Francisco, uno de los nuestros
Su fallecimiento causó una gran pena en el mundo entero.
La renuncia del papa Benedicto XVI en 2013, luego de estar ocho años al frente de la iglesia católica, abrió inesperadamente una puerta que dio lugar a la elección de Jorge Mario Bergoglio como nuevo líder de esa milenaria institución.
Luego de cinco votaciones y apenas dos días de cónclave, la fumata blanca daba cuenta que uno de los cardenales había reunido los votos necesarios para ser el nuevo papa.
Entre la incredulidad, el asombro y la emoción, el Cardenal Jean-Louis Cardenal Tauran dijo, con voz temblorosa, el nombre de Jorge Mario Bergoglio, quien fuera arzobispo de Buenos Aires y cardenal presbítero de San Roberto Belarmino.
Su salida al balcón de la basílica de San Pedro fue una maravilla. “Me fueron a buscar al fin del mundo”, dijo para, segundos después, pedir al mundo entero que rezara por él. Eligió el nombre de Francisco, en honor a ese santo que supo vivir con lo mínimo y que transmitía serenidad y esperanza con un espíritu alegre.
La elección de Francisco generó sentimientos encontrados en la dirigencia política argentina. Porque Bergoglio había sido crítico con varias de las situaciones que atravesó el país y fue muchas veces vapuleado y criticado con dureza.
Cristina Fernández, por caso, dijo que algunos eclesiásticos (por Bergoglio) "parecen más preocupados en defender estructuras de poder que en ayudar a los pobres.". El actual presidente Javier Milei fue más lejos, al señalar a Francisco como "el representante del maligno en la Tierra".
Consecuencia directa de esas diferencias es que en sus 12 años de mandato, nunca regresó a la Argentina, pese a que visitó 61 países, entre ellos Perú, Brasil y Chile.
Tarea de estudiosos será establecer cuánto hizo por la iglesia, cuál fue su legado. Lo cierto es que su fallecimiento ha generado una pena enorme en el mundo y su funeral ha congregado a mandatarios de todo el planeta.
Ha terminado el papado de Francisco, el hombre que en muchos aspectos “humanizó” ese cargo, que tomaba mates y hablaba de fútbol, que saltaba el protocolo y que buscó quebrar las diferencias. Acaso, como mencionan algunos, el argentino más importante de la historia.