Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Sin avances en la investigación por la muerte de la joven que debió acostarse en el piso de un hospital

Lara Arreguiz tenía 22 años y era insulinodependiente. Su familia es querellante en la causa caratulada como "homicidio con dolo eventual y presunto abandono de persona". 

   Hace un año, la estudiante a Veterinaria Lara Arreguiz de 22 años falleció por las dificultades que le provocó el COVID-19. La imagen de la joven acostada en el piso de un hospital santafecino aguardando recibir asistencia médica trascendió las fronteras, pero la causa en la justicia de esta capital avanzó muy poco. 

   Por aquel entonces, la madre de Lara, Claudia Sánchez, afirmó que "no fue un mal diagnóstico, sino un mal tratamiento, con mucha falta de empatía y humanidad" lo que terminó con la vida de su hija. 

   "Posiblemente en las próximas semanas, cuando nos llegue un informe médico-técnico de un profesional de Buenos Aires, porque aquí parece haber una suerte de corporativismo médico por el que nadie quiere hacerse cargo de producir el informe, aportemos al fiscal los elementos suficientes como para resolver la situación de las personas denunciadas, que según nuestro criterio, tienen que  ver con la muerte de Lara", contó el abogado Diego Loréfice, que asiste a la madre de la joven fallecida. 

  En la causa figuran los profesionales -médicos y enfermeras- de los hospitales Protomédico y los dos Iturraspe, nuevo y viejo, donde Lara fue trasladada luego de permanecer acostada en el piso de uno de ellos, donde una paciente la cubrió con una campera. 

   "Hay varios temas que debíamos ir resolviendo, como por ejemplo la historia clínica, parte de la cual estaba confeccionada a mano. Sostenemos que hubo errores y que desde esos errores hay responsables", aseveró el abogado.

   Lara Arreguiz vivía en Esperanza, a 45 kilómetros de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) donde estudiaba Ciencias Veterinarias. Comenzó con síntomas el jueves 13 de mayo de 2021 y en compañía de su madre, se trasladó al Hospital Protomédico, ya que los sanatorios no atendían a pacientes con síntomas de coronavirus. En ese hospital, la sentaron en una silla de ruedas por cuatro horas ya que no había camas y le hicieron placas.

   "Las placas dieron pulmonía bilateral. En solo dos días era impresionante cómo avanzó y le tomó ambos pulmones, por eso se ahogaba. Ahí nos dijeron que la llevemos y que sigamos con nebulizaciones. Fuimos a casa y se volvió a ahogar. Nos trasladamos al Hospital J.B Iturraspe y, como estaba lleno de gente, nadie nos atendía, hasta que ella se descompensó y cayó al suelo", detalló la madre. 

   "Ahí fue cuando un médico o enfermero que pasó, la levantó y se la llevó a la guardia. Ahí le administraron oxígeno y se calmó. Pero nos dijeron que no había camas, así que estuvo hasta las 21 en la guardia cuando la llevaron al Iturraspe antiguo, donde había una cama para ella. El jueves 20, me mandaron mensaje desde el hospital preguntando si no quería ir a verla un ratito. Me pareció raro. Fui, y cuando arribé estaba muy mal, con una máscara de oxígeno. Me miraba y me hacía señas de que estaba ahogada. Me quebré, no podía verla así. Me fui, pero al llegar a mi casa avisaron que Lara había pasado a terapia y que la habían entubado. Pero a las 3 de la mañana del viernes 21 de mayo nos avisaron que falleció”, agregó Alejandro Arreguiz, padre de Lara.

   La historia de Lara expuso entonces el serio problema que enfrentaban los pacientes que necesitaban de una internación en alguno de los hospitales públicos de la ciudad, como consecuencia de la pandemia por el virus COVID-19. (La Nación)