Crisna Morante inauguró su local con un cartel: le corta el pelo gratis a los jubilados
Acaba de inaugurar el local y en su primer cartel los invitó sin costo. Tiene 32 años, es oriunda de La Matanza y llegó al pueblo en 2018 para dar una mejor vida a sus tres hijos. “Con los abuelos tengo algo especial”, dijo.

Audionota: Gino Mondino
Anahí González Pau
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“Peluquería-Barbería. Jubilados corte gratis".
Fue el primer cartel que Crisna Morante, de 32 años, colocó en la vereda de su peluquería y barbería llamada Eben-Ezer Crisna, en calle Dorrego 1086, de Coronel Pringles.
Ese mismo día se armó un tremendo revuelo.
“Estoy muy agradecida por todos con la devolución que tuve, realmente lo hice de corazón y no pensé que iba a llegar a tanto”, dijo.
Junto a su papá, también jubilado y quien trabaja como camionero. Gentileza Crisna Morante.
“Cuando uno hace las cosas de corazón no lo hace para nada ni para nadie sino porque lo siente, no busca reconocimiento”, dijo la flamante dueña del local.
Habla y se le quiebra la voz. Todavía no puede creer tener la oportunidad de llevar esta iniciativa adelante ya que tuvo una vida muy dura en La Matanza, de donde es oriunda.
“Con los abuelos tengo algo especial. Soy creyente, cristiana, y me pongo en el lugar de las personas grandes. Veo cómo están hoy en día, que nadie les da nada, van a un lugar y molestan; van a un banco, hacen una fila de tres horas y nadie se conmueve. Eso siempre me marcó mucho”, reconoció.
“Mi idea es darles el corte gratis porque sé que laburaron toda la vida y algunos no tienen nada. Un corte de pelo para ellos es un lujo. Sé que muchas veces por comprar comida o por guardar para esto o para el otro no se cortan el pelo”, dijo.
Desde que tuvo este gesto, no para de recibir abrazos, saludos. Todo el mundo pasa por la peluquería. Le sonríen, la bendicen con regalos.
“Me trajeron plantas, flores, una señora me regaló un secador de pelo de pie. Por ahí me faltan cosas en la peluquería porque recién arranco. No pude arrancar como muchos, que han tenido otra suerte, pero empecé con lo que tengo. Arranqué de abajo y sé lo que cuesta todo y por eso quise ayudar a los abuelos”, añadió.
El cartel que causó alegría y revuelo. Crédito: Diario El Orden.
El primer día del cartel todo el mundo pasaba y le sacaba fotos. Lo empezaron a subir a las redes y la entrevistaron. Sin embargo, los abuelos y abuelas aún no se animaban a entrar.
“Pasaban, miraban el cartel y miraban para adentro como diciendo ¿será verdad?”, contó Crisna.
“No tengo plata para ayudarlos pero tengo esto para darles. Me siento re feliz cuando les corto el pelo o les corto el pelo de las orejas o de la nariz. Para otros será muy poco, para mí es demasiado. Estoy muy emocionada”, dijo.
La primer clienta fue una señora jubilada a primera hora de la mañana del martes, un día después de la inauguración. Esa mañana atendió a tres abuelos.
“Ni siquiera te quieren exigir un corte. Les digo ¿qué corte le hago? Y ellos; No, no, como a vos te parezca. Y yo les digo: Para eso estoy, elija un corte, dígame y yo lo hago. Es como que piensan que como no les cobrás les tenés que hacer lo que vos querés y no pueden elegir. Les digo que está todo pago y nos reímos”, comentó.
Esa tarde le cortó el pelo a cinco abuelos más.
Llegó a Pringles, donde vive su papá, en 2018, junto a sus hijos de 13, 11 y 9 años. Está en pareja desde hace un año y a punto de casarse.
Tiene seis hermanas por parte de madre y dos por parte de padre, quien trabaja de camionero.
“Siempre trabajé: en limpieza, cuidando abuelos, en geriátricos y cuidando pacientes a la noche en hospitales”, dijo.
“Siempre luchando y cada vez que salió un trabajo lo agradecí. He salido a vender medias a la calle porque no teníamos ni para comer. En su momento tuve que vender rosquitas. Sé lo que es no tener”, dijo con la voz quebrada.
Una de sus hermanas y su cuñado le dieron el envión principal para que pueda concretar lo que siempre anheló, ya que cada vez que podía en Buenos Aires tomaba cursos para adquirir nuevas herramientas en peluquería.
“Me dijeron ‘Vamos a apoyarte y bancarte como podamos. Es el don que siempre tuviste’. Me dieron una re mano para que esto sea posible”, dijo.
“En la peluquería empecé con cosas usadas que compré de a poquito y las tengo desde hace muchos años. Tal vez no tenga muchas cosas pero con muchísimo esfuerzo hoy estoy acá. Sé que es todo gracias a Dios”, expresó.
Crisna aseguró que logró cambiar su vida y forma de ser en los último años.
“Tuve una vida muy turbia en La Matanza y no quería esa vida para mis hijos. Acá estoy apostando al pueblo, a que vamos a salir adelante”, destacó.
“No tengo nada para dar más que un corte de pelo, si tuviera otra cosa la daría, pero me hace demasiado feliz. Reboso de agradecimiento. Estoy ayudando a alguien que lo merece”, dijo.
Aseguró que su mamá, cuando quedó sola con ella y sus hermanas, trabajó siempre.
“La vi romperse el lomo para darnos de comer. Ella también tuvo que salir a la calle a vender ensaladas de frutas, anteojos, casettes, a veces nos moríamos de frio o pasábamos hambre, porque no vendía nada”, contó.
“Estoy feliz por el ejemplo que me dio, hizo lo mejor y hoy me puede ver. Está lejos pero siempre atrás del teléfono”, mencionó.
Si alguien no tiene dinero para cortarse el pelo, Crisna aseguró que le va a cortar igual.
En Capital Federal hizo cursos de peluquería, Cortes Unisex, barbería y colorimetría. También aprendió a hacer tratamientos con las pestañas.
“No lo hice por reconocimiento de nada. Soy re tímida y tengo una vergüenza bárbara. La gente que me conoce sabe que estoy re mil agradecida.
Pronto me voy a casar. Estoy en un momento de mi vida en el que me siento feliz. Esto me llena el corazón”, concluyó.
La peluquería se llama Eben-Ezer, que significa: “Hasta aquí nos ha ayudado Dios”.
“A los abuelos les digo que voy a estar esperándolos todo el día, todos los días”, invitó.