Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Cómo detectar a tiempo los trastornos alimenticios

La pandemia produjo en los más jóvenes un claro recrudecimiento de los trastornos de la conducta alimentaria.

Con el tiempo, los trastornos de la conducta alimentaria sin su atención oportuna producirán mayor daño físico, psíquico y social.

   El aislamiento social vivido en el año 2020, y en lo que va del actual como consecuencia de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, impactó fuertemente en la población general pero particularmente entre los jóvenes y adolescentes: la pérdida de contacto con los grupos de pares y la falta de una red social de contención, produjo en esta población un claro recrudecimiento de los trastornos de la conducta alimentaria.

   En este marco, desde la Sociedad Argentina de Pediatría informaron que, si bien no se cuenta con estadísticas precisas que puedan documentarlo pormenorizadamente, distintas encuestas autoadministradas en las escuelas arrojan una prevalencia de patologías como Bulimia Nerviosa (BN) y/o Anorexia Nerviosa (AN) en casi 1 de cada 3 mujeres jóvenes de las que presentan algún grado de disconfort previo en su imagen corporal que impacta en sus conductas referidas a la alimentación.

   “Si tomamos el rango que va de los 10 a los 24 años, segmento en el que históricamente se registra una prevalencia en mujeres del 1% para anorexia y del 3% para bulimia, notamos que la situación producida por la pandemia, principalmente la cuarentena con etapas prolongadas de restricciones en la circulación y de aislamiento social, han repercutido en los comportamientos y en el acceso al sistema de salud en estadios iniciales de presentación, sobre todo en aquellos jóvenes más vulnerables”, afirmó la doctora Alejandra Ariovich, médica pediatra especializada en Salud Integral en la Adolescencia, miembro del Comité de Estudio Permanente del Adolescente de la Sociedad Argentina de Pediatría. 

   Desde finales del año 2020, con la apertura paulatina de las actividades sociales y el mejor acceso a los servicios de salud, se han acercado a la consulta una gran proporción de jóvenes y adolescentes con diferentes patologías en estados avanzados y de gravedad creciente. Los desórdenes mentales y entre ellos los trastornos de la conducta alimentaria, han representado un gran desafío por el gran compromiso observado en la salud física.

   Los trastornos de la conducta alimentaria se definen clásicamente como una alteración en la forma de alimentarse que impacta en la salud física y psicosocial de las personas. 

   Dentro de esta definición se incluyen múltiples entidades, donde la Anorexia Nerviosa y Bulimia Nerviosa constituyen las formas más conocidas en la población, presentándose en una relación de 4 o 5 mujeres por cada varón. 

   La anorexia se caracteriza clínicamente por el déficit nutricional producido por una restricción en la ingesta de alimentos, con miedo intenso a la ganancia de peso y una alteración manifiesta de la imagen corporal. Mientras que la bulimia se presenta con atracones reiterados asociados a mecanismos compensatorios como purgas o ayunos prolongados, mantenidos en el tiempo, siempre con una alteración en la autopercepción de la imagen corporal.