Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Volver a elegir

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   Celebro este ejercicio democrático, reiterado desde hace treinta y ocho años de poder votar.

   Acudimos a las urnas atravesados por diferentes estados y también por una pandemia. Algunos asisten desde un estado de decepción, resignación. Muchos van con enojo, también con una ideología heredada o impuesta por mandato familiar; y otros lo hacen con confianza, creyendo, probando alternativas o revalidando propuestas anteriores.

   Elegir es un derecho, pero ¿qué significa votar? Tal como formulan los especialistas ¿hay diferentes tipos de votos y votantes?

   Según el Diccionario de la Real Academia Española voto tiene su origen en un vocablo latino votum, y es la “expresión pública o secreta de una preferencia ante una opción”.

   Los candidatos han perseguido los votos como un cazador a su presa, y se ha hablado de diferentes tipos: “útil”, me pregunto para quién o para qué; “voto inteligente”, siendo este un factor de discriminación, pues elegir es un derecho que trasciende el cociente intelectual; voto “castigo, comprado, vendido, volátil, optimista” y podríamos seguir adjetivando el voto de acuerdo con los deseos y expectativas de cada votante.

   Según Daniel Eskibel, psicólogo y consultor político, autor de libro Maquiavelo y Freud. Psicología política para ganar elecciones, sostiene que hay cuatro tipos de votantes. Los “duros” son esos electores que siempre van a votar al candidato, haga lo que haga, pase lo que pase, son fieles, seguros e inamovibles. Los considerados “blandos” son aquellos como “la chica indecisa”, está pensado en votar al candidato, tiene puntos de coincidencia, está a punto de “dar el sí” pero aún es permeable a hechos, palabras, gestos, imágenes, duda y hasta puede llegar a cambiar de opinión. Luego, están los “posibles”, quienes sienten cierta simpatía, pero aún no están absolutamente convencidos; por último, los “imposibles”, volviendo a la metáfora de “la chica” es como un amor imposible” ya que el candidato, haga lo que haga, diga lo que diga, (algunos hasta hacen el ridículo), pase lo que pase, jamás lo van a elegir.

   Debra Satz, dedicada a la filosofía política y autora del libro Por qué algunas cosas no deberían estar en venta. Los límites del mercado, sostiene que el derecho al voto, aun cuando se ejerza, posee valor relativo si una franja significativa de electores no accedió a la educación suficiente como para leer en las boletas algo más que el nombre de un candidato y comprender lo que implica esa elección.

   Hoy ingresaremos nuevamente al cuarto oscuro, que por cierto no es oscuro, es un momento que no debe ser tomado a la ligera, pues si bien los votos se cuentan, estoy convencida del valor cualitativo; en un voto confluyen deseos, expectativas, errores pasados y la posibilidad de confiar en una propuesta.

   ¡Hoy votamos! y tal vez no dimensionamos que es el momento para definir un futuro, nuestra historia; es mi deseo que lo que elegido por la mayoría se convierta en lo mejor para todos, pasó de todo y nuestra mente merece al menos un tiempo sin sobresaltos