Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Tomás Reynoso anda por la vida comprando chatarra y repartiendo golpes

Debutó como profesional de kickboxing ganando en Bahía. Lo entrena Juan Cruz Quintana y aspira a pelear en Europa.

Por Javier Oscar Schwab / [email protected]

(Nota publicada en la edición impresa)

   De día junta chatarra en una camioneta, de noche practica kickboxing, el deporte que lo apasiona desde muy chico.

   Tomás Reynoso es un joven de contextura robusta, bastante alto para su categoría, los 76 kilogramos. Hizo su debut profesional el mes pasado en una velada desarrollada en nuestra ciudad y sueña con combatir en el exterior.

   “Pude ganar por puntos. Arranqué un poco nervioso y después me fui soltando. Pasé la prueba (risas)”, aseguró Segovia.

   Aún se le nota el cansancio a alguien que exprime su cuerpo arriba del ring, aunque llama la atención la tranquilidad con la que se toma su debut profesional.

   “Me tocó un rival duro. Terminé con las piernas muy golpeadas. Seguramente la próxima pelea será en agosto, porque hay que recuperarse y volver a ponerse a punto”, expresó.

   -¿Qué te motivó a practicar kickboxing?

   -Siempre me gustó el deporte de contacto. Empecé haciendo karate, pero me pareció muy aburrido. Un día, con un amigo, decidimos ir al gimnasio de Juan Cruz Quintana. Me enganché por completo. Me llamaba la atención su forma de pelear, su trayectoria. Cuando vi el ring me entró por los ojos. Empecé a probar y me encantó.

   -No muchos perseveran en los gimnasios.

   -Había decidido cambiar de hábitos porque pesaba 108 kilos. No me afectaba ser obeso, no tenía traumas por eso, pero me tentaba hacer un deporte y para eso es clave bajar. Entre los entrenamientos y una nutricionista lo logré. Después de cinco años le dije a Juan Cruz que estaba listo para subir al ring. Así empecé como amateur, necesitaba probarme”, contó.

   -¿Cuántas peleas hiciste como amateur?

   -Cinco. Y la misma cantidad como semiprofesional. Crecía en la medida que iba desarrollando y fortaleciendo mi cuerpo, hasta el debut profesional en la categoría 76 kilos, donde le gané por puntos a Jonathan González, un duro rival.

   -¿Ese es tu peso ideal?

   -La idea es seguir moldeando el físico para pelear en 72 o 74 kilogramos. Allí los rivales no son tan altos y mi potencia será superior, me sentiré más rápido.

   -Sin embargo no hace mucho peleaste en Comodoro Rivadavia con un rival de 84 kilogramos.

   -Con Daniel Cabrera, en una pelea semiprofesional pactada en 81 kilos. Estaba en juego un título del evento que organizaba. Perdí por decisión dividida, en un peso donde realmente se me hace muy difícil porque en le pegaba y no lo movía. Lo tomo como experiencia, porque me ayudó a saber que mis chances crecen en categoría menores.

“Veo un buen futuro en Tomás si sigue así. Esta nueva etapa no es fácil, pero sí linda para su carrera”, dijo Juan Cruz Quintana, su entrenador.

   -¿Quién es tu espejo en el kickboxing?

   -Sigo mucho a los holandeses, su técnica, su forma de pelear. Observo los movimientos, me encantaría pelear allá, en Enfusion Kickboxing.

   -¿Podés llegar a ese nivel?

   -Mi entrenador está muy capacitado, viaja por todo el mundo, hace cursos y tiene contactos. En algún momento se va a dar esa posibilidad.

   -Te permitiría hacer una diferencia económica.

   -Ellos viven de esto. Sería hermoso; después se verá si estoy para ese nivel. El holandés es un peleador más alto, el peso mínimo allá son 71 kilos, parecen enormes.

   -Lo mencionás y te sube la adrenalina.

   -Jajaja. Es como arriba del cuadrilátero. Me concentro, escucho a mi esquina y sólo veo a mi rival. Un buen movimiento puede definir una pelea, es todo muy rápido. La clave es la combinación de golpes, no tirar a la guardia cerrada. Amagar, presionar, combinar...

 


3 horas. Le dedica a entrenar por día. "Salgo de trabajar y le meto garra. Mentalmente me siento preparado para hacerlo", afirmó Tomás Reynoso.

   -¿En Bahía tenés contrincantes?

   -No en mi categoría. El kickboxing está creciendo mucho, aunque he viajado para pelear.

   -¿Cómo te bancás todo este proceso?

   -Con mi otro trabajo, en un negocio en común que tengo con mi papá (Daniel). Salgo con una camioneta a comprar chatarra, recorro la ciudad.

   -Sos chatarrero.

   -Sí. Empezamos a comprar chatarra antes de la pandemia. Es un trabajo duro, pero me sirve para estar en forma, porque me muevo todo el día.

   -¿Sos muy familiero? 

   -Mucho.  Vivo en el Barrio Juan López, los monoblocks de calle Italia 1500. Mi familia se compone de mi hermano Lucas y mi mamá Cintia, además de mi novia Micaela.

   -¿Todos te apoyan?

   -Me bancan, aunque sufren con mi profesión. Le dije a mi madre que elegí esta carrera universitaria de la calle y el ring, porque no me gustaba estudiar. Igual cursé el primario en la Escuela N° 67 y el secundario en la N° 8.