El café torrado: entre mitos y realidades de una tradición argentina
Consumido de diversas maneras, ya sea molido, soluble o en saquitos, su popularidad es innegable.
El café torrado ha sido una constante en la vida diaria de los argentinos, una tradición que ha perdurado por generaciones. Consumido de diversas maneras, ya sea molido, soluble o en saquitos, su popularidad es innegable. Sin embargo, en los últimos tiempos, han surgido varios mitos en torno a su proceso de elaboración, en gran parte debido a la inclusión de azúcar durante el tueste, un método conocido como torrefacción, que le confiere al café su nombre distintivo y su sabor particular. Aunque este proceso ha sido malinterpretado, sigue siendo una parte integral del consumo de café en el país.
El origen del café torrado en Argentina
La adopción del café torrado en Argentina tiene sus raíces en la llegada de los inmigrantes españoles, quienes introdujeron la práctica de añadir azúcar durante la tostación del grano para mejorar su conservación, protegiéndolo de la oxidación y la humedad. Esta técnica, conocida como torrefacción, no solo fue aceptada, sino que se consolidó como un rasgo característico del café argentino.
Mito 1: "El café torrado está prohibido en varios países"
Uno de los mitos más extendidos es que el café torrado está prohibido en varias naciones, una afirmación que carece de sustento. Aunque su consumo es más habitual en Argentina, no es exclusivo del país. La técnica de torrefacción, que incluye la incorporación de azúcar durante el proceso de tueste, es empleada en distintos lugares del mundo, como España, México, Portugal, Alemania, Paraguay, Uruguay y Costa Rica. En estos países, el café se comercializa con nombres como "café torrefacto" o "café glaseado" y sigue las normativas locales.
Incluso en regiones con estrictas regulaciones alimentarias, como la Unión Europea, la venta de café torrado está permitida, siempre que se respeten los límites establecidos para la cantidad de azúcar añadida.
Mito 2: "El café torrado usa granos de baja calidad"
Otro mito común es que el café torrado se produce con granos de baja calidad. En Argentina, la elaboración de café, incluido el torrado, está regulada por el Código Alimentario Argentino, que asegura altos estándares de calidad para los granos empleados. Estos deben pasar rigurosos controles antes de ser comercializados, cumpliendo con normativas internacionales que garantizan su calidad.
En el caso del café torrado, se seleccionan cuidadosamente los granos, de la misma manera que en otras variedades de café. El proceso de torrefacción no afecta la calidad del grano; simplemente se añade azúcar durante el tueste, lo que no compromete el producto final.
Mito 3: "El café torrado contiene demasiado azúcar"
Este es, probablemente, uno de los mitos más arraigados. Muchas personas creen que el café torrado tiene una cantidad excesiva de azúcar, pero esto no es cierto. Durante la torrefacción, el azúcar se convierte en caramelo debido a las altas temperaturas, lo que significa que pierde su capacidad de endulzar y su contenido calórico se reduce significativamente. Al finalizar el proceso, una taza de café torrado contiene menos de 0,1 gramos de azúcar, una cantidad prácticamente insignificante.
Para ponerlo en perspectiva, un sobre típico de azúcar contiene 6,25 gramos, lo que equivale a unas 60 veces más azúcar que la que tiene una taza de café torrado. Por esta razón, en las tablas nutricionales del café torrado, el Código Alimentario Argentino exige que se declare "0 gramos" de azúcar.
Beneficios poco conocidos del café torrado
Más allá de los mitos, el café torrado ofrece múltiples beneficios para la salud. Al igual que otras variedades de café, contiene más de 1000 compuestos, incluyendo antioxidantes, vitaminas y minerales. Estos antioxidantes ayudan a proteger el cuerpo contra el daño causado por los radicales libres, que son responsables del envejecimiento celular.
Asimismo, investigaciones han asociado el consumo regular de café con una menor incidencia de enfermedades como la diabetes, hipertensión y obesidad, gracias a la cafeína y otros componentes como el ácido clorogénico y el magnesio, presentes en el café.
Es fundamental desmitificar creencias erróneas y disfrutar de esta bebida con tranquilidad, confiando en que cumple con todas las normativas vigentes y aporta algo más que sabor a nuestra rutina diaria.