Suelos: ¿cuál es el actor clave para la nutrición eficiente de los cultivos?
Ser más eficiente y producir con sustentabilidad y sostenibilidad se puede (y se debe si se pretende mejorar la rentabilidad). Ahí, el fósforo (P) pasa a ser determinante en las estrategias.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
“Dos tercios de la superficie bajo cultivo anual en la Argentina están con niveles críticos o en zona de deficiencia. Claramente, el fósforo (P) es una necesidad, porque se trata del cimiento para que los cultivos tengan mejores raíces y para que aprovechen el nitrógeno que se aplique. Es un elemento estratégico al ser considerado, además, como recurso mineral no renovable”.
Para el Dr. Fernando O. García, asesor en fertilización y profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce (FCB), la nutrición es clave para que no haya excesos (tampoco defectos), ya que en la Argentina se atraviesa una situación particular. “Por eso se sabe que si hacemos un buen diagnóstico y detectamos un ambiente con deficiencia de nitrógeno, fósforo y azufre y aplicamos nutrientes en los principales cultivos de granos, maíz, soja y trigo, por ejemplo, vamos a tener una respuesta económica”, añade.
“¿Cómo sabemos cuánto aplicar y cómo podemos más eficiente? Haciendo diagnóstico para saber qué me ofrece el suelo en tal lote o en tal ambiente, así como qué necesita el cultivo y de qué manera se puede compatibilizar todo”, sostuvo.
En este sentido, García comentó que la presencia de fósforo no sólo es fundamental para incrementar los rendimientos de los cultivos, sino que también mejora la calidad del suelo, permitiendo que este recurso esencial alcance su máximo potencial productivo.
En tal sentido, Fertilizar Asociación Civil destaca la importancia del Programa SUMA P que incorpora esta herramienta a las estrategias de fertilización, resaltando las funciones esenciales del fósforo en los organismos, especialmente en las plantas, entendiendo la dinámica del nutriente en el suelo, cómo las plantas lo incorporan y detallando las formas en que se aprovecha y se asimila.
“Con este material que generamos se puede apreciar cómo la técnica de aplicación de fósforo mejora la calidad de los suelos y la producción de los cultivos, sosteniendo la rentabilidad de lo producido”, agregó Esteban Ciarlo, coordinador técnico de Fertilizar.
El fósforo es un nutriente esencial para todos los seres vivos y asegurar su disponibilidad para los cultivos no sólo permite alcanzar mayores rendimientos, sino que también contribuye a mantener la calidad del suelo.
“Con este programa queremos enfatizar que cada kilo de fósforo aplicado es una inversión en el suelo, una apuesta por la siembra y el futuro del activo más valioso de un productor, que es la tierra. Es decir, con fósforo hacemos que el suelo sea más productivo, rentable y sostenible”, comentó María Fernanda González Sanjuan, gerente ejecutiva de la institución.
Manejo y uso del ambiente
La cantidad de fósforo en un suelo depende de distintos factores. Entre ellos, hay que tener en cuenta:
—La cantidad de P que había en la roca parental.
—El manejo y uso del ambiente por parte del hombre.
—La influencia de las condiciones climáticas.
—La textura del suelo tiene incidencia sobre la disponibilidad más que el contenido de P en el suelo.
La concentración de fósforo total depende, básicamente, de cuánto tenía el material o roca parental que dio origen en el suelo, entendiendo cuánto de un mineral en particular (apatita) se encontraba en este material parental.
El manejo y el uso que el hombre hace del suelo puede aumentar, o más habitualmente disminuir, los contenidos de fósforo en los suelos. Entre los usos posibles, el manejo agrícola suele modificar las cantidades de fósforo de los suelos.
Al no ser un elemento demasiado soluble, las condiciones climáticas, particularmente las precipitaciones, no son un factor demasiado determinante en las cantidades de fósforo total. Algunas condiciones del suelo, como su pH o la textura (proporciones de arena, limo y arcilla) que tengan alteran la biodisponibilidad de este elemento, pero no suelen influir en la cantidad de fósforo total.
En la naturaleza, al P lo encontramos en compuestos tanto orgánicos como inorgánicos. Las plantas lo toman como fosfatos, que son compuestos inorgánicos muy sencillos, y lo transforman en compuestos orgánicos que se acumulan en granos, hojas, tallos, raíces. Por ejemplo, las membranas de las células que forman los seres vivos tienen fósforo, así como la molécula responsable de la transmisión genética, el ADN, también posee en su composición básica.
En los suelos encontramos compuestos de P que, según la velocidad de sus transformaciones y su accesibilidad para la nutrición de las plantas, podemos separarlos en:
—Inorgánicos de acceso lento: en los minerales primarios y secundarios (formas de reserva, no disponibles para las plantas).
—Orgánicos de acceso lento: en residuos vegetales con grados de descomposición avanzados o físicamente protegidos (formas de reserva, no disponibles para las plantas).
—Orgánicos lábiles (moderadamente móviles): en residuos vegetales frescos y la biomasa de los microorganismos (formas de reserva, no disponible para las plantas).
—Inorgánicos lábiles (moderadamente móvil): en sales inorgánicas en solución, o en precipitados de alta solubilidad, o débilmente retenidos por las arcillas del suelo.
—Solubles: en su mayoría inorgánicos (fosfatos) que no están retenidos y que se encuentran, mayormente, accesibles para las plantas y sujetos al movimiento con el agua del suelo.
El principal ítem por definir, en el caso de planificar la fertilización de un cultivo de soja, es la dosis a aplicar por unidad de superficie. Si los contenidos de fósforo son intermedios se sugiere la aplicación de dosis que sean, por lo menos, iguales a la extracción esperada por el cultivo.
El manejo y el uso que el hombre hace del suelo puede aumentar, o habitualmente disminuir, los contenidos de P en el suelo.
Si la disponibilidad de fósforo es elevada, en general se recomienda no fertilizar, o fertilizar con alguna dosis de reposición de lo extraído. Ahora, si los contenidos de P son bajos, se sugiere una fertilización que, además de cubrir lo extraído por el cultivo, agregue una cantidad extra.
En algunos casos es conveniente realizar un análisis de posible respuesta a la aplicación de fósforo, de modo de calcular hasta qué nivel de fósforo extractable es económicamente conveniente la aplicación de fertilizante fosforado.
Un caso particular para la elección de la dosis se da en los cultivos de soja de segunda. En esta situación, la estimación de la dosis de fósforo, si se aplica a principios de la secuencia, debería cubrir los requerimientos del antecesor (trigo o cebada) y de la soja.
Las transformaciones
En el suelo no todo el fósforo es igual. Esto se explica porque el elemento sufre transformaciones en cambios que son puramente por mecanismos físico-químicos, o que están conducidos por procesos microbiológicos, especialmente a través de la descomposición de residuos orgánicos por hongos y bacterias.
Pensando en el acceso de las raíces al fósforo del suelo, podemos separarlo en tres grupos de diferente disponibilidad en el tiempo:
—Formas solubles: son los fosfatos en la solución del suelo, inmediatamente disponibles para la absorción radical, y que presentan la mayor movilidad entre todas las formas de P.
—Formas lábiles: son las que, sin ser solubles, pueden modificarse bastante rápidamente ante cambios en las cantidades del fósforo en solución. Por eso se las considera como la fracción de P del suelo que responde rápidamente a un descenso en la concentración de P en la solución del suelo, cuando es absorbido por las plantas (tendiendo a reponerlo con rapidez). Existen formas lábiles tanto orgánicas como inorgánicas.
—Formas no lábiles: son aquellos compuestos fosfatados de muy alta estabilidad y cristalinidad, con valores muy bajos de solubilidad, que responden muy lentamente a cambios en la cantidad de fósforo soluble.
Estas formas están escasamente relacionadas a la nutrición vegetal y, de la misma manera que con los compuestos lábiles, incluyen formas orgánicas e inorgánicas.
¿Cuál es la respuesta para la aplicación en pasturas?
Las dosis de fósforo a aplicar en pasturas pueden ser más elevadas que para los cultivos anuales, ya que, al ser una combinación de una o más especies perennes, las plantas pueden aprovechar el P en los años subsiguientes a la siembra.
Se considera que una aplicación de 20 kilos por hectárea de fósforo puede sostener una producción de 10 toneladas de materia seca de forraje por hectárea. La textura del suelo influye en la respuesta generada a la fertilización fosforada. El momento y forma de aplicación recomendada es a la siembra localizada, cerca de la semilla, debido a la escasa movilidad del P en el suelo.
Las fuentes más usadas para la fertilización de pasturas son aquellas que combinan una solubilidad rápida con amplia disponibilidad comercial, aunque en pasturas perennes es muy factible el uso de fuentes menos solubles y más económicas como la roca fosfórica.
Las dosis de P a aplicar en pasturas pueden ser más elevadas, ya que las plantas aprovechan el fósforo aplicado en los años subsiguientes a la siembra. Es probable que una alta proporción, entre un 70 y un 80 % del fertilizante que se aplique a la siembra, sea absorbido por la pasturas en los 4-5 años de producción. En suelos ácidos, o muy arcillosos, esta proporción es seguramente menor, debiéndose ajustar dosis o fuente.
En principio, y como regla general, se insiste en que se considera que una aplicación de 20 kilos por hectárea de fósforo puede sostener una producción de 10 toneladas de materia seca de forraje por hectárea. En realidad, las plantas precisan más que eso, si se considera que el aporte de fósforo por el suelo puede ser escaso, el aporte debería ser mayor. No obstante, la dosis debe definirse de acuerdo a:
—Contenido de fósforo extractable del suelo.
—Composición de especies de las pasturas (o pastizal).
—Nivel de productividad esperado en relación con el clima y al suelo.
—Uso complementario de nitrógeno y azufre: si son agregados, la productividad esperada y los requerimientos derivados aumentan.
—Eficiencia de cosecha del forraje: si se cosecha para pastoreo diferido o reservas, las dosis deben aumentarse un 20-30 %.
Existen algunas guías orientativas de necesidad de fertilización con fósforo de acuerdo a la composición del recurso forrajero y el nivel de fósforo extractable (P Bray).