Pasantías en Puerto Rosales como herramienta de formación
Egresados de la Escuela de Aprendices Operarios hacen sus primeras prácticas en empresas que operan dentro del Consorcio de Gestión Portuaria local.
Un grupo de 12 egresados de la Escuela de Aprendices Operarios de la Base Naval Puerto Belgrano comenzó este verano con pasantías en talleres y empresas que operan dentro de Puerto Rosales.
Con estas prácticas in situ hasta finalizar enero, los jóvenes tienen la posibilidad de poner a prueba la capacitación adquirida en las aulas.
Es el segundo año que estudiantes puntaltenses participan en estas pasantías, que tienen como objetivo “ofrecer nuevas experiencias y espacios de aprendizaje, fomentar el crecimiento profesional y fortalecer vínculos en sus áreas de especialidad”.
“La práctica es fundamental, porque les acerca herramientas para que luego puedan desarrollarse como trabajadores”, según destacan desde la terminal portuaria.
La Escuela de Aprendices Operarios ofrece formación a jóvenes de entre 18 y 30 años con Secundario completo, en las especialidades de Máquinas Navales, Estructuras Navales, Motores Navales, Carpintería Naval, Electricidad Naval y Electrónica Naval.
Desde sus inicios y durante muchas generaciones, la escuela fue el semillero obrero del Arsenal Naval Puerto Belgrano. Fue cerrado a fines de la década del 90, pero reabrió en 2006, con un sentido de responsabilidad social e institucional de capacitar a los ciudadanos para su incorporación en el ámbito laboral.
Oportunidad
Sara Molina, puntaltense de 23 años, egresó el año pasado de la Escuela de Aprendices Operarios tras finalizar el curso de Carpintería Naval y gracias a sus buenas calificaciones, fue seleccionada como pasante en los talleres de la empresa CN Atlantic.
“Ahora reparamos los muebles de un barco. Es distinto a hacer trabajos para el hogar porque hay que tener todo muy bien calculado”, cuenta Sara.
“Elegí esta especialidad para tener una salida laboral. No hay muchos carpinteros en Punta Alta y es una actividad muy linda —agrega la joven—. Por ahora, estoy viendo qué surge después de la pasantía. Si me dan los horarios, haré otra especialidad.”
De pasante a laburante
Además de la experiencia que pueden brindar, las pasantías les permiten a las empresas conocer e ir entrenando a quienes podrían acompañarlos en eventuales incorporaciones.
Tal es el caso de Tania Belén Sarmiento, puntaltense de 34 años, soldadora naval que este año ingresó como empleada de la firma Rumax, tras un mes como pasante.
“La pasantía fue como un premio. Si tenés buenas calificaciones, la escuela te da esa posibilidad; con profesores siempre ayudando, dando ideas e incentivando a mejorar”, relata.
Después de egresar, Tania no había podido conseguir trabajo. “Uno está acostumbrado a que en Punta Alta sos militar, policía o empleado de comercio; bueno, hay un puerto que puede dar ‘laburo’ también”, dice.
Así que cuando la llamaron para el puesto fue una sorpresa, aunque ya conocía el taller. “La había pasado bárbaro, así que arranqué con un poco más de confianza”, recuerda.
Ser mujer en un sector históricamente dominado por hombres, a Tania le resultó totalmente natural: “Soy la única chica en el taller, pero acá nos ayudamos entre todos”.
Equidad
“Al ser un ámbito muy masculinizado, tiene que haber una mirada de género que promueva condiciones de equidad entre varones y mujeres”, dice Bianca Mazzaferro, trabajadora portuaria que articula el programa provincial Puertos en Clave de Género.
Cursos, capacitaciones, cartelería, concientización y un protocolo de actuación en situaciones de violencia son algunas de las herramientas que implementa el programa.
“En las pasantías del año pasado arrancó una sola mujer; este año ya son tres. Es algo que se logró cambiar con esta mirada que busca acortar la brecha de género”, asegura.