Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Ideas robadas

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   Estamos en condiciones de decir que el ingenio no descansa y hoy se roba de todo: autos, casas, celulares, bicicletas, identidades, números de cuentas bancarias, datos de tarjetas de crédito, mascotas, lo que se te ocurra. 

   Vamos por la vida blindados, asegurando objetos y evitando ser blanco de alguna estafa. Pero en un mundo donde todo puede ser robado y en el que paralelamente casi todo está inventado ¿qué pasa con las ideas? Ante la circulación de ideas en las que algunas siempre se destacan. ¿Qué hacer con los ladrones de ideas?

   Es infinita la cantidad de nociones, conceptos, formas y apariencias, resulta placentero y hasta estimulante cuando una idea surge, máxime si se trata de una buena idea y original. 

   En épocas donde las ideas se suceden, se entrelazan, se superponen, convengamos que hay ideas, buenas, regulares, malas, exitosas, espectaculares, también hay ideas vagas, “ideas fijas”, ideas de avanzada, ocurrentes y también chispeantes.

   En Psicología encontramos personas con ideas obsesivas, maníacas, violentas, entre otras. A su vez están los que no tienen la más “remota idea” y generalmente hablan, opinan y sugieren y a su vez quienes permanentemente generan nuevas ideas pero jamás las pueden concretar.

   Para deleite de algunos y envidia de otros están los que considero una verdadera usina de ideas, que, además de la creatividad y la pertinencia, logran concretarlas y plasmarlas en proyectos individuales y colectivos.

   Seguramente vienen a tu mente ejemplos del que alardea ser visionario y jamás puede concretar una idea y tal vez tropezás a diario con los “ladrones de ideas”, ambos tienen en común la imposibilidad de la ejecución. 

   En el primer caso “la idea” siempre cae en saco roto y se enfrenta con la frustración, en el otro, la necesidad de descollar con una “gran idea” lo sumerge en una sucesión sin fin de “tomar prestado lo ajeno sin permiso” solo por un momento, pues el resultado nunca va más allá de eso.

   En la realización radica la diferencia, ya que quien logra plasmar las ideas en obras, seguramente tiene la suficiente grandeza intelectual para reconocer en más de una ocasión que la idea no es propia y cita a su autor; los grandes ejecutores están alejados de la idiotez intelectual, muy por el contrario, el desafío reside en canalizarla. 

   Se requieren altas dosis de tenacidad, perseverancia, compromiso, dedicación, osadía, determinación, confianza en sí mismo y tolerancia, pues la concreción en más de una ocasión implica barajar y dar de nuevo. 

   Sería imposible ir por la vida “patentando ideas”, resulta poco enriquecedor guardarla bajo siete llaves; en la era “del copy and paste” (copiar y pegar) lo que cotiza es la creatividad, el talento y el toque original que requiere todo proceso de construcción. 

   Así como hay personas que “no se les cae una idea”, celebro y admiro a  aquellos seres que son un fluir de ideas y realizaciones. Estoy convencida de que el valor no está en evitar que te roben o te copien, sino en lograr que muchos te quieran copiar.