Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Arranca la búsqueda del camino correcto…

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   ¿Puede hablarse del “relanzamiento” de un gobierno que apenas lleva 50 días en el poder? Pues sí. O al menos ese es el discurso que baja desde la Casa Rosada luego del arranque de la segunda gira al exterior del presidente Alberto Fernández que empezó el viernes con la visita al Papa Francisco en el Vaticano.

   Según los confidentes de la Casa Rosada que cuidan celosamente el despacho presidencial mientras su jefe recorre tierras europeas, al menos en una primerísima parte de la gestión el “trabajo sucio” que era necesario realizar para salir de la “tierra arrasada” que les dejó Mauricio Macri, si no está finalizado, al menos tiene a estas alturas una buena parte del recorrido hecho.

   Tiene nombre y apellido ese primer derrotero: la ley de Emergencia Económica y Reactivación Productiva que el Poder Ejecutivo logró en tiempo récord en el Congreso, mediante la cual y de un solo golpe se suspendió la movilidad jubilatoria, se aplicó un impuestazo al dólar y volvió la suba de las retenciones agropecuarias, además del casi congelamiento de las paritarias para a cambio otorgar sumas fijas por decreto.

   Se sabe: por su histórica costumbre retórica, para el peronismo se trató de un acto de “solidaridad”, aunque para la oposición y casi la mitad de la sociedad según un mix de encuestas no fue otra cosa que un nuevo manotazo del poder de turno al bolsillo de los que menos tienen, o de la clase media trabajadora y eterna apuntada cuando hay que subir impuestos.

   El caso concreto es que para el presidente y su mesa chica de colaboradores ese primer paso ya ha sido dado, con el dato añadido de que no habría graves daños que contabilizar salvo una pérdida de varios puntos de imagen positiva de Alberto en los sondeos de imagen por aquel negativo impacto inicial, que quedó bordeando el 48 por ciento. Desde ahora, auguran, debería verse una mínima mejoría en el estado de ánimo social y una reafirmación de que con las giras europeas, la que transcurre ahora y la de la semana pasada a Israel permiten ver los primeros trazos del largo camino a recorrer que debería desembocar en la reelección del Frente de Todos en 2023.

   En esos dos periplos del presidente debería encontrarse la respuesta a aquella pregunta sobre el “relanzamiento” del que hablan los voceros. Obviamente tiene un eje central en todos los casos, incluida la visita del viernes al Papa en el Vaticano, que es la renegociación de la deuda externa con los acreedores privados y el Fondo Monetario. Ya se ha icho aquí citando palabras del propio Alberto, pero conviene reiterarlo, que el presidente considera absolutamente clave para su futuro y el del país poner en orden esas cuentas externas.

   Según Alberto, Francisco hará “todo lo que esté a su alcance” para enderezar el tema de la renegociación de la deuda. Un capítulo al que el propio Pontífice volverá a ponerle el hombro cuando dentro una semana presida en el Vaticano una reunión de referentes globales para tratar entre otros temas el de la deuda de los países emergentes, que es donde justamente se verán las caras la titular del Fondo, Kristalina Georgieva, y el ministro de Economía Martín Guzmán.

   El presidente espera llevarse esa mima promesa, o al menos frases en la misma línea que permitan reafirmar que esa reinserción europea es el principio del camino adecuado, cuando complete desde mañana la serie de reuniones bilaterales con los jefes de Estado de Italia, España, Francia y España.

   “Encaminado ese acuerdo con los líderes europeos podremos abocarnos a completar la salida de la enorme herencia que recibimos pero ya sin tantos sobresaltos para los que les hemos pedido un esfuerzo”, dicen en la Casa Rosada. Parecieran, deliberadamente, dejar a un costado la importancia que para todo este proceso de renegociación tiene Estados Unidos y en especial su impredecible presidente. “(Donald) Trump nos ha dado su apoyo, y en algún momento Alberto va a viajar a Washington y Nueva York para presentar el caso argentino”, completan los voceros.

   Hay por la misma banda, algunas cuitas internas que estarían enturbiando la relación entre la Casa Rosada y sus esfuerzos renegociadores con la intransigencia de Axel Kicillof. El gobernador tiene en vilo al ministro Guzmán por su inveterada estudiantina y sus malas artes de negociador, además de su mala fama en Wall Street, por el bono de 250 millones de dólares.

   No es un dato menor: Cristina Fernández está detrás del “chiquito”. Y Alberto sabe que en algún momento deberá intervenir. Guzmán dice en privado y desliza en público que una mala jugada de Kicillof comprometerá la renegociación global, aunque también el futuro de los propios bonaerenses.