Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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Un cambio radical en la relación entre el ser humano y la tecnología

Uno de los principales expertos de Argentina explica los desafíos que enfrentan las personas en su cotidianeidad, la investigación científica y las empresas.

Imagen ilustrativa.

Hace un siglo, la idea de que buena parte de nuestras vidas estuvieran dominadas por una cantidad limitada de píxeles hubiera recibido la misma valoración que alguna ciencia ficción de estilo futurista.

Desde 2022, las herramientas con Inteligencia Artificial (IA) irrumpieron con una fuerza de tal magnitud y se volvieron el insumo para imaginar nuevos escenarios utópicos/distópicos, obligando a reconsiderar algunos aspectos —mayormente los límites de su desarrollo— del vínculo entre los seres humanos y la tecnología.

La oferta se volvió tan masiva como la cantidad de usuarios, que van desde particulares hasta multinacionales. En Argentina, las iniciativas para sumar un marco de estudios y "un modelo de desarrollo en torno a la IA" están en aumento.

Una de las organizaciones que trabaja en esto, la Sociedad Argentina de Inteligencia Artificial (SAIA), por caso, tiene la visión de "crear un ecosistema considerando que la Inteligencia Artificial va a empezar a estar presente en el Gobierno, en la educación, en la sociedad. En todo".

Su presidente, Alexander Ditzend, advirtió en La Nueva. un crecimiento exponencial de sus usos en los últimos años y señala que hasta este punto "estuvimos viendo que nuestro vínculo con las máquinas tenía los roles bien definidos. Nosotros tomábamos las decisiones y nos encargábamos de la creatividad en las tareas, las máquinas hacían cálculos, podían procesar grandes volúmenes de datos y nada más. Con la Inteligencia Artificial estamos viendo otra faceta".

La nueva faceta pareciera estar orientada al nuevo ida y vuelta entre humanos y máquinas. El especialista ejemplifica: "Aparecen aplicaciones con características en las que podés subir diálogos de una película y dialogar con los personajes".

El caso de suicidio de un joven de 14 años que se enamoró de un chatbot con IA en Estados Unidos despertó hace meses el cuestionamiento sobre las limitaciones a las plataformas desarrolladas con esta tecnología. 

"Ese chico fue víctima de una simulación, de un sistema que le hacía creer que lo entendía, pero no. Dejó de tener interacciones humanas y pasó a tenerlas con el sistema, se había vuelto realmente adicto", aclaró.

"Sin embargo, dentro de su cabeza hubo algo que producía los mismos neurotransmisores y químicos que hablar con una persona. Hace unos años no podías enamorarte de una planilla de Excel, por más hermosa que fuese. Ahora podés enamorarte de un sistema de computación, que si lo ves por dentro no son más que códigos y cuentas matemáticas. Los filósofos no se ponen de acuerdo sobre la conciencia en este tipo de aparatos o si hay algo parecido a un sentimiento humano", advirtió Ditzend.

"Por lo menos para los menores debe haber algún tipo de protección. Las empresas empezaron a establecer control de edades y de tiempos de uso", explicó el presidente de SAIA.

Alexander Ditzend, presidente de SAIA.

No son pocos los autores o las organizaciones que dedican libros enteros a precipitar futuros distópicos. El escenario más catastrófico es con el que especula el escritor e historiador israelí, Yuval Noah Harari, en Nexus.

Plantea que "la Inteligencia Artificial podría hacernos lo que nosotros les hicimos a otros; no por malvada sino porque es poderosa y no le importamos". Incluso el Departamento de Estado de Estados Unidos advirtió por las consecuencias potencialmente catastróficas del uso de IA.

"El desarrollo actual plantea riesgos urgentes y crecientes para la seguridad nacional", afirma el informe gubernamental publicado por el diario TIME.

Estos niveles de insertion —menciona Ditzend— no pueden "disponernos a tener vínculos con sistemas de computación, porque nuestro cerebro va a encontrar que es mucho más fácil que hacerlo con humanos, va a generar mucha más dopamina y mucha más oxitocina".

"Pero los vínculos humanos son los que generan longevidad. Si nosotros empezamos a perder eso por no ponerle un freno al al uso adictivo de la tecnología podemos ser un pueblo deprimido", señala.

Sostenibilidad

Otro de los conflictos que traen las nuevas tecnologías son respecto del uso desmedido de los servicios públicos. Los sistemas que mantienen a los servidores en funcionamiento consumen altos niveles de de agua y electricidad. La visión de SAIA plantea que no es posible "olvdarse del impacto que puede tener en una sociedad y centrarnos solamente en hacer negocios, le va a pegar muy fuerte a algunas personas y eso va a empezar a generar un resquemor y un sentido de lucha de nosotros contra ellos".

Ditzend pone como ejemplo el caso de una start up que se estableció en un pueblo de México conocido por sus problemas con el suministro de agua.

"El data center que se instaló en una zona muy pobre y con escasos recursos hídricos de México, en Santiago de Querétaro, empezó a consumir la poca agua que había. Eso ocurrió porque se hicieron negocios que quedaron escondidos entre el político de turno y la corporación, de los que nos enteramos cuando ya estaba instalado".

IA en empresas

Siguiendo con la lógica comparativa, hace un siglo la digitalización de documentos estaba lejos de ser moneda corriente. Almacenados en grandes oficinas, consumiendo espacio y tiempo, los archivos administrados por una lógica diferente de la que ofrece la nube hoy en día.

Aquellas empresas que con el correr de las décadas apostaron por una digitalización de sus datos resultan ser hoy las más beneficiadas en el uso de herramientas con IA. Según Ditzend, son las grandes multinacionales las que, en mayoría, comenzaron hace tiempo con este proceso, teniendo en Argentina una ventaja de hasta 10 años en la aplicación de IA.

El especialista detalla: "Logran sacarle mayor provecho (a la IA) aquellas que desde hace años trabajan digitalizando grandes cantidades de datos. Son diez años de madurez de data que empiezan a generar una separación entre las empresas que invirtieron y se metieron en esto, y las que recién se avivan ahora".

"Aquellas que buscan subirse a la ola tecnológica se van a encontrar con que vienen atrasados y no le pueden sacar provecho. Si una PYME quiere mejorar la atención al cliente creando un chatbot, algo de Inteligencia Artificial está usando, pero realmente no es donde nosotros estamos viendo que rinda", agregó.

"La aguja del negocio está sentada en organizaciones con una madurez de datos específica, que les permite predecir qué va a pasar con sus ventas, con el consumo o con la producción, y tener todas las variables desarrolladas de forma certera".

Sobre la automatización de los puestos de trabajo, advierte que "muchos pueden ser reemplazados por la automatización. Si no tenemos una buena red de contención para esa persona que de un día para el otro se queda sin trabajo va a ser un problema. Tenemos que apostar a eso".

El desarrollo en la región

El cimbronazo en el ámbito científico también fue importante y la región no fue ajena. De acuerdo con el especialista, "hay muy pocos investigadores trabajando en el tema, en Chile hay algunas propuestas interesantes pero, en líneas generales, estamos todos en la misma".

"Creo que se está haciendo un trabajo importante de sentar las bases para una plataforma donde florezcan las empresas innovadoras o startups, que eso es lo más importante que hay que hacer ahora".