Loan: la inoperancia en su máxima expresión
Las hipótesis, las pruebas, los detenidos. Todo parece a veces un cuento de ficción, un cúmulo de errores.
Horas, días, semanas de móviles, cámaras en vivo, opinólogos, hipótesis, errores, corrupción, inoperancia, hipótesis. Todo eso y mucho más ha rodeado la misteriosa desaparición de Loan, el chico de 6 años del cual no tienen noticias desde hace más de 20 días.
Los medios informativos encontraron en el caso los ingredientes necesarios para dedicar casi las 24 horas de cada día al tema, con pantallas divididas en sectores para que haya opiniones de todo tipo y origen.
Una vez más quedó en claro la poca profesionalidad de la justicia, de la policía, de los investigadores. De quienes debieran tener una formación profesional adecuada para enfrentar con criterio y sapienza este tipo de casos.
Un comisario corrupto, agentes corridos de la investigación sospechados de actuar con desidia, fiscales que ensayaban teorías de todo tipo, un gobernador viendo cómo pararse para no quedar en una posición incómoda, confesiones a destiempo, teorías que han llegado a rozar lo bizarro.
No es la primera vez que ocurre esto. Basta ver los archivos de casos como los de María Soledad Morales, la familia Pomar, el fiscal Nisman, Natalia Fraticelli, García Belsunce y decenas de historias más.
Donde las hipótesis se multiplicaban, donde cualquier cuestión era tomada como prueba contundente, donde la opinión pública tomaba tanta fuerza que la justicia temiera ir en contra de esas convicciones.
No se puede ignorar que hay casos policiales muy complejos. Que no son simples de dilucidar o resolver. Pero a esta altura es claro que en nuestro país lejos se está de contar con un grado de profesionalidad adecuada para encarar este tipo de situaciones.
Se pasó de un extravío a un caso de secuestro, de un accidente vial a una trata de menores, a la detención de seis personas, a una confesión traída de los pelos, a una ministra asegurando que ya tenía una confesión creíble.
Parte de aquella línea de Jorge Luis Borges sobre su relación con la ciudad de Buenos Aires –“No nos une el amor sino el espanto/será por eso que la quiero tanto”—pareciera factible ser aplicada en estos casos. Aunque lo que nos une a todos por este tipo de hechos es el espanto, a secas.