Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Una imagen, mil recuerdos y el canto de la gente a “Oveja” Hernández

Argentina se metió en semifinales y el DT rompió en llanto.

El capitán le marca el camino a Oveja. Como un padre a un hijo. Foto: FIBA

Por Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

   El tipo que se siente cómodo ante las cámaras esta vez se olvidó que el mundo basquetbolero tenía los ojos en él y sus jugadores. Como pocas veces vi llorar a Oveja Hernández. Mientras, el capitán Luis Scola le marcaba el camino a vestuarios, como lo viene haciendo con sus compañeros y, también, con sus entrenadores.

   Esta vez era literal, con la mano apoyada en la espalda del DT.

   Detrás de esas lágrimas del técnico bahiense seguramente había mucho contenido: largas charlas, la soledad de las derrotas, las dudas, los enojos, la ilusión, el trabajo silencioso, la distancia con los seres queridos... Todo lo que no siempre se ve y generalmente se cruza en el camino antes de llegar al éxito.

   También, todos los sueños de ese pelado que supo ser un morocho de voluminosa cabellera, que por casualidad empezó a dirigir en su Villa Mitre.

   El que decidió, allá por 1989, armar el bolso, dejar Bahiense del Norte y recorrer el país con la Liga Nacional.

   El mismo que, cuando Julio Lamas -su compañero de ruta- se hizo a un costado del camino, se animó a tomar el mando de un equipo con varios jugadores con mayor conocimiento que él.

   Aprendió, creció, mejoró, se estabilizó y, en plena etapa de recambio, asumió la responsabilidad de cargar con la mochila de un exigente proceso de transición.

   La Generación Dorada le había dejado a los jóvenes -experimentados por cierto- el compromiso de demostrar permanentemente que podían estar a la altura del legado que les habían dejado.

   Y ellos respondieron. Antes de los imaginado y, definitivamente, por encima de cualquier expectativa.

   Ya están en semifinales del Mundial y con el boleto a los Juegos Olímpicos. La misión está más que cumplida. Aunque, claro, ellos quieren más. Y la gente, a esta altura, también.

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