Bahía Blanca | Domingo, 19 de mayo

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Imanol, el hijo de Oveja Hernández: "Tengo que demostrar todo el tiempo que si ocupo un lugar es porque lo merezco"

El mellizo, esta semana dirigió un partido a Peñarol por la Liga Nacional. 

Imanol Hernández. Foto: LNB.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

Desde Mar del Plata, donde se sumó a la lista de bahienses que dirigieron al menos un partido de Liga Nacional, Imanol admite: “Claramente tengo sangre villera (por Villa Mitre), pero hay un pedacito del barrio de Alem y de calle Darwin, je”.

Su aclaración tiene directa relación con el origen de sus padres, Sergio Hernández y Elizabeth Cané, o el Oveja y Lichi, que suena más familiar.

Imanol, uno de los mellizos (el otro Lautaro es psicólogo y vive en Buenos Aires), dirigió el martes a Peñarol, en la derrota frente a Quimsa (98 a 75), la novena consecutiva y décima en 11 presentaciones.

-¿Cómo fue la experiencia?

-Bien, marcado por el contexto de un equipo que no pudo ganar después de nueve partidos, por lo que era lindo por un lado y, también, preocupante. La verdad que me sentí cómodo dirigiendo. Tengo buena relación con los jugadores, en ese sentido estuvieron de acuerdo con que dirija hasta la llegada del otro entrenador (Hernán Laginestra) y les agradezco. También tengo buena relación con la gente del club, me dieron la oportunidad y me sentí cómodo.

Se trató sólo de esa experiencia, en reemplazo de Mariano Rodríguez y mientras se sumaba Hernán Laginestra, quien debutó dos días después cortando la racha frente a Riachuelo: 87-74.

Fue el segundo caso de padre e hijo DT en la Liga Nacional: los otros, León Najnudel (Sport, Ferro, San Andrés, Gimnasia de Comodoro, Boca y Racing) e Iván (Echagüe).

-¿En qué te favorece ser el hijo de Oveja y en qué te perjudica, si así fuera, para abrir tu propio camino?

-Claramente me favorece. Aunque en algunas cosas me perjudica, porque tengo que demostrar todo el tiempo que si ocupo un lugar es porque lo merezco y no por otra cosa.

-¿Te molesta?

-No, no me molesta porque estoy acostumbrado. Empecé dirigiendo a los 17 años y tengo 29. Con el tiempo me fue molestando menos y, aparte, es algo lindo tener la misma profesión de mi padre. Pero dejame aclarar que también influye y mejora ser hijo de Elizabeth Cané, que también es bahiense, je.

-¿Cuánto te influye directa o indirectamente tu viejo entrenador?

-Creo que me influye tanto como cualquier padre para un hijo. Un padre te moldea siempre, compartas o no una profesión: los valores, la manera de pensar y de ver el mundo, eso te lo enseñan tus padres, antes de ver el juego va por ahí. Con ese marco de idea previa, es muy probable que en el juego y en el trabajo pienses lo mismo.

-¿Y específicamente en el básquet?

-Me ha tocado muchas veces llegar a las mismas conclusiones que él, pensar parecido o tener gustos en común, sin hablarlo previamente. Darnos cuenta después que hacemos lo mismo o nos gustan cosas similares, yendo por caminos diferentes.

-¿Qué destacarías, en un todo, de Sergio Hernández entrenador?

-Está claro que sabe hacer jugar bien a los equipos, pasa por identificar las virtudes y tratar de disimular las carencias de un equipo o un jugador; sabe separar lo importante de las cuestiones que no lo son tanto y que se van resolviendo solas con el tiempo. Es un entrenador que sabe construir desde lo que tiene y no desde lo que hace falta. Eso es fundamental.

-¿Es más sencillo el diálogo profesional con él por tratarse de tu papá o ese vínculo no es tal al momento de hablar de básquet?

-Hablamos de básquet bastante seguido y con total naturalidad. Antes no lo hacíamos tanto, porque yo me dedicaba a la parte formativa y era más escucharlo. Hoy ya conversamos más, me pregunta por el equipo y viceversa; son más ricas las charlas, disfruto mucho las conversaciones con él, de básquet y trabajo.

-¿Tu elección de entrenador se dio naturalmente por todo lo que absorbiste de él?

-Nunca hubo una imposición de nada, de hecho, siempre existió total libertad y hasta un estímulo para que me dedicara a otra actividad que no sea el básquet, je. Pero bueno, crecí en un contexto de una cancha y con una pelota, y eso que en mi casa no se veía básquet todo el día. Pero, claramente mi infancia y adolescencia estuvo marcada todo el tiempo por ir a la cancha, escuchar conversaciones...

-Las más ricas, de mesa chica...

-Claro, claro. Una vez que se te mete ese bichito, después de alguna manera sale, y lo hizo en forma de entrenador, je.

-Elegiste esta profesión, con lo bueno y lo malo. Cuando toca atravesar momentos como el actual con Peñarol, ¿te desestabiliza y te replanteas esta elección?

-Dentro del profesionalismo nunca me tocó ser head coach durante una temporada entera, más allá de este partido. Siempre el entrenador tiene muchísima más presión que el asistente. Hay una frase que dice que el asistente no duerme antes del partido y después lo hace tranquilo, y el entrenador duerme tranquilo antes del partido y no duerme después. Y es cierto. Cuando uno elige este trabajo sabe que va a tener momentos buenos y malos, todo es parte de lo mismo.

-¿Hay consejos por parte de tu viejo respecto del equipo?

-Sí, hay. Siempre tiene que ver con tratar de empujar para adelante a todo el entorno, estar presente para apoyar anímicamente a los jugadores y después complementarlo con alguna historia de su carrera. Siempre aparece.

-¿Notás que poco a poco vas forjando tu nombre propio?

-Sí, empecé de chico y me lo tomo con bastante naturalidad, lo disfruto, no me pongo tantas presiones, aunque el equipo en el que me toca estar no tiene la mejor temporada, igual trato de buscarle la manera de disfrutarlo. Es un trabajo que más allá de los resultados te regala cosas lindas, por eso lo elijo aun cuando te cuesta ganar, como ahora. Lo prefiero antes que trabajar de cualquier otra cosa.

-Mar del Plata entiendo que es un lugar de confort para vos. ¿Si surge alguna posibilidad en cualquier punto del país la tomás?

-Mirá, nací en Bahía Blanca, con todo lo que eso implica. De chico viví en varios lugares, casi toda mi adolescencia la pasé en Olavarría, después me vine a Mar del Plata, estuve en Venezuela en dos oportunidades, en Uruguay y otra vez a Mar del Plata. Así que, no sé cuál es la zona de confort, je, ojalá la encuentre. Elegí volver porque era la mejor opción, pero podría haber sido Hong Kong, je. 

-¿Un sueño?

-No soy mucho de soñar, prefiero más el día a día, pero me gustaría algún día ser head coach de un equipo profesional.

El primer paso ya lo dio Imanol y sabe que tiene el respaldo de su papá, aunque, claro, él se está encargando de forjar su nombre propio.