Bahía Blanca | Miércoles, 15 de mayo

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Preocupan los resultados de un estudio sobre cómo un trastorno visual afecta a estudiantes de la UNS

El 25% de los 400 jóvenes que participaron de la investigación tuvo diagnóstico de miopía; el tiempo al aire libre y frente a las pantallas, dos factores claves

La miopía es una de las principales causas de uso de anteojos para ver de lejos en la población de escolares y universitarios. Durante años, se pensó que dicho trastorno era de origen genético. Hoy, está claro que la mayor parte de los casos son de origen medioambiental, según la cantidad de horas dedicadas a lectura o pantallas y el grado de exposición al aire libre que tienen niños y adolescentes.

Estos dos factores están íntimamente relacionados con el estilo de vida de los chicos, por lo que la prevención –inducir cambios en las rutinas que lleva la población– se vuelve un problema de salud pública.

Frente a este contexto y ante la escasa información local sobre la prevalencia de esta enfermedad en poblaciones universitarias, Rafael Iribarren, oftalmólogo miembro del Grupo Argentino de Estudio de Miopía y consultor de Novar, lideró una investigación en 2022 para determinar la prevalencia de miopía en unos 400 ingresantes a la Universidad Nacional del Sur (UNS) con el objetivo de establecer si factores como la exposición al aire libre, el consumo de pantallas y la lectura se vinculan con la aparición del trastorno.

Aunque la diferencia fue leve, se observó que quienes tenían miopía pasaban más tiempo frente a las pantallas y menos al aire libre.

“A pesar de que estas cifras muestran diferencias pequeñas, están en línea con los datos que hablan de que la miopía es más prevalente en los lugares donde se estudia mucho y se está poco al aire libre. En Bahía Blanca, uno de cuatro jóvenes debe usar anteojos por miopía. Estas cifras son para alertar, pues el estilo de vida urbana hace que se desaten epidemias de miopía”, aclara el informe, que tuvo también como autores a Adriana Cecilia Borelli, Ignacio Buffone, Ezequiel Jouglard, Ayelén Mérida y Walter Villalba.

Por otro lado, el documento aclara que ya la investigación en la miopía desarrollada en animales de laboratorio demostró que el aire libre activa la dopamina en la retina y, de ese modo, impide el desarrollo de la patología.

Frente a este contexto, Germán Bianchi, oftalmólogo y responsable del Departamento de Cirugía Refractiva, Catarata y Córnea de la Clínica Nano, sostiene que es importante lograr un balance. “Todos utilizamos y necesitamos de los dispositivos electrónicos, pero a la vez –y es uno de los datos más importantes a destacar– si compensamos ese tiempo frente a las pantallas con exposición al aire libre, mitigamos el riesgo de desarrollo y progresión de la miopía, tanto en edad escolar como universitaria”, aconseja.

Método

Para poder realizar esta investigación, más de 400 estudiantes concurrieron a los consultorios de sanidad de la UNS a ser sometidos a una prueba de agudeza visual. Aquellos que no pasaron la prueba, fueron citados por la oftalmóloga responsable del programa con el fin de efectuar las pruebas confirmatorias del trastorno visual.

Del total de estudiantes, un 33% (136) tuvieron una prueba de agudeza visual alterada y fueron convocados para evaluación. Concurrieron al turno el 85% y, de estos, el 82,6% fue diagnosticado con miopía. Así, la prevalencia estimada de miopía en toda la muestra fue del 25%.

La media de exposición diaria al aire libre en los pacientes con miopía fue de 3,73 horas, mientras que los que no la tuvieron fue de 3,85 horas. En tanto, la media de exposición a pantallas fue de 5,09 horas por día para los que presentaron miopía y de 4,75 horas para los que no. Por último, la media de horas de lectura diaria fue de 5,24 para los afectados por la enfermedad y 4,96 para los que no la tuvieron. (La Nación)