La influencia de un bahiense en el futuro de los medios
Pablo Cella, quien formó parte de la segunda promoción de Licenciados en Ciencias de la Computación de la Universidad Nacional del Sur, fue reconocido por una prestigiosa publicación de EE.UU.
Recibido en 1993, acumula 28 años de trayectoria en el periodismo local. Ex jefe de la sección Deportes y La Ciudad y actual secretario de Redacción de La Nueva. Ex profesor de los dos institutos de Periodismo de la ciudad. Especialista en temas deportivos, sociales y gremiales.
Un bahiense recibió un importante reconocimiento que celebra a las 100 voces más influyentes que moldean el futuro de las industrias de los medios de comunicación, el cable y la banda ancha en Estados Unidos.
Se trata del ingeniero Pablo Cella, quien formó parte de la segunda promoción de Licenciados en Ciencias de la Computación de la Universidad Nacional del Sur en 1991 y hace 27 años que se encuentra radicado en la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia.
Quien realizara los estudios primarios en la Escuela 3 “Bernardino Rivadavia”, continuara los secundarios en el colegio Don Bosco y se graduara en la UNS figuró recientemente en la lista Cablefax 100.
Cablefax es una publicación que nació en 1985 y sirve de referencia para los líderes de medios, telecomunicaciones, cable y tecnología en Estados Unidos y es reconocida por su credibilidad y especialización en cubrir la evolución real del negocio.
Cabe aclarar que no es un medio de exposición masiva, sino un espacio respetado dentro de la industria donde se valida a quienes marcan impacto tangible. Estar en el Cablefax 100 es ser reconocido entre presidentes de grandes operadores, programadores de primer nivel y pioneros de nuevas plataformas, como uno de los líderes que verdaderamente transforman el sector.
“Es un símbolo de influencia, reputación y visión estratégica en un ecosistema que hoy conecta medios tradicionales, tecnología avanzada y nuevos modelos digitales”, explicó Cella a “La Nueva”.
--¿Cómo es el proceso de elección y cuál es el calibre de los otros galardonados?
--Es una selección editorial independiente, donde se destacan ejecutivos de primer nivel: CEOs, presidentes, innovadores de grandes operadores, programadores y líderes de tecnología, todos con trayectorias profundas e impactos tangibles en la industria.
“Estar en esa lista significa ser considerado parte del núcleo de influencia real, donde las decisiones y estrategias definen el futuro del sector. Sus rankings no se basan en autopostulaciones ni en campañas públicas, sino en la observación directa del impacto de cada profesional en el avance de la industria”.
--¿Qué significa este premio en lo personal?
--Después de tantos años en la industria, recibir este reconocimiento tiene un peso especial. Es un reflejo del trabajo, de la perseverancia, y del privilegio de haber aprendido junto a verdaderas luminarias del sector.
También es un punto de apoyo en mi nueva etapa, donde mi desafío es llevar la experiencia y el conocimiento a otras plataformas e industrias como servicios financieros, seguros, energía, y más. Es un puente entre todo lo construido en telecomunicaciones y lo que podemos aportar a otros sectores que hoy atraviesan su propia transformación.
--¿Recordás cómo fueron tus inicios?
--Es lo que más me emociona. Haber empezado en Cable Total, en la calle Alsina, a 50 metros de mi casa de ese momento, escribiendo el primer sistema de facturación y de programación de películas en el cable con apenas 106 suscriptores; dibujando el formato de la factura a mano; conectando sistemas con un módem de 300bps... En lenguaje Pascal, en una PC Televideo Portable, que en ese momento era un “valijón”.
“Un tiempo donde el sueldo me alcanzaba para dos jeans, pero para mi era algo espectacular, y el agradecimiento sigue intacto para quienes me dieron aquella primera oportunidad: personas como el contador Ginóbili que me contrató; Murphy, de las UNS, que me recomendó; Alicia que me guió a tener un trabajo de verdad y La Nueva Provincia que me pagó mi primer sueldo de mi carrera profesional”.
“Mi novia -–ahora mi esposa Corina-- que me ayudaba a cargar los datos y a hacer las facturaciones sin que se atasque el papel; y luego haber pasado la posta a mis colegas Fabian Fittipaldi, Jorge Ubaldini, Fabian Lew y Claudio Celani, quienes tomaron mi sistema a nuevos rumbos”.
“Sin esa puerta abierta, esta historia simplemente no existiría y nunca hay que olvidarse de los inicios y de la gente que ayudo; y lo mas importante es que la física de todo lo que comienza, no importa que tan grande o chico, es un inicio a una trayectoria”.
“En definitiva, este reconocimiento no sólo honra el camino recorrido, sino también reafirma que los valores de esfuerzo, gratitud y visión siguen siendo la fuerza que impulsa los nuevos comienzos”.
Los motivos
“(Pablo) Cella es visible en numerosos eventos del sector, y no solo estrecha manos. También cierra tratos. Durante el último año, Cella ha ampliado las carteras de cuentas de primer nivel de Amdocs, gestionando programas que generan más de 300 millones de dólares en ingresos anuales. Se ha centrado en áreas clave de apoyo para clientes que están modernizando su infraestructura. Esto incluye la guía de iniciativas de migración a la nube y automatización operativa”, explicó la publicación en las razones por las cuales lo escogió entre las 100 personalidades más influyentes.
Cablefax no es el único que lo ha notado, ya que el Consejo Ejecutivo Hispano de Tecnologías de la Información lo ha reconocido entre los 100 Ejecutivos Hispanos Más Influyentes y Destacados de EE.UU.
El pasado y el presente
Casado hace más de 30 años con Corina Albisu, nacida en Bahía Blanca y también graduada de la UNS en Ciencias de la Computación, tuvo tres 3 hijos, dos de los cuales ya son graduados universitarios en Estados Unidos.
“Carla, la mayor, es Master en Estudios Internacionales graduada de Duke University; Gian, el segundo, es Geólogo graduado de la University of Georgia; y Luca, el menor, está terminando la carrera de Negocios Internacionales en la University of South Carolina”.
Hace más de 25 años decidió irse de Argentina y desde el año 1998 eligió como su nuevo hogar a la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia en los Estados Unidos.
“Pero también hemos vivido 4 años en Sao Paulo, Brasil; 2 años en Houston, en el estado de Texas, y otros dos años en Melbourne, Australia”.
“Nos costó bastante desprendernos de la familia y amigos cuando decidí dejar mi trabajo estable en el Polo Petroquímico de Bahía Blanca para mudarnos a Buenos Aires por las mejores posibilidades laborales que allí se nos presentaban. El resto de las mudanzas a otros lugares nunca fueron tan difíciles como esa primera, y así fue que fuimos progresando y moviéndonos de destino a destino sin mirar hacia atrás”, rememoró.
Cuando comenzó a estudiar la Licenciatura en Ciencias de la Computación en la Universidad Nacional del Sur, allá por 1986, no eran demasiados alumnos.
“La carrera recién comenzaba y no sabíamos con certeza el alcance de lo que íbamos a poder hacer con nuestro título. No teníamos computadoras portátiles, tampoco celulares, internet, redes sociales, ni correo electrónico. Sabíamos muy básicamente el idioma inglés, teníamos poco acceso a literatura técnica y aprendíamos sacando fotocopias de libros importados de los gurús americanos de universidades que eran inalcanzables como el MIT y Carnegie Melon”.
“Poco a poco la universidad me dio los fundamentos y métodos que en el momento parecían inaplicables, pero que enseñan muchas cosas que te acompañan toda la vida sin importar la especialidad que uno siga”.
Actualmente, Cella es presidente de División de Negocios de Amdocs Studios, una compañía multinacional de origen Israelita, que factura aproximadamente US$4.000 millones de dólares por año y tiene oficinas en todo el mundo.
“Básicamente desarrollamos software y proveemos servicios para las operadoras de telecomunicaciones más grandes del mundo (AT&T, Comcast, Telefónica, Claro, Vodafone, T-Mobile, Telecom Italia, Telstra)”, contó.
La inundación, a la distancia
“Vivir lejos de casa siempre viene con una dosis de nostalgia, pero hay momentos donde esa distancia se vuelve angustia. El 7 de marzo, cuando Bahía Blanca era golpeada por una tormenta devastadora que la dejó paralizada, desde Estados Unidos seguí los acontecimientos como pude: incomunicado, con mensajes que no llegaban, llamadas que no se conectaban y el silencio que se volvía cada vez más pesado”, recordó Pablo.
No era para menos: sus familiares viven cerca del centro y del entubado, una de las zonas más afectadas.
“No saber qué estaba pasando generó una mezcla de ansiedad e impotencia. Las pocas imágenes que llegaban eran esporádicas, fragmentos que mostraban una ciudad irreconocible, arrasada por el agua. Las calles eran ríos, las casas estaban anegadas, y lo que más dolía era la impotencia: no poder ayudar, no tener un canal claro para donar, no poder abrazar, contener, o simplemente estar ahí”, manifestó.
Por suerte, todos sus seres queridos estaban bien.
“Pero me quedó esa sensación amarga de vulnerabilidad, de que en segundos todo puede cambiar, y que la distancia -aunque elegida- duele cuando más quisiéramos acortarla”.
Y añadió: “Bahía Blanca siempre se levanta y lo que más me marcó fue volver a ver ese espíritu único de comunidad que tiene Bahía: vecinos ayudando a vecinos, redes de apoyo espontáneas, una ciudad que, a pesar de todo, se organiza y se levanta. Quería mandar un gran abrazo a quienes están allá, reconstruyendo, ayudando y conteniendo. Esa resiliencia, tan nuestra, sigue siendo lo que más me enorgullece”.