Escenario político: la teoría del error y la incógnita sobre el discurso en Bahía
Los referentes nacionales del Frente de Todos insisten con una defensa al presidente que busca minimizar su falta. Se embarra la campaña para quienes pelean en distritos difíciles como Bahía Blanca.
Maximiliano Allica / [email protected]
El "error" del presidente por celebrar el cumpleaños de su pareja en la residencia de Olivos pone en un lugar muy incómodo a todos sus candidatos. La pregunta obligada de cualquier periodista que se precie de tal a los dirigentes del Frente de Todos es qué piensan de ese episodio. ¿Comparten la idea de que fue un error o entienden que se trata de un delito penal en los términos del decreto que firmó el propio Alberto Fernández?
La estrategia comunicacional del gobierno buscando bajarle el precio al festejo, en lugar de hacerse cargo de la infracción a la norma, los ubica en un lugar más complicado.
¿Deben defender los candidatos locales y regionales esa estrategia, decir que no fue para tanto? ¿Deben despegarse, señalando la gravedad del asunto? Si lo hacen, ¿cómo les pega en su propia campaña? Si no lo hacen, ¿cómo bancarán el argumento?
Cualquiera con medio dedo de frente sabe que el presidente cometió una falta grave. Y el 99% de la dirigencia no vive en una burbuja ni en un pedestal, mucho menos en el microclima de Olivos. Tienen amigos, hijos, vecinos, se relacionan con los comerciantes de su barrio. Tienen trato cotidiano con gente que sufría prohibiciones mientras el presidente y su mujer se permitían festejos.
Qué dirán los principales referentes locales y regionales es una incógnita, pero seguro analizan sus pasos con sumo cuidado. Bahía Blanca es un distrito electrificado para el Frente de Todos. Por lo pronto bajaron el perfil en los medios, quizás a la espera de que se pronunciara hasta el último referente nacional, principalmente, Cristina.
La vicepresidenta habló ayer a media tarde, mantuvo el criterio de la "equivocación" y recitó el rosario de defectos de los gobiernos no peronistas. Son discursos que parecen dirigidos a contener a los adherentes del proyecto Nac&Pop que quedaron estupefactos con la confirmación de la veracidad de la foto y la posterior justificación presidencial.
En las charlas privadas y los grupos de whatsapp frentetodistas se robustecen las críticas a Alberto, quien ya venía mermando en la consideración de los sectores más duros. Creen que fue un buen instrumento para ganar las elecciones, pero se reveló flojo para gobernar. El escándalo de Olivos lo certifica, ni siquiera tuvo la inteligencia de prohibir el uso de celulares en la reunión y hasta posó sonriente para las fotos. Cualquier concejal mínimamente despierto hubiera sido más precavido.
El primer impacto en las urnas de este desatino, si es que lo hay, recién se conocerá el 12 de septiembre en las PASO. El golpe en la campaña ya es tremendo.
Pero la pregunta central es hasta dónde escalará la crisis de autoridad de un presidente con más de dos años de mandato por delante. Y con la amenaza de la aparición de imágenes similares, según se rumorea, de su propio cumpleaños el 2 de abril de 2020. Por ahora, versiones.
Fernández tiene una a favor: la malla de contención política que solo puede ofrecer el peronismo. Mientras logre mantenerla activa, estará a salvo.
No obstante, al presidente lo están sobreexponiendo. La estrategia de hacerlo hablar en cuatro actos en apenas cinco días es, cuanto menos, llamativa. Sobre todo porque sus declaraciones hasta el momento fueron impropias de un hombre de Estado.
En su primera intervención, el viernes pasado, no solo no pidió disculpas sino que mencionó que la organizadora del festejo (un delito) fue su mujer.
En su siguiente salida, con pose de enojado, aseguró que nunca había señalado a la primera dama. Dijo que el responsable era él y que las disculpas son "solo para el pueblo", sin detallar qué parte de los argentinos no es el pueblo.
El presidente insistió en la teoría del error, pese a que se trató de una infracción a las normas, a sus normas, y que mucha gente recibió sanción o puede recibirla por situaciones equivalentes. Esa asimetría es irritante.
El presidente también aseveró que todo fue tan transparente que la información sobre los accesos a Olivos salió desde el mismo gobierno. La realidad es que intentó escabullirle al tema. No fue transparente, lo descubrieron.
Lo concreto es que el Frente de Todos le sigue regalando letra a la oposición. En definitiva, es real que Juntos por el Cambio tiene más campo para explorar en las debilidades ajenas que en las virtudes propias.
El escenario electoral le pone picante al escándalo, porque un mal resultado para el gobierno nacional podría ser un cimbronazo muy difícil de manejar. Un avión en Kabul.
Al electorado se lo puede dividir en cuatro. Quienes votan sí o sí al peronismo-kirchnerismo sin importar las circunstancias; quienes votan sí o sí a Juntos por el Cambio o propuestas similares que funcionan como contraoferta del peronismo; quienes votan sí o sí a terceras fuerzas de izquierda o derecha; y, finalmente, quienes mueven su voto hacia uno u otro lado según los contextos.
Estos últimos, alrededor del 15-20% del padrón, son quienes mejor representan el humor social. ¿Bajará el número de votos del FdT? ¿Lo capitalizará JxC? ¿Esos votos irán a las terceras y cuartas opciones? ¿O nada de esto mueve el amperímetro electoral y solo es pasto para los indignados de las redes?
Independientemente del resultado electoral y de lo que el Frente de Todos muestre en público, el affaire de #LaFoto tendrá consecuencias drásticas. Alberto Fernández lesionó a todo un espacio cuyo proyecto es no soltar el poder. La malla de contención del peronismo podrá sostenerlo todo el tiempo que el partido lo necesite, pero este "error" le pone fecha de vencimiento a su futuro político y al de su círculo más cercano.
Esto no significa que vaya a dejar el cargo, sí que estará mucho más limitado por las fuerzas que lo circundan.