A 10 años del gas pimienta: el “Panadero” no se arrepiente y quiere volver a la Bombonera
“Nunca quisimos suspender el partido, era sólo meter presión, pero se nos fue de las manos”, manifestó Adrián Napolitano, quien una década después rectifica: “Estaba todo arreglado para que River siga en la Libertadores”.
“Yo me inmolé por Boca y no me arrepiento. Es lo mismo que sepa que van a entrar a robar a mi casa con mis hijos adentro y me quede de brazos cruzados sin hacer nada. El tiempo me fue dando la razón pero ya está, ya pasó. Nunca quise hacerme famoso y siempre preferí resguardar a mi familia. Algún día nos vamos a sentar dos horas y voy a contar todo, pero hoy no es el momento”.
El que habla, pelo más corto que aquella noche en que se hizo conocido en el mundo entero, es Adrián Napolitano. Sí, el “Panadero”. El hombre del gas pimienta, el que arrojó aquel líquido en el entretiempo cuando el plantel de River volvía para jugar los 45 minutos restantes y que terminó suspendiendo el partido de octavos de final de la Copa Libertadores 2015. Fue el 14 de mayo y ambos equipos estaban 0-0 (en la ida había sido triunfo Millonario por 1-0).
Después, la Conmebol le dio el triunfo a River “en el escritorio”, 3-0. Esa Copa terminó qudando en manos del “Millo”.
Una década después, el Panadero sigue sin arrepentirse de lo ocurrido. Y se muerde la boca para no hablar. Sus hijos aún están en edad escolar y dice que salir a contar su verdad va a remover todo un escándalo que ya dejaron en el pasado.
Atrás quedaron los días en que lo escrachaban en la panadería de Valentín Alsina, también las jornadas en que su cara era el rostro del mal para los habitantes de la Bombonera. Hoy el Panadero sigue trabajando en el rubro de siempre y se maneja con un bajo perfil absoluto, el que, según afirma, le permitió recuperar la vida. Y a diez años del episodio que lo marcó para siempre sólo agrega “El fútbol es una runfla”, y no declara más nada.
Su discurso, claro, no ha variado mucho. Hace cinco años sentenciaba algo parecido: “La gente se está dando cuenta de por qué se hizo lo que se hizo. Estaba todo arreglado por Burzaco para que pasara River, igual que todo lo que vino después (NdR: por Alejandro Burzaco, mandamás por entonces de la empresa Torneos, responsable de las transmisiones de Conmebol, quién después terminó condenado en la causa del Fifagate).
“Nunca quisimos suspender el partido, era sólo meter presión y se fue de las manos, porque la idea no era dañarlos físicamente, sino que sintieran que esto es Boca. Y hoy, después de todo este tiempo, la gente está viendo lo que pasa. Que estaba y está todo arreglado. Por eso creo que voy a poder volver a la cancha: el hincha sabe que nunca quise perjudicar a Boca y que quienes lo están perjudicando son otros”.
Lo cierto es que después de tanto tiempo, Adrián Napolitano está libre de culpa y cargo. Cumplió la probation que acordó con la Justicia ayudando en la parroquia de su barrio y colaborando con otras entidades y también se le venció a fin de 2019 la prohibición para ir a la cancha.
Después vino la pandemia, claro, y la pregunta del millón es si volvió o no a la Bombonera. Ninguno de sus allegados responde pero más de uno se sonríe cómplice ante la requisitoria.
El Panadero siempre dijo que vivía por Boca y esa pasión no retrocedió ni un ápice. De hecho la gente que lo rodea cuenta que los primeros tiempos tras la sanción judicial fueron un calvario. Porque si bien pudo recomponer su vida normal cuando los ecos del escándalo se acallaron, los días de partido eran su talón de Aquiles. Porque mientras sus amigos iban a la cancha a la primera bandeja que da a Casa Amarilla, la misma desde donde apretó el gatillo del gas pimienta, él tenía que ver todo por televisión. Y se encerraba en la panadería para ver el partido sólo, lidiando con su destino.
Por eso y si bien nadie admite nada, la sonrisa sobre si volvió a pisar la Bombonera se vuelve cómplice. Y casi una confesión.
Su rutina de cualquier manera no ha cambiado. Admite que el negocio anda bien y que se sigue levantando de madrugada para amasar y hornear el pan junto a dos colaboradores, hasta agarrar la camioneta con la que repartirá el producto desde las 7.
A media mañana la rutina sigue por la compra de productos para volver a amasar lo que se venderá desde la tarde y acopiar para el día siguiente. Después se dedica a su familia (tiene una hija adolescente y un hijo más chico) y a vivir como cualquier hijo de vecino más. Porque en la calle ya nadie lo insulta, en el barrio volvió a ser el Tano, el pibe que hace el pan y habla de Boca, y suele ir a comer afuera pasando inadvertido.
El Panadero, como buena parte del mundo Boca, cree que River tenía un arreglo con la Conmebol. Por eso dice “yo no quiero hablar pero si van a escribir, vayan a la realidad”, abonando la teoría conspirativa.
Por eso, aunque no lo dice, cree que el mundo Boca lo perdonó porque todo estaba ya planeado para beneficiar al primo de Núñez. De hecho hasta la sacó muy barata en la Justicia gracias a los oficios de su abogado Javier Raidan, actual ministro del Superior Tribunal de Justicia de Chubut: si uno pide el certificado de antecedentes de Adrián Napolitano, no aparece ninguno, porque aquel hecho en la Bombonera terminó cumplido y dejando su foja libre de cualquier acto ilícito.
Si se le pregunta por la actualidad de Boca, no responde. El que participó en política en la agrupación de Roberto Digón se llama a silencio. Dice que no es momento de exponerse. “Ya nos vamos a volver a cruzar y voy a contar todo lo que sé”.