Víctor Francani, el formador bahiense que, sin teléfono celular, llegó a ser “Personalidad destacada de la ciudad”
El creador de EFUBA, la academia de fútbol más antigua de nuestro medio, sostiene: “Al chico hay que darle tiempo para todo, pero más que nada para que piense y pueda decidir”. A los 78 años, sigue confiando en lo que alguna vez escribió: “El deporte como escuela de vida”.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
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(Nota ampliada de la edición impresa)
Cultor del perfil bajo y creador de una línea de formador que cautivó a distintas generaciones en el fútbol y en la vida, Víctor Oscar Francani, a los 78 años, sigue siendo el hombre orquesta de una Escuelita que él mismo “levantó” desde la nada hace poco más de tres décadas.
En la puerta de EFUBA, en la esquina de Bélgica y Entre Ríos, el cartel es claro: “El deporte como escuela de vida”.
“Siempre hay que apuntar a formar personas antes que a futbolistas, porque en definitiva el chico te va a agradecer por las herramientas que le diste para crecer y no por haber jugado a la pelota”, expresa “Cacho”, mirándome a los ojos y queriendo seguir con el tema que tanto lo apasiona y lo distingue.
Sin embargo, la nota iba a empezar por otro lado, por el reconocimiento que le hizo, días atrás, el Concejo Deliberante de Bahía Blanca, declarándolo, junto a otro grupo de vecinos, “Personalidad Destacada de la ciudad".
Dijeron sobre él: “Nació a solo unas cuadras del Club La Armonía, donde se crío jugando al futbol, aunque siempre mantuvo la vocación de armar equipos y organizar torneos barriales, y eso lo llevó a formar su propia Escuela infantil, EFUBA, donde se promueve el respeto, el juego limpio y el desarrollo integral de cada niño y niña más allá de lo competitivo”.
--Lindo homenaje, ¿lo disfrutaste?
--Vos me conocés, no soy muy partidario de los bombos y los platillos, pero me pareció bárbaro que se acuerden de uno. Les agradezco de corazón, pero siempre pienso que en esta ciudad existen formadores y entrenadores que merecen ese premio más que yo.
“Fueron muchos amigos, familiares, ex alumnos y padres, la pasé bien, pero no se pueden olvidar de que hay muchas personas apasionadas por enseñar y que también son héroes sin capa que necesitan un mimo como este. Yo sigo trabajando e insistiendo que los valores y la educación son la base para el desarrollo del ser humano; el que entiende eso entiende todo”.
Enseguida, los recuerdos empezaron a aflorar...
“El primer plantel de chicos lo armé en 1969, representaba a La Armonía y nos habíamos anotado en un torneo extraordinario que organizaba la Liga del Sur y que era patrocinado por Coca Cola, que daba como premios conjuntos de camisetas. ¡Sabés qué!, me venían bárbaras”, se entusiasmó “Cacho”, quien jugó al fútbol en Liniers (empezó a los 13 años) y registró 7 partidos en la Primera de Comercial, en 1966.
“Por la zona pasé por Unión de Pigüé y Centro Social Valenciano de San Román (Liga de Coronel Dorrego), club que, al menos en competencias futbolísticas, no lo vi más en ningún lado”, indicó con una memoria prodigiosa.
“Aquel equipo al que te hice mención, de La Armonía, era compuesto por nenes de 12 y 13 años, porque en esa época, en la Liga, los menores empezaban a competir a los 14. Del campeonato tomaron parte todos los clubes afiliados y algunos invitados de certámenes barriales, como nosotros, que a partir de ese entonces empezamos a crecer socialmente como institución”, desplegó como parte de su repertorio en la casa que ocupa, desde hace más de 50 abriles, junto a su esposa Ana María Berger, su mano derecha en cada paso que da o determinación que toma.
“Después de un parate para pensar como seguir, en 1973 arranqué otra vez, y siete años después La Armonía ya contaba con todas sus categorías armadas. El club empezó a tomar forma y color en el predio de calle Bélgica (donde hoy está EFUBA), aunque íbamos a donde nos invitaban, a cancha de Pacífico, Foecyt, Las Tres Villas... En 1984, con mi hermano Tito fuimos a buscar las tierras de calle Don Bosco (al 2.200), esas 4 hectáreas y media que hoy son parte del querido Larmo”, recordó con cierta nostalgia.
--¿Cuándo se fundó EFUBA?
--Pará, no vayas tan rápido. En 1989-90 hice el curso de técnico, aunque nunca ejercí, ni en menores ni en Primera. Por mi trabajo de siempre (es propietario de Resortes Brasil, fabricación y venta, en Brasil 969), viajaba mucho a Buenos Aires, y me causaba curiosidad que haya tantas Escuelas de Fútbol en Capital y alrededores. Entonces, cuando podía, me iba a chusmear.
“La que más me impresionó fue la de Claudio Marangoni, la que él mismo manejaba aún siendo jugador profesional. Iba y anotaba todo lo que veía, convenciéndome de que eso era lo mío, que tenía que elegir ese camino, el de la formación. No competían, solo hacían encuentros recreativos, y eso fue lo que me impulsó para cristalizar el proyecto EFUBA, que lleva 34 años sin interrupciones”.
“Hemos llegado a tener 280 chicos de todas las edades. Antes era hasta los 15, la que fuimos bajando porque los pibes se van cada más temprano a los clubes. Para nosotros, la falta de espacio fue un limitante, pero estimo que por EFUBA, a lo largo de su historia, han transitado más de 3.000 jovencitos”, amplió “Cacho”.
--Los clubes, ¿te piden jugadores?
--No, yo con los únicos que hablo es con los padres, ellos son los que deciden a donde llevan a sus hijos. Igualmente, hoy sucede que los chicos de 9 y 10 años se van a probar por su cuenta, porque los llamó un amigo, un dirigente, un técnico, un empresario o alguno de esos hombres con portafolio que andan dando vueltas por las Escuelitas.
--¿El jugador más significativo que pasó por EFUBA?
--Muchos, pero el que más lejos llegó fue el arquero Leandro Evangelisti, quien atajó en algunos elencos de Primera de AFA. También disfruté a Pablo Paz (Quito) en La Armonía, un distinto para la época.
“Eso de llegar es relativo, depende del camino que agarre el jugador o por donde lo obliguen a ir, esto último siempre distinto a lo que vos le fuiste marcando en su etapa de formación. Existe el factor genético, el de la capacidad mental y el talento, pero también está el factor externo, todo lo que sucede alrededor del futbolista que puede ser nocivo si va al lugar equivocado o cae en un club donde existen otros intereses que están por encima de las cualidades físicas y técnicas de ese jugador”.
“Lo más difícil para un jugador no es demostrar sus condiciones, es que se puedan alinear los planetas para llegar y cumplir su sueño. También es clave la cabeza, porque ahora sucede, y mucho, que el padre, el representante, los familiares y el mundo indigno del fútbol meten presión constante sobre las decisiones del pibe”.
Y siguió: “Llegar o no, esa es la cuestión, aunque todavía hoy, en los tiempos que corren, el comportamiento, la disciplina, el trato con los demás y el ser educado vale más que cualquier condición futbolística. Hoy, muchos padres me agradecen porque su hijo, con el sueño del fútbol frustrado, se convirtió en buena persona por todo lo que aprendió en EFUBA. Ese es el mejor título que me pueden dar”,
Alguna vez escribí...
En 2023, ATFA Bahía Blanca le hizo un homenaje a “Cacho” como entusiasta formador en el fútbol infantil y menor.
Y yo, como maestro de ceremonias, lo presenté así: “El hombre que a unió a los barrios, el que en 1980 cautivó a los pibes de Noroeste, Villa Nocito, Mariano Moreno y Kilómetro 5 con los babys nocturnos que, en definitiva, formalizaron la inauguración del gimnasio del club La Armonía”.
“Entre 1981 y 1983 fue Director de la escuela recreativa del club La Armonía, y a su vez, como dirigente, integró el cuerpo de entrenadores de la Liga de fútbol infantil de Buenos Aires, con sede en la ciudad de Tandil”.
“En 1983 le pidió a un tal `Quito´ Paz que no abandone el fútbol”.
“En 1985 fue fundador de la Liga de fútbol infantil amateur que unió a los clubes de Bahía, hasta 1990, cuando pasó a ser parte oficial de la Liga del Sur”.
“En 1995 reestructuró, junto a su hermano Tito y un grupo de entusiastas, el fútbol de La Armonía para empezar a competir, un año después y oficialmente, en la Primera división local”.
“Armó seleccionados con jugadores de distintos equipos para competir en torneos Internacionales”.
“El estadio de La Armonía lleva su nombre y el de su hermano Tito”.
Un homenaje más que merecido.
“Cacho” piensa. Si hace mucho frío, no va a EFUBA, se queda en su casa, y desde ahí genera contenidos con todos los movimientos fríamente calculados
“A la mañana suelo ir al negocio, después almuerzo y preparo las pelotas y los elementos para ir a la Escuelita, donde estoy cuatro horas sin parar”, desliza este apasionado por el “dar para recibir”.
Aunque desde hace seis años emprendió otra actividad: armado y restauración de trofeos.
“Es un emprendimiento familiar, junto a mis hijas (Mariela, 53 años; Verónica, 50 y Lorena, 48), las que más están en el local (ubicado atrás del garage de su casa, en Entre Ríos 1079). La llave del negocio se lo compramos a Carlos Echeverría y nuestra identificación es `Trofeos Francani´. Hacemos Copas y madallas de cualquier tipo y característica”, admite el abuelo de cinco nietos.
--Cuando vas al estadio de La Armonía, que lleva el nombre “Hermanos Francani”, ¿qué pensás?
--Ehhh... ¡Cómo creció el club!, miro todo lo que se construyó, la cantidad de pibes que andan correteando por las instalaciones y me cuesta creer que sea real. Fui presidente del velezano en 1975, cuando no había nada y las tierras no existían ni en los sueños. En La Armonía, por suerte, siempre hubo gente que trabajó y trabaja por el bien de la institución.
“Si el nombre del estadio lo pusieron por todo lo que hice por el club está bien, pero vuelvo a lo mismo: hay muchos dirigentes que dejaron todo y más por los colores, y ellos también merecen un reconocimiento”.
--¿Cómo ves el fútbol actual?
--No me gusta, muy hablado y poco juego.
--¿Y la formación actual?
--Hay buenos Profes, pero están constantemente en apuros, porque la ansiedad de los clubes y de los padres por generar un Messi es cada vez mayor. Quieren que juegue bien a los 8 o 9 años, que es cuando más se tiene que divertir. No se está respetando la etapa de crecimiento, no se puede empezar a negociar a un pibe de 11 porque en el entrenamiento hizo algo distinto a sus compañeros.
“Al chico hay que darle tiempo para todo, pero más que nada para que piense y pueda decidir”.
--Gran verdad.
--Mirá: en la Escuela tengo un jardín de infantes, que son los gurrumines de 3 y 4 años que están al mando de una Profe que les hace hacer juegos deportivos con el fin de recrear y sociabilizar. A los 5 pasan a primer grado y sigue todo igual, aunque con alguna experiencia en el aspecto futbolístico; y a los 12, ahí ya se le incorporan conceptos en relación al juego táctico y técnico propiamente dicho”.
--Los chicos de EFUBA, ¿tienen algún tipo de exclusividad con La Armonía?
--No, los chicos van a donde quieren después de su paso por la Escuelita; no les preguntó y tampoco me cuentan qué decisión van a tomar. No soy de recomendar y si me preguntan por un jugador les digo “Vení a verlo”. Cuando los pibes egresan se van con los padres y no queda vínculo con EFUBA porque es una Escuela de nivel inicial, amateur y recreativa.
--Hoy en día, ¿cambió mucho la relación con los padres?
--Comparado con hace 30 años atrás, muchísimo. Yo sigo con la idea de siempre, lo que cambié son las formas, por ejemplo amoldarme a la tecnología, a llevar las listas en computadora (de eso se encarga su hija Veronica, secretaria de EFUBA). No voy en contra de la corriente, entiendo que ahora es todo vía digital y más rápido, pero decidí no tener celular para no olvidarme de vivir.
“Hoy sucede que vienen a ver al hijo o al sobrino pero lo que menos hacen es mirar el partido, están todo el rato atentos al celular. Son los padres modernos, los que después quieren tener a un crack en su familia”.
Aclara que los Profes de EFUBA, más allá de la docencia, deben tener idea de fútbol, haber jugado en algún momento: “No es lo mismo enseñar sin experiencia que un docente que haya tenido vestuario, cancha y el vocabulario apropiado del fútbol bien aprendido”.
--¿Cuál es el consejo que le das a tus Profes?
--No es fácil dar una clase con 30 padres a tres metros evaluándote, aunque siempre les repitpo: “Ustedes hagan lo que tengan que hacer dentro de un marco de formas, expresiones y buenos modales”. Los padres no se meten ni los dejamos, en eso somos muy estrictos y cortantes. En todo caso, si hay algo que informar, se hace una reunión y asunto solucionado.
“A veces escucho a un padre `Ehhh, pasala, pateá al arco, marea...´ Me acerco y le informo: `Nosotros le ensañamos a hacer un pase, a patear al arco, a marear para sacarse a un rival de encima, no es necesario qiue él, desde el alambrado, se lo tenga que recalcar porque dentro del rectángulo de juego el chico tiene que decidir, saber que hacer, y no importa que tenga 6 o 7 años. Cuando el niño entiende que puede resolver por sus propios medios, es cuando empieza a aprender. No hay que transmitirle todo.