del filme Fernando Ayala, el productor Héctor Olivera y los señores Heriberto Di Meglio, presidente de la Corporación del Comercio y de la Industria; Gabriel Macagno, gerente del Banco del Sud; Oscar Biondini, gerente del Banco Holandés; Juan Pablo Baylac, integrante del Movimiento de Renovación y Cambio de la UCR; Mario Monacelli Erquiaga, exintendente y profesor en la UNS; Alberto Obiol, subsecretario de Cultura; Abertano Quiroga, delegado normalizador de la UOM; y el autor de esta nota.


* "Plata dulce refleja una época que comenzó en 1978 y empezó a declinar en 1980. Por eso este comienzo de la película con el Mundial de Fútbol no es casual, sino que pretendimos comenzar este filme en el momento en que nos sentimos los mejores del mundo, que tocábamos el cielo con las manos". (Olivera)

* "El mensaje valedero de la película reside en que en la ficción se olvida que el trabajo es una condición innata del hombre: que es una obligación, pero también un derecho. Entonces, los efectos que muestra la película son aquellos provenientes del sistema político establecido en la Argentina a partir de 1976". (Quiroga)

* "Esta película va a hacer historia. Pero también, si la analizamos más profundamente, sugeriría que detrás de ésta se podría hacer otra con un título más amplio, cuyo nombre sería `Impunidad'. Porque la verdad de todo se esconde tras la impunidad de todos aquellos que han llevado al país a este estado de cosas". (Di Meglio)

* Esta película es importante porque genera debate, conciencia sobre la situación del país. Pero no todos los argentinos dejamos de trabajar... El ridículo en el cual aparece esa clase media argentina, cuando se la presenta viajando y accediendo a una cierta forma de felicidad, podría haberse presentado con mayor humanidad y cariño. Esa misma clase media no había dejado de trabajar, ni de creer en el país". (Monacelli Erquiaga)

* "Plata dulce no trata de impugnar al señor que hizo su negocio con las financieras. Impugna a la situación que llevó a miles de personas a andar desesperadas detrás de la cotización del dólar o de lo que le diera más o menos interés. Impugna el excesivo materialismo, el haber olvidado una serie de valores que hacen a nuestra nacionalidad... Lo que se omitió en este debate es hablar del hijo, que a regañadientes sigue a su padre y luego entra en la universidad y trabaja. Ese es nuestro personaje: la fe, la esperanza en esa gente que tiene 18, 20 ó 30 años, pidiéndoles que vengan a concretar lo que nosotros no supimos hacer totalmente". (Ayala)

















  Agustín Neifert