Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El comedor Arco Iris necesita una mano para seguir ayudando a 236 familias

“Una sola vez pedimos ayuda y la gente respondió muy bien”, dijo Vanina, voluntaria de este espacio comunitario (en Bravard 1961) en el que desde hace 4 años se entregan viandas dos veces por semana. Necesitan alimentos, útiles escolares, guardapolvos y calzado. 

Sheina, de 8 años, una de las voluntarias más pequeñas y compañera inseparable de Vanina.

   Anahí González Pau
   agonzalez@lanueva.com

   Impulsado hace 4 años por la voluntaria Vanina Daniela, el comedor comunitario Arco iris, ubicado en en el Barrio Noroeste (Bravard 1961) entrega alimentos a 236 familias que requieren esta asistencia. Sí, no son 236 personas, (que ya sería un número importante) sino 236 familias. Es decir, se llegan a repartir unas mil viandas, dos veces por semana.

 

   Tanto es lo que cocinan las voluntarias, que empiezan a hacerlo hasta 2 o 3 días antes de entregar la vianda. Ni bien la entregan, ya se ponen a cocinar para la siguiente entrega.

   En este momento, en vez de entregar viandas de comida hecha, están entregado los alimentos frescos para que la gente pueda cocinar en su casa ya que están tratando de mejorar las condiciones del salón en el que dan la merienda a los chicos.

   


   También desde el comedor se reciben donaciones de muebles, colchones y demás artículos para el hogar que se entregan a estas familias.

   “En total ayudamos a 460 chicos, entre nenas y nenes, y adolescentes. En Villa Caracol hay unos 100 chicos y chicas más que también ayudamos”, dijo Vanina.

  “Trabajamos así, cuando hay. A mí me llaman de un frigorífico y me dicen: “tenemos esto”. Y yo lo busco y lo dono enseguida, en el día, en el momento", contó.

   “Una sola vez pedimos ayuda y la gente respondió muy bien, gracias a Dios”, expresó.


Vanina Daniela, impulsora y voluntaria del comedor.

   Si bien aseguró que los bahienses son muy solidarios, la demanda es cada vez más grande.

   “No estamos en ningún grupo político. La gente confía un montón en lo que hacemos”, comentó.

   En la actualidad están lanzando la campaña de útiles escolares por la cercanía al inicio de las clases. Un lápiz, un cuaderno, lo que sea, es bienvenido. Se requiere también guardapolvos y calzado. 

   “También rescato verdura del mercado de Aguado. Me ayudan mucho los puesteros", aseguró.


Leandro, del mercado de Aguado, es una de las personas que colabora con el proyecto.

   Los domingos, cuando hay insumos y cuando se puede, también se entregan viandas a los chiquitos de Villa Caracol.

   Para Reyes no pudieron entregar regalos porque eran demasiados chicos. 

   Vanina empezó con este comedor tras pasar -hace 7 años- por la pérdida de un hijo. Estaba decayendo y necesitaba ocupar su tiempo en algo que le hiciera bien.

   “Se veía la necesidad que había. Siempre dije: el día que pueda voy a tener una rotisería para que el pobre pueda comer algo que a mi me hubiera gustado comer cuando era chica'”, confió.

   “Hago canelones porque antes no podía comer un canelón. Para ellos es un gusto y es fácil hacerlo. Tenés harina, verdura del mercado comunitario y huevos que nos donan. Quiero salir del guiso", señaló.

   "Con esos alimentos se pueden hacer muchas cosas diferentes, una rica comida”, expresó.

   Asimismo, cuando no tienen fideos ni arroz, tratan de aprovechar la harina haciendo empanadas, pero es muchísimo trabajo para solo 5 voluntarias que están en la cocina (hay algunas colaboradoras más en otras tareas).

   “Para ellos es un lujo cuando hacemos empanadas, pero tenemos que empezar a cocinar cuatro días antes porque son más de dos mil discos caseros, con más de 50 kg de harina amasada”, contó.

   Si bien por el momento están en obra, en dos o tres semanas piensan retomar las viandas hechas.