Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Déficit energético 2023: la eterna tragedia de las importaciones de gas

Nuestro país continúa pagando la falta de previsión y el fracaso que representa no haber contado con una infraestructura robusta en materia de producción.

Por Gabriel Matarazzo y Mario Lavia (*)

Es una verdadera pena y un sinsentido que un país con tantos recursos energéticos en potencia como la Argentina continúe adquiriendo gran parte de esta demanda a través de la importación. Especialmente, con la gravedad que esto implica para una economía tan golpeada desde adentro y afuera, como resultado de los vaivenes que se registran a escala internacional, pero también de los propios en relación con ese contexto.

En esta dimensión nuestro país continúa pagando la falta de previsión y el fracaso que representa no haber contado con una infraestructura robusta en materia de producción y traslado de energía durante los primeros meses del transcurso de la guerra en Ucrania.

En el panorama económico global, algunas de las consecuencias más marcadas de la invasión que desató Rusia se vinculan directamente con la escasez del recurso energético. Por sobre todo, tienen que ver con el cambio disruptivo en cuanto a su comercialización, que desde entonces se lleva a cabo en un escenario que tiene a nuevos proveedores como protagonistas, mientras que promete oportunidades inéditas para países como la Argentina, que no supo aprovechar la ventana que planteó la ocasión, como decíamos previamente.

Sin embargo, aún se puede avizorar un devenir auspicioso en el mediano y largo plazo. Para fortalecer este camino, es primordial que concentremos esfuerzos en materializar los proyectos vigentes dentro del sector energético, a efectos de contribuir favorablemente al reposicionamiento del país.

Desde esta perspectiva, como primer paso apremia poner el foco en la manera en que se satisface la demanda interna. Por caso, es fundamental prestar atención a la inminente puesta en marcha del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Según estimaciones, éste comenzará a operar a fines de junio, alrededor del inicio de la temporada invernal.

Aunque también será clave que el Gobierno Nacional y las partes involucradas en esta actividad pongan en práctica un nivel aceptable de realismo y sinceramiento en cuanto al temprano desenvolvimiento del proyecto.

En rigor, durante los meses de clima frío el consumo de gas en los hogares se incrementa hasta cinco veces respecto al verano, por lo que de acuerdo a proyecciones este año volverá a ser necesario recurrir a la eterna tragedia de la importación, a fines de poder cubrir los picos de demanda, así como afrontar todo tipo de imprevistos.

El déficit energético es una película repetida con la que el Ejecutivo va lidiando sobre la marcha: en marzo, a raíz de la ola de calor extremo que padeció el centro del país, la empresa estatal Energía Argentina contrató un cargamento de Gas Natural Licuado (GNL) por un costo de 30 millones de dólares. La adquisición se concretó a un precio unitario de 15 dólares por millón de BTU, que es la unidad térmica británica con la que se miden estas transacciones.

En estos días el Estado encara licitaciones para importar alrededor de una docena de cargamentos, los que llegarán entre mayo y agosto al puerto de Bahía Blanca. Se prevé que esta operación requiera gastos por más de 500 millones de dólares, siempre y cuando se mantengan los precios actuales en el mercado mundial.

Al parecer, se trata de una medida estratégica de sustitución de importaciones, maniobra en la que se aprovecha la diferencia en el valor de los combustibles que usan las centrales termoeléctricas y el GNL, que bien se puede utilizar en reemplazo de los primeros.

Con todo, a pesar de las diferentes tácticas que esgrime la administración nacional, prevalece el absurdo de que la Argentina no logre autoabastecerse, aún encontrándose en posesión de los recursos necesarios para hacerlo.

De esta manera se continúa especulando sobre factores que trascienden nuestras fronteras, dando lugar a todo tipo de riesgos. Por ejemplo, en febrero se celebró un ahorro de 2.100 millones de dólares frente al Presupuesto 2023 al momento de contratar 30 cargamentos de GNL a un precio prepago de 1.300 millones, cuando en realidad lo que ocurrió fue que estos valores continuaron bajando tras la licitación, de modo que se perdió un ahorro extra de 1.000 millones de dólares.

En 2023, el gasto total en importaciones de GNL rondaría los 2.000 millones de dólares, aunque por cierto son altas las probabilidades de que esa proyección se incremente al igual que el año pasado, cuando se superaron los 2.800 millones de dólares debido a imprevistos.

Sobre esta base es que insistimos desde la Federación acerca de la pronta consolidación de una actividad como la exploración y explotación offshore en el Mar Argentino norte.

Tenemos la certeza de que esta propuesta superadora contribuirá a lograr el tan ansiado autoabastecimiento energético, un horizonte hacia el que marcharemos firmemente desde este mismo año, dejando atrás las dificultades inherentes a todo proceso especulativo que se vincule con la tragedia de la importación.

En cuanto antes se inicie la actividad de exploración, más temprano podremos confirmar resultados positivos y el comienzo de un camino con el potencial para cambiar la historia de todo el país.

Otra ventaja de la actividad offshore es que promete generar una transformación productiva en la ciudad. Su motorización creará más y mejores puestos de trabajo altamente calificados en toda la región, tanto directos como indirectos. Sin dudas, ello implica un plus para una fuerza laboral tan perjudicada en su mesa familiar como la nuestra a raíz del impuesto a las Ganancias, que a todas luces no es más que un impuesto al trabajo.

En resumen, sostenemos que la exploración y explotación offshore en Mar del Plata y Bahía Blanca es una solución segura, de bajo riesgo, rumbo a dar por finalizado el drama constante de las importaciones en materia energética. Además, se trata de un paso enorme en favor de quienes representamos, los trabajadores y trabajadoras del gas y del petróleo, así como un beneficio de implicancia histórica en cuanto a soberanía y emancipación nacional.

(*) Matarazzo es secretario de Hacienda y Lavia es secretario adjunto de la Federación Argentina Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustibles.