Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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María del Carmen quería que todo a su alrededor fuera música

La profesora Aristimuño impuso su impronta en la enseñanza de la cuarta de las bellas artes y dejó un legado que la trasciende.

 

   Es innegable la marca que la profesora de música María del Carmen Aristimuño dejó en las aulas de las Secundarias de Punta Alta y en los alumnos de la escuela que ella creó en su ciudad natal, tras su regreso de una larga estadía en Europa.

   Era 1987, su primer año de retorno a la ciudad. En un castellano deformado por los sonidos guturales del alemán al que se había habituado, intentaba explicar a contrapelo de un diseño curricular vetusto que los conciertos de Mozart o las sinfonías de Beethoven no era más importantes ni mejores que las canciones de Led Zeppelin o Deep Purple, que solfear podía ser igual de divertido que tirar tizas en el recreo y que no importaba cuál, pero cualquiera podía tocar un instrumento si le ponía pasión.

   Ella misma había empezado a muy temprana edad. Tocaba el acordeón, la guitarra y el órgano. Y con su banda Gold Fingers fue la primera chica en interpretar y componer rocanrol y música beat en la ciudad, en los 60.

   “¡Si habremos hecho bailar a los puntaltenses!”, decía. Siempre atesoró lo vivido en aquella época. La banda se disolvió en 1972, cuando María del Carmen se fue a estudiar a Buenos Aires. Allí trabajó en “La Noche de Andrés”, con Andrés Percivale por Canal 13 y en “El Show de Elio Roca”, por Canal 9. En los escenarios porteños se hacía llamar Silvana Drago.

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   Luego recorrió casi toda Europa como intérprete de órganos de tubos acompañando a grupos corales de música sacra. Se radicó en Alemania y alguna vez contó que llegó a tocar con la cantante punk Nina Hagen, porque el camino de la música podía tomar recovecos extraños.

   "Recuerdo esos tiempos con orgullo y alegría por la experiencia adquirida. Aprendí a tocar otros instrumentos, conocí muchos pueblos y distintos folklores. Venía a pasear todos los años y cuando falleció mi padre, decidí quedarme a acompañar a mi mamá", rememoraba Aristimuño sobre su regreso a la Argentina.

   Al principio, no quiso quedarse en Punta Alta, pero el tiempo le hizo ver “cuánto podía hacer en mi ciudad”. 

   En esta nueva etapa, además de dar la materia en colegios, fundó su propio instituto en 1990: la Hochschulle Musik, que en alemán quiere decir alta escuela de música, que casual y naturalmente funcionaba en la planta alta del edificio de Irigoyen y Paso, en el centro puntaltense.

   Llegó a tener más de 400 alumnos y profesores notables como los bahienses Raúl Sotto (vientos) y Alejandro Uzabiaga (guitarra). La escuela se mudó a su casa, en Murature al 1100, donde construyó aulas y las llenó de partituras e instrumentos. Y en el año 2000 formó la orquesta de la escuela.

   En marzo de 2020, Aristimuño había sido reconocida por el Concejo Deliberante Rosaleño como Vecina Destacada por su trayectoria artística y cultural.

   Su vida estuvo consagrada a la música. Primero la conocieron como “Dedos de oro” por como tocaba el acordeón, luego como “Pulpita” porque usaba varios teclados al mismo tiempo, y al final solo bastaba con llamarla María del Carmen porque ya se sabía de quién hablaban.

   Falleció el pasado 17 de diciembre, a los 73 años, lo que provocó un profundo pesar en quienes la conocieron, pero su dedicación por la enseñanza de la música la trasciende.