Padre engañado durante 40 años tendrá que cobrar millones de su mujer infiel
Un caso “de cine” que sucedió en Bahía motivó el fallo. Con casi 80 años, un hombre ganó una demanda por afectación a la dignidad. Vínculo filiatorio falso.

Audionota: Marina López
La historia parece sacada de una ficción de Netflix pero fue real y sucedió en Bahía Blanca.
Casi medio siglo después de haber sufrido una de las peores humillaciones morales, un hombre de casi 80 años le ganó un juicio a su exmujer y deberá cobrar una cifra millonaria.
Se trata de una demanda de daños y perjuicios por afectación a la dignidad, tras haber asumido por más de 40 años la paternidad de dos de sus tres hijos con los cuales, según se determinó, no tenía vinculación biológica.
El caso tiene algunos ribetes legales de interés, porque la Justicia anuló un acuerdo previo entre las partes, firmado ante escribano público, mediante el cual el jubilado había renunciado a demandar a su exesposa, que hoy tiene 71.
La Cámara Civil y Comercial de Bahía -que confirmó el fallo del juez de primera instancia, Juan Carlos Tufari- aclaró que esa "renuncia" fue previa "al daño", porque si bien la falsa atribución de paternidad se dio a fines de los '70, con el nacimiento de "sus" dos hijos, el ADN concluyente se conoció después del acta.
R.G. y M.R.G. se casaron en agosto de 1971 y tuvieron tres hijos. Como cualquier familia de clase trabajadora, construyeron con esfuerzo una vivienda en la zona alta de Bella Vista, que compartieron hasta 1995.
Ya con 25 años de casados, la relación comenzó a desgastarse.
El hombre notaba distante a su mujer. Estaba convencido de que lo engañaba. Sospechaba de un vecino, pero no tenía pruebas. En algunas de las discusiones, cada vez más recurrentes, ella le juraba fidelidad.
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Entre idas y vueltas, finalmente se separaron. El hombre sufrió depresión y problemas de salud que demandaron su hospitalización, la exmujer lo acompañó e intentaron recomponer la relación, aunque la sospecha estaba latente.
R.G. volvió a irse de su casa y en 1998 iniciaron el divorcio de mutuo acuerdo ante el Juzgado de Familia Nº 2, con sentencia del 24 de mayo de 2000.
Sin “liga”
El hombre tuvo una recaída de salud, agravada -según confesó- por los comentarios de amigos que le decían que la separación "era lo mejor que le podía haber pasado". Todos consideraban que su ex lo engañaba.
Para colmo de males, la casa que tenían en común entró en la liquidación de la sociedad conyugal y fue rematada, pero intercedió lo que en ese momento se conocía como "La Liga" (una mafia que "dominaba" las subastas) y R.G. solo se quedó con migajas.
El pesar y los rumores insistentes lo llevaron a dudar hasta de su paternidad, pese al amor que les profesaba a sus tres hijos. Incluso por una de ellas -con una enfermedad incapacitante- llegó a hacer horas extras y trabajos particulares de su especialidad a fin de costear los viajes y tratamientos que debía realizar en la Capital.
"Moví cielo y tierra para que reciba el tratamiento adecuado", aseguró.
Sin embargo en 2002, cuando su "hija" tenía 23 años, le inició un juicio por alimentos y lo obligaron a pagar una cuota del 25% de sus haberes, durante 17 años.
A las dificultades emocionales se les sumaron las económicas y debió subsistir con pocos ingresos. Además, la relación con sus hijos no fue la misma después del divorcio. Se fueron alejando de él.
La tarotista
El nudo de la historia se desató casi de casualidad, a principios de 2018, cuando el hombre realizaba trámites en el centro y se encontró con un viejo amigo.
Ambos coordinaron juntarse para tomar algo y recordar vivencias en común y en esas circunstancias esa persona le confirmó las sospechas de infidelidad que a R.G. siempre lo atormentaron.
"Tengo que contarte algo que guardé por 30 años: yo salía con una mujer que era tarotista y vivía en Villa Mitre y ella también le tiraba las cartas a tu exmujer y me confesó que tus dos hijos más chicos no eran tuyos", le confesó el amigo.
R.G. lloró desconsoladamente.
"Descargué el sufrimiento y la angustia que acumulé por años y un momento después, aunque con tristeza, sentí un gran alivio", sostuvo.
La desgraciada novedad lo impulsó y en abril de aquel año se contactó con un abogado para lograr judicialmente la impugnación de afiliación paterna
Acuerdo sin validez
Sin embargo, antes de realizar los estudios de ADN, se vio obligado a acordar con sus hijos y su exmujer firmar un acta/acuerdo en una escribanía.
Ellos aceptaban hacer el análisis, aunque él debía renunciar a una eventual demanda. "Me pusieron entre la espada y la pared", advirtió.
R.G. firmó igual, porque necesitaba saber la verdad, aunque también se asesoró previamente y supo que ese convenio no iba a tener validez judicial ¿Venganza?
El ADN se hizo el 18 de diciembre de 2018 y a mediados de enero siguiente R.G. confirmó que solo era padre biológico del primero de sus hijos, no de los otros dos.
Casi un año después se adjuntó a la causa judicial el informe genético, cesó el pago de la cuota alimentaria y se tramitó su exclusión de paternidad, aunque los hijos hoy conservan el apellido.
Y el hombre fue por más. Avanzó con la demanda económica contra su exmujer y la obtuvo.
Si bien pidió respuestas por el daño moral, el proyecto de vida y la pérdida de chance y la afectación psicológica, solo recibió un fallo favorable por el primero de los ítems.
A fines del año pasado, el juez Tufari firmó el fallo y ahora los camaristas Fernando Kalemkerian y Marcelo Restivo ratifican esa decisión: deberá cobrar 20 millones de pesos, más intereses desde 2019, cuando se confirmó su exclusión paternal.
Por qué invalidaron el acuerdo
El hombre firmó un acta ante escribano para no demandar a su exmujer si el ADN daba negativo. Así concluyó, pero igual avanzó y la Justicia le dio la razón.
El juez dijo que la renuncia tuvo lugar "con carácter previo al daño" -tras el acta recién confirmó el engaño- y que "los pactos entre partes no pueden dejar sin efecto leyes" que protegen derechos esenciales, como la dignidad humana. De esa manera, consideraron al pacto sin "validez jurídica".
"La accionada es responsable como consecuencia de la atribución de una paternidad falsa, puesto que incurrió en una actitud culpable al mantener relaciones extramatrimoniales y engendrar hijos que luego le atribuyó falsamente", agregó.